Luego de casi cien años andando La Habana y el mundo, María de los Ángeles pasó hoy al espacio de la memoria. Pero como lo hizo tras una vida larguísima y llena de simpatías populares, da la impresión de que sigue allí, sonriente y amable como siempre. Su famoso personaje de Remigia en San Nicolás del Peladero, fue apenas una parte de las tantas jornadas que cumplió en la escena cubana. En el cine Mexicano fue acompañada por los más grandes de la época, Jorge Negrete, Pedro Infante, Cantinflas… y en Cuba resultaría interminable enumerar su currículum, desde sus inicios en Romance del Palmar, cerca de Rita Montaner, hasta la teleserie Los abuelos se rebelan, junto a Armando Cholito Soler.
Conversar con ella, dejarla sostener del brazo para andar un corredor entre luces y escenografías, escuchar sus siempre oportunos consejos, fue para muchos un premio que la suerte otorgó sin pedirnos nada a cambio. Porque María de los Ángeles Santana era de aquellas personas que mezclan la grandeza con la humildad, la fama con esa cualidad vecinal de señora común, el talento con la bondad.
Su larga vida, copiosa en originalidad, acaba de terminar para algunos. Para otros, es apenas una nueva manera en que esta bella cubana sigue eternamente correteando por el malecón, montada en su motocicleta.
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