sábado, noviembre 28, 2009

Yoani Sánchez: apocalípticos e integrados ante la cultura blogger.

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Tengo un vago recuerdo de Yoani en La Habana. La clásica relación del amigo de un amigo del primo de un conocido, y apenas ubico a la silenciosa esposa de Macho Rico, apodo discordante del señor que frecuentaba la casa de un compañero del grupo, un apartamento de bloques casi contiguo la iglesia de Loma y 39, en Nuevo Vedado, sede de Teatro Buendía, y donde a menudo pasábamos ratos largos conversando sobre cualquier cosa. No puedo atestiguar que Macho Rico, alias Reinaldo Escobar, fuese por entonces periodista independiente y contestatario, quizás porque ya a fines de los noventa uno podía conversar con cualquier conocido, despotricar del gobierno en privado, sin que eso necesariamente significase conspiración o disidencia militante. A fines de los noventa ya casi todos en Cuba hablaban mal del gobierno.

A la otra Yoani, la figura internacional, la conocí por Internet, ya fuera de Cuba, y casi de inmediato entendí que estaba siendo testigo de uno de los más contradictorios y publicitados fenómenos de la cultura y la política cubana actual.

Entre todos los rebeldes del régimen, a lo largo de estos cincuenta años, nadie como ella ha captado la atención, la aceptación y el apoyo de la opinión pública mundial. Nadie como ella ha sorteado el gardeo de la seguridad con tanta buena fortuna, ni nadie ha salido tan vivo y en libertad de sus batallas personales. Su imagen delgaducha se volvió símbolo de la resistencia intelectual cubana, y quizás por ello, o por los miles de impactos diarios en su blog Generación Y, sus imperfecciones tienden a resaltar casi tanto como sus aciertos.

Citando a Umberto Eco, la blogósfera cubana en particular – ese movimiento amorfo, espontáneo y acéfalo que desde miles de divergencias pretende hacer prevalecer la verdad sobre la isla –, y en general la opinión de los cubanos que frecuentan la red en busca de comunicación allén de los mares, tienen sus apocalípticos e integrados ante la figura de Yoani Sánchez, con alineados en fila cerrada junto a la bloggera del premio Ortega y Gasset, y detractores a ultranza de la diva, la prima donna del internet clandestino nacional. Al parecer no abunda el término medio: o defiendes a la bloggera, o la choteas.

Razones del apocalipsis.

¿Qué se le recrimina?

Para empezar, Yoani no parece muy dispuesta a dar crédito al resto de la disidencia interior. No suele mencionar a los que se manifiestan en otras partes del país, a los que plantan ayunos, aunque en rigor tampoco aquellos gustan de reconocerla a ella. Cuando Ángel Santiesteban escribió una entrada hablando de la golpiza propinada a la bloggera por la seguridad, solidarizándose, no pocos notaron que ella había pasado por alto el ataque violento que el propio Ángel había sufrido meses atrás.

Una buena parte de las suspicacias que despierta su comportamiento se basan en lo que parecen ser golpes de efecto publicitarios, casi novelescos, como disfrazarse para entrar subrepticiamente a un evento, o insistir en el uso de cámaras ocultas para denunciar situaciones con espíritu de agente especial, o la inconsistencia de relatos de pateaduras con la total ausencia de marcas visibles. Tampoco escapan los recelos acerca del éxito comercial que significa la buena venta de textos infidentes al mejor postor. Ni siquiera valoran mucho los premios, que habrían sido otorgados, según esta interpretación, más por la coyuntura política que por el valor real de la obra.

En general sus detractores agregan a la poco exigente redacción y tendencia a hiperbolizar acontecimientos, el apoyar mucho a un esnobista metatrancoso como Orlando Luis Pardo (conocido por el lanzamiento alternativo de un libro en la feria del año pasado y por haber orinado la bandera) y menos a un escritor consistente como Ángel Santiesteban o su más cercana rival en el rating del ciberespacio, la menuda, temerosa y aparentemente sin ambiciones de liderazgo, Claudia Cadelo. Acaso más que nada, le achacan una egoísta sed de protagonismo que desdice buena parte de las nobles intenciones que caracterizan a un humilde blogger vigilado y presionado constantemente por el sistema.

Razones de la integración.

¿Qué le celebran?

En primer lugar, los premios que prestigiosas instituciones le han extendido, y la celebración también se vuelve solidaridad cada vez que las autoridades le niegan el permiso para viajar. Los seguidores no encuentran efectistas sus aventuras, por el contrario, hallan interesante y valiente cada escaramuza, siempre acordes con una época en que la publicidad lo decide casi todo. Le conceden el mérito de convocar a bloggeros incipientes y adiestrarlos en los trucos con que romper el cerco cibernético del gobierno, o de haber conseguido que Obama le respondiese un cuestionario sobre asuntos de Cuba y la Casa Blanca, ganando con ello el aprecio personal y elogios del actual presidente norteamericano.

Le agradecen también la intención de permanecer en la isla, al pie del cañón – aún en el caso de que le permitiesen cruzar las puertas de la aduana para ir por un trofeo y regresar –, el seguimiento diario a la crisis sociopolítica cubana con sobrios argumentos, y no pocos han imaginado que, una vez derrocada la dictadura, Yoani pudiera servir, si no para presidenta, al menos para ministra de cultura.

Ni apocalípticos ni integrados.

Aún cuando luzca como el viejo chiste de “ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario”, la postura de prudente suspicacia (ofreciendo como garantía el beneficio de la duda) parece ser saludable a la hora de emitir valoraciones cuando de una figura como esta se trata, un ícono latente y todavía en evolución para bien, mal o regular. La historia aún no concluye, las personas suelen ser tan imperfectas como consecuentes, en ocasiones pueden mutar de un lado a otro del espectro, o ser ambas cosas en un mismo día y lugar. Ese es el precio de sostenerse por tanto rato frente a la mirilla de la opinión internacional: los bordes menos complacientes salen a la luz con más facilidad que los de quienes operan con perfil bajo.

En cualquier caso, el tiempo siempre se encarga de las reivindicaciones o del despojo de máscaras. Si Yoani Sánchez es una luchadora honesta, o si por el contrario es una oportunista de ego malcriado, o si es, ¿por qué no?, ambas cosas a la misma vez, eso lo sabremos en su momento, cuando le toque ocupar en la historia de Cuba el lugar que se haya ganado por derecho propio.
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sábado, noviembre 21, 2009

Esta calle es de Rodney.

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De alguna manera, el gobierno ha conseguido que “el pueblo cubano” responda a la “provocación” de un “mercenario” que no conoce. No es secreto para nadie que los blogs contestatarios que se actualizan desde dentro de la isla, son tácitamente bloqueados, y que ni en los centros de trabajo donde hay internet pueden abrirse Generación Y, u Octavo Cerco, por sólo citar un par de ellos. Por cuanto la masa que aparentemente condena a los detractores no tenía forma de enterarse que Reinaldo Escobar, autor del blog Desde aquí, había citado al agente Rodney para un careo verbal acerca de la golpiza que propinó a su esposa Yoani Sánchez el pasado 6 de noviembre. La invitación a confrontar o desmentir hechos fue planeada para la tarde de ayer en la esquina capitalina de G y 23, y culminó con un mitin de repudio protagonizado por defensores del régimen, esos que de alguna manera misteriosa, siendo ciudadanos comunes que no tienen internet – y si la tuviesen, no contarían con acceso al blog contestatario – aún así se manifestaron airadamente en contra del periodista independiente, lo zarandearon, escupieron y pegaron en la cabeza, y lo hubiesen linchado de no haber sido por algunos amigos, y en el momento climático, la aparición de los valientes miembros de la seguridad, quienes en un golpe de efecto dramático, apresaron a Reinaldo para sacarlo con vida, sano y salvo, de entre las iracundas manos del “enardecido pueblo revolucionario”.

Un diario que responde al Partido Comunista Español, y probablemente a la Seguridad Cubana, La República, se hace eco de la versión gubernamental. Alguien debe hacerlo, siempre que para el Granma estos bloggeros simplemente no existen (ni siquiera cuando la autora de Generación Y recién acaba de publicar una entrevista con Barack Obama sobre temas puntuales de la relación Cuba-USA), y en su artículo El pueblo cubano se cansa de Yoani Sánchez, refiere la interferencia del “marido de la bloggera” en un evento de la Feria del Libro y la Lectura, de los universitarios, y como, “a ritmo de conga”, los jóvenes respondieron alegremente a la provocación, aún cuando en el vídeo que trascendió no se ve la diversión por ninguna parte, y sí una turba de coléricos enviados, algunos con camisetas obviamente muy nuevas con letreros revolucionarios, reciclando consignas de Mariel, como “Pin pon fuera, abajo la gusanera”, o la tristemente célebre “Esta calle es de Fidel”, con la que se dio vergonzosa culminación, por parte de ese otro "pueblo" que eran las brigadas de respuesta rápida del contingente Blas Roca, al maleconazo del 94.

El agente Rodney no llegó nunca a la cita. Tuvo el chance de responder al reto pacífico, incluso restregar en el rostro del periodista mercenario la tesis de que la golpiza fue un montaje de Yoani – aparentemente desenmascarada en una investigación que realizaran en el policlínico a donde fue a atenderse la bloggera, y donde, según los médicos, no tenía hematomas ni nada –, pudo responder ante las cámaras y exponer el punto de vista del pueblo traicionado por estos apátridas, ese pueblo al que defienden los abnegados combatientes del Ministerio del Interior… pero Rodney no llegó nunca a G y 23.
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Para muchos extranjeros amantes de la utopía castrista – como estos chicos de La República – puede que efectivamente las imágenes del cuasi vernáculo linchamiento de ayer luzcan como “el pueblo, cansado de Yoani Sánchez”. Nosotros, que crecimos y maduramos allí, patrocinados y seguidos de cerca por el ojo del Gran Hermano, sabemos distinguir muy bien a los talibanes que el gobierno envía, en guaguas y directo a la locación, cuando quiere escenificar a una masa revolucionaria enardecida. Más aún cuando esa masa popular, la verdadera, alejada ascéticamente del diabólico Internet, no tenía manera humana de informarse sobre quién era ese señor y en qué consistía su polémica.

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El agente Rodney, el valiente miembro de la seguridad que golpease a una mujer el pasado 6 de noviembre. La foto es de la época en que el músico Gorki Águila era enjuiciado por "Peligrosidad predelictiva".
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martes, noviembre 17, 2009

Fiebre de Padura, reencuentro virtual.

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Nunca había leído la primera novela de Padura, aún cuando a esa historia me ligaron ciertos acontecimientos a comienzos de los noventa. Como tanta gente, bebí cada una de las entregas del investigador Mario Conde y demás títulos posteriores, pero nunca me había tropezado con Fiebre de caballos. Me tocó hacerlo en la Feria del Libro de Hermosillo, mientras cuidaba por unas horas el stand de la empresa Cubalía. Nada me pareció mejor para sobrellevar el sopor de la tarde que leer alguna de las novelas que esperaban para ser vendidas, y por suerte entre ellas estaba aquel primer libro ochentero de Leonardo Padura, en una edición revisada del 2002.

Aunque alguna vez fuimos presentados por un amigo común en los jardines de la UNEAC, no puedo decir que conozca a Padura más allá de un efímero apretón de manos y algunas olvidables frases de ocasión. No obstante, este autor es de esos que dejan en la gente una sensación de familiaridad, incluso en quien jamás lo vio y puede sentir, al leerlo, que Padura es de esas personas que habitan muy cerca, no sólo en la geografía sino también en las costumbres, alguien que te cuenta de tu propia vida y lo hace con tus propias palabras.

A comienzos de los noventa, estudiaba yo en el Instituto Superior de Arte, y había actuado recién en una película del ICAIC, probando por corto tiempo esa incómoda condición de ser un rostro reconocible por la calle. Pude haber continuado desempeñándome como actor, quizás en la televisión como tantos de mis condiscípulos, pero decidí especializarme en Dirección Escénica y mi maestra, María Elena Ortega, se mantenía intransigente, negada de plano a que me distrajese de mi formación con algo tan volátil como la televisión.

Entonces comenzó a aparecerse en el instituto un equipo del ICRT, a escondidas de la venerable pedagoga, sonsacándome a sus espaldas para que aceptara el personaje protagónico de una teleserie. Ese proyecto, según me contaban, era una adaptación de la novela Fiebre de caballos, de Padura.

Me ofrecían un inmejorable personaje protagónico, el Andrés, jovencito con el trauma de su virginidad en vías de liquidación, pelotero de liga juvenil, novio de una chica de su pre, y enamorado de su vecina de más edad, una pintora bastante alocada que, según me dijeron, era un personaje inspirado en Zaida del Río.
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Me tentaban con las actrices que ya habían aceptado el trabajo: para novia, Laura de la Uz, la excelente y recién estrenada actriz de Hello Hemingway, y como la amante experta, una quimera de mi infancia, adorable Teresa Canelo, novia de Juan Quinquín, la actriz Yolandita Ruiz. Curiosamente no había caballos en la historia, a no ser los que dibujaba el personaje Cristina, pero si bien no tendría cabalgatas por el campo, porque la historia era en extremo habanera, sí podría darme el gusto de aparecer como un pelotero de gran talento, y conectar espectaculares hits ficticios delante de la cámara.
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De cualquier modo, opté por obedecer a mi maestra del ISA, y dejar para otro momento esa inquietud de actuar en la televisión. Además, el país estaba ya en plena crisis, y evidentemente el proyecto se vino abajo, porque jamás se llegó a grabar la adaptación de aquella novela. Unos diez años después, cuando pasé a trabajar en la televisión a tiempo completo, muy poca gente del organismo recordaba aquel intento de teleserie. Ni siquiera estaban ya por allí aquellos señores que acudían furtivos a Cubanacán para sonsacarme a escondidas de mi maestra. Tampoco se hicieron jamás versiones de los libros de Mario Conde, pero esa es otra historia, que el tema de los policíacos en la televisión cubana merece una entrada aparte.
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Ahora, sentado en el stand de la feria, en la plaza frente a la Catedral de Hermosillo, me reencuentro con aquella novela que, por alguna extraña razón, nunca había leído. Me la devoré en unas horas, disfrutando no sólo con los avatares de Andrés, el jovencito sublevado ante el fatalismo de su postergada virginidad, o con las escenas de una Habana que concuerda hasta niveles absurdos con mis memorias de juventud, sino también con la fabulación personal acerca de cómo hubiera sido si al cabo me hubiese tocado actuar en aquella serie de televisión – una serie hipotéticamente no malograda a causa de la crisis – teniendo, por demás, el honor de encarnar al primer personaje novelado de Leonardo Padura.

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lunes, noviembre 16, 2009

Censo extraoficial de la Ceiba.

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Sólo una década falta para que lleguemos a los 500 años de San Cristóbal de La Habana. Hoy la ciudad amanece muy bien programada en sus festejos. Pasacalles, maratón deportivo, galas culturales… Los habaneros, sin embargo, no tienen muchas razones para festejar. Aparentemente este 490 aniversario los sorprende en el mismo punto muerto en que quedó el 489.

Por ello los festejos que organizan las autoridades, esa celebración que, para no perder la costumbre, siempre llevará algún que otro mensaje triunfalista a nombre de los autócratas, probablemente será menos notoria para la población que la ancestral ceremonia en la ceiba del Templete. Allí los habaneros y visitantes hacen cada madrugada del 16 de noviembre una fila interminable con el humilde objetivo de dar tres vueltas al árbol centenario para pedir un deseo, uno de esos deseos fervientes que de ordinario no pueden conseguirse por vías normales, y que sólo mediante la fe pueden los seres humanos aspirar a su concesión.

Algunas monedas al pie de la ceiba, y un deseo. ¿Qué tal si jugamos a meternos en la cabeza de los habaneros en este 16 de noviembre, al pasar junto a la ceiba del Templete?... Dado que nadie suele confesar sus anhelos más íntimos, por temor a que no se den o por miedo a represalias, vamos a imaginar, con muy poco de ciencia estadística real y mucho de especulación, algunas cifras aventuradas sobre los antojos de habaneros y viandantes, mientras pasan la mano izquierda por el tronco de la ceiba.

Margarita (45 años, ama de casa):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Andrés (36 años, ingeniero civil):
Que me den el trabajo en el bar del hotel, que me den el trabajo en el bar del hotel…

Juana (50 años, abogada):
Que se dé la permuta para Miramar y que no descubran que hay dinero de por medio…

Ramón (32 años, electricista):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Yurisleidis (20 años, bailarina de cabaret):
Que me lleve un yuma, que me lleve un italiano, un mexicano, que me lleve el que aparezca, pero que me lleve…

José Julián (22 años, estudiante de Historia):
Que Yurisleidis me quiera toda la vida, que Yurisleidis me quiera toda la vida…

Mateo (48 años, profesor de Química):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Celia (57 años, maestra de primaria retirada)
Que por fin el gobierno autorice a mi nieta a viajar a Canadá para encontrarse con mi hija…

Rigoberto (26 años, deportista):
Que no me agarren cuando me quede en el mundial…

Armando (50 años, gerente de corporación):
Que no me descubran el robo de los 15 mil dólares…

Evelio (56 años, albañil):
Que no me descubran el robo de los cinco sacos de cemento…

Fernanda (34 años, traductora):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Sheila (40 años, secretaria inglesa de paseo por La Habana):
I need a brown boy in the ring, like a sugar in a plum…

Ruperto (68 años, diputado asamblea provincial):
Que mi comandante viva muchos años más…

Rosa, Juan, Maritza, Yusimí, Kendry, María Carla, Esteban, Patricia, Marcelo, Yoandri, Luisa, Fermín, Rita, Nuria, José Armando, Bertha, Yaíma, Julio, Rosario y diez mil habaneros más:
Que se acabe de morir o que me llegue el bombo...

Las cifras finales en este muy poco serio censo de deseos junto a la ceiba del Templete dicen que un 5% de los habaneros desea cambios en el país, dentro de los marcos del socialismo, un 1% desea larga vida a los gobernantes, un 49% desea que se mueran todos los dictadores, un 3% tiene deseos personales intrascendentes, en tanto el restante 42% desea alguna manera factible para escapar de la isla antes de las calendas griegas.
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Pensándolo mejor, las autoridades sí tienen motivos más que suficientes para festejar el 490 aiversario de San Cristóbal de La Habana, puesto que muy pocos de esos deseos se llegan a expresar en alta voz, y el gobierno cubano desde hace mucho tiempo dejó de creer en los milagros.
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sábado, noviembre 07, 2009

Perdiendo el miedo.

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Aún no se enfría el conflicto del Instituto Superior de Arte, cuando otro performance-manifestación tiene lugar en el céntrico barrio de El Vedado, en el mismísimo corazón de La Habana. Artistas y bloggeros cubanos recorrieron ayer la calle 23 portando carteles que apelaban a la no violencia. No + violencia, Súmate, decían las pancartas, en una alusión global al cese de la violencia, pero también al deseo local de terminar con la violencia política, con la represión de la individualidad y las libertades del cubano medio.

Curiosamente, a poca distancia, algunos bloggeros, entre los que se encontraban las muy reconocidas Yoani Sánchez (Generación Y) y Claudia Cadelo (Octavo Cerco), eran interceptados por la policía política, golpeados y sacados de la zona en automóviles, sin presentar cargos, órdenes de arresto, ni siquiera identificación. Apenas el grito de advertencia a los que se acercaron explicaba el cariz del arresto: “No se metan, son unos contrarrevolucionarios”…

El objetivo del virtual secuestro era impedir que aquellos vigilados bloggeros participasen de un acto público en el que ni siquiera se dieron discursos, ni se apeló a la subversión, sólo se pedía el fin de la violencia, de esa misma línea dura que los esbirros no tuvieron mejor manera de poner en evidencia sino golpeando e inmovilizando a personas cuyo único crimen ha sido pensar por cabeza propia y escribirlo en internet.

“Hasta aquí llegaste Yoani, se te acabaron las payasadas”, dentro del auto, y al mejor estilo batistiano, así habló uno de los compañeros del MININT a la bloggera cubana de mayor reconocimiento internacional, mientras le tiraba del cabello y apenas podía respirar ella con una rodilla clavada en el riñón. Entre tanto, los manifestantes desandaban la calle 23 con carteles clamando por paz, amor, reconciliación, y algún que otro grito de “prosperidad” que, a buen entendedor, revela aquella inconformidad social conque los jóvenes cubanos ya están perdiendo el miedo a manifestarse.

Esta vez, además del temor que sienten los gorilas por el poder creciente de la palabra pacífica, de la razón individual – y al que hace alusión la propia Yoani en su entrada más reciente al blog – queda demostrado que los jóvenes, artistas e intelectuales en su mayoría, han comenzado a entender su inalienable derecho a la manifestación y al libre pensamiento, perdiendo poco a poco el miedo a los golpes, a las represalias y al chantaje.
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Pronto habrá muchos más carteles en las calles de La Habana. Vivir para ver.
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Algunas vistas del vídeo subido a internet, tomado con celular, no muy pixeladas, pero bien claras en cuanto a su mensaje.
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miércoles, noviembre 04, 2009

Motín en el ISA.

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Por alguna razón, ningún medio de prensa internacional se ha hecho eco de la revuelta que ha conmovido al Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA) desde el 22 de octubre pasado. Sólo gracias al blog Los hijos que nadie quiso, del escritor Ángel Santiesteban, hemos podido ver las imágenes del conflicto que comenzó en el comedor del instituto y conocer detalles del acontecimiento en las áreas del antiguo Country Club de Cubanacán.

Luego de protestar con cucharas y vasos al ritmo del “está bueno ya de abuso”, de Juan Formell, en un mediodía más de hambre y escuálida dosis alimenticia, la manifestación se extendió a otros espacios de la escuela, en tanto el rector, Rolando González Patricio, convocaba a los sublevados a conversar en el salón de actos, una intentona que no habría de traer consigo sino extensas arengas sobre el bloqueo, la crisis económica internacional y a no dudarlo, la austeridad y el sentido del sacrificio que debe tener un revolucionario en estos tiempos que corren. Como era de esperar, con el rector colaboraron los compañeros del partido y los cipayos de la UJC, dirigentes juveniles que procedieron a intimidar a sus compañeros en lugar de apoyarlos. Algunos de los comentarios dejados en el post Los retoños contra el patriarca, dan fe de lo que acontece en este mismo día en el instituto habanero. Un estudiante desde Cubanacán explica quiénes son los que aparecen en las imágenes, un profesor solidario comenta su preocupación por el bienestar de los muchachos, y alguien que, desde afuera, ha tratado de localizar telefónicamente a un familiar estudiante, refiere como le ha sido negada la posibilidad de hacerlo.

La mitad de los becados – los que comen y duermen en el internado, la mayor parte de ellos, llegados desde provincia – y una facción de los externos, se sumaron a la protesta. En las fotos puede apreciarse el happening con que optaron por manifestar sus enojos: una estudiante posa junto a un letrero revelador: “Los dioses que se busquen un altar”…

Al parecer, como suele ocurrir en casos como este, las instancias superiores aflojaron la válvula. Era de esperar una mejora en las condiciones, pero aún está por verse si al cabo serán tomadas represalias en contra de los jóvenes amotinados, y si el aparente aislamiento de la academia será algo más que una medida cautelar, una especie de cuarentena para impedir cualquier acceso externo que pueda revelar detalles comprometedores.

No cabe duda de que los jóvenes son siempre el motor principal de los grandes cambios sociales, y no sería la primera vez que los artistas, más sensibles y emotivos por definición, hiciesen detonar en Cuba el primer brote de rebeldía en lo que va de siglo. Ya desde antes el Instituto Superior de Arte de La Habana tenía fama de ser un buen caldo de cultivo para los respondones. No pocas exposiciones conflictivas tuvieron lugar en la facultad de Artes Plásticas, no pocos performances contestatarios, irreverentes obras teatrales y audiovisuales han sido muestra, durante los últimos lustros, de la inquietud y la inconformidad de los muchachos con el controvertido sistema que los forma y los manipula. No pocos artistas formados en sus aulas y que más tarde laboraron allí como profesores – entre los que se encuentra quien estas letras escribe – ya desde la época de estudiantes alcanzaron a abrir los ojos a la retorcida realidad de la isla, una realidad que contradecía de raíz a la aparentemente altruista política cultural del estado cubano.

Al menos esta vez sí que podremos decir, con todas sus letras: Cubanacán es más.

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Hambre. Fotografía de Ángel Santiesteban.
Aquí va un artista... (decía originalmente la camiseta) CON HAMBRE (escribió posteriormente).
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PD:
En el ya mencionado post de Ángel Santiesteban, un estudiante anónimo ha escrito varios comentarios desde La Habana, este entre ellos:
Gracias a todos los que están atentos de nuestro bienestar en el ISA. No les miento si les aseguro que tenemos miedo. Mucho miedo. Pero en aquellos dos días sólo pensamos en hacer lo correcto, en exigir nuestros derechos. En ese momento no pensamos en el después. Ahora que han pasado las horas y estamos a la espera, es muy difícil mantenerse sosegado. Pero lo vamos a lograr. Y eso es lo importante. Cada vez que puedo entrar al blog y leer, luego le informo al resto de los alumnos, aquellos de confianza, sobre la solidaridad de ustedes. Y eso nos emociona. Por otro lado, sabemos que la oficialidad hace el trabajo de captar a los alumnos más débiles, a cambio le ofrecerán no dañarlo. De todas formas, lo hecho no se puede cambiar, y lo que sí estamos seguros es que si tenemos que volver a exigir nuestros derechos, lo volveremos a hacer (...)
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lunes, noviembre 02, 2009

Olatz Cacho se lava las manos.

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Cada época tiene su propia definición de lo que significa Derechos Humanos. En el siglo XVIII era muy común entender que los negros esclavos traídos de África no tenían más derecho que trabajar, recibir una magra ración y cuando más, festejar algún que otro ritual pagano. Aparentemente, aquello era razonable para los peninsulares y criollos ricos, y el capitán general podía considerar sedicioso a quien se atreviese a considerar lo contrario.

Siglos más tarde, todavía quedan dudas sobre lo que se considera derechos inalienables para los seres humanos que habitan el archipiélago cubano. Cualquiera diría que, en efecto, el pueblo tiene cubiertos sus derechos primordiales: la atención médica y el acceso a la educación, ambos de manera gratuita. Estos, sin duda alguna, son bases humanas que podrían servir de soporte a una sociedad justa. ¿Qué sucede entonces con Cuba y los Derechos Humanos?

Admitamos por un momento que la sociedad cubana – sin abundar en complejidades sobre la excelencia o decadencia de los sistemas de salud y educacional – consiguió garantizar a todos algo tan importante como los hospitales y las escuelas. Vamos a dar por sentado que un cubano cualquiera tiene derecho a operarse del corazón, o a formarse como cirujano sin tener que desembolsar grandes sumas de dinero. Si comparamos, en este sentido, a La Habana con Lima o Brazzaville, es probable que salte a la vista aquella ventaja que el estado otorgó a sus habitantes luego de desmantelar un sistema capitalista que, como todos los del mundo, daba prioridad al mercado por encima de la justicia social.

Muy bien… ¿ahí termina todo?

Al quedar ya casi rebasada la primera década del siglo XXI, los derechos ciudadanos parecen ser algo más que la pobre ración de los esclavos africanos, inclusive mucho más que un sistema educacional o de salud que garantice el acceso gratuito, más o menos expedito, a sus bondades. Más aún, la definición de Derechos Humanos se ha ido extendiendo más allá de lo simplemente justo, más allá de la igualdad social, y hoy día se mezcla también con el tan llevado y traído concepto de Libertad, ese que nuevos capitanes generales se empeñan en seguir considerando pura y llana sedición.

Sigamos suponiendo que el gobierno de Cuba, de buena fe y en la pelea por conservar aquellas conquistas de equidad social, no ha tenido más alternativa que limitar drásticamente el resto de los derechos ciudadanos, a saber, libertad de expresión, libertad de comunicación, libertad de asociación, libertad de prensa, libertad de acceso a la información, libertad de comercio, libertad de patrimonio privado, libertad de desplazamiento, libertad… Entonces ¿siguen siendo tan capitales las conquistas igualitarias cuando el resto de los derechos humanos – esos que a menudo se entronizan con el derecho a la libertad – emergen en mayor cantidad, marcando de manera definitiva la injusticia de un estado que alguna vez pretendió ser el más justo del mundo?

Cuando el señor Olatz Cacho, representante en España de Amnistía Internacional, niega de plano su apoyo a la Campaña Concierto por la Libertad Total de Cuba, y en su mensaje de respuesta llega a decir que “reconocemos que algunas libertades sí se respetan en Cuba”, no hace sino enrarecer el concepto que debería definir a la organización que personifica. Reconoce como “libertad” a los derechos del cubano a la salud y la educación, y desconoce como “derechos” a la falta de todas las demás libertades en la isla. Y ese “algunas libertades” incluso, convierte a su comunicado, casi sin querer, en un cobarde retruécano que tímidamente evita la responsabilidad de criticar al gobierno cubano en un momento en que la Comunidad Europea, y España en particular, se debaten en un misterioso caldo de amor-odio con respecto al régimen castrista, porque al decir “algunas”, está dando por sentado que “no todas las libertades” se respetan en Cuba, y que aún así, su entidad no tiene nada que hacer en ese asunto del concierto.
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Todavía el encanto de un cuasi emperador consigue, sin titubeos, que una institución tan históricamente comprometida como Amnistía Internacional, se lave las manos ante la épica crucifixión de todo un pueblo.
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