domingo, julio 26, 2009

FARVISIÓN: La Pipa Blindada.

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(Con imágenes cortesía del Periódiko Guamá)

En la ciudad de Bayamo acaba de probarse exitosamente el prototipo de un vehículo de combate tierra-tierra, y que ya está listo para entrar en acción en otros territorios del país, incluso en zonas más hostiles que la ciudad de Bayamo, cuna de la cultura nacional, villa de trovadores, coches y puestos de frituras.

La Pipa Blindada es a prueba de ataques, es capaz de mantener con vida a los elementos que la conducen, y desplegar con éxito misiones tan riesgosas como llevar a los barrios cubanos la distribución equitativa de refresco carbonatado en el caluroso verano caribeño. Otra ventaja es que sus ocupantes pueden agregar agua al producto y manichear con el efectivo sin riesgo de ser señalados por testigos, recibir multas o incómodas pedradas.

El alto mando del ejército oriental está estudiando la posibilidad de arriesgarse con el traslado y comercialización de cerveza, más aún, hacer extensiva la experiencia a la capital, Ciudad de la Habana, usando caravanas de pipas blindadas que pueden repeler campos minados y/o emboscadas, pero hasta el momento los jefes del Ejército Occidental se han negado, por considerar el posible ejercicio como una maniobra inútil que sólo puede acarrear la pérdida de vidas humanas e incontables daños colaterales.

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martes, julio 21, 2009

A veces sueño que toco el piano igual que Aldo López Gavilán.

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Cuando conocí a Aldo López Gavilán, confirmé una de las ideas que siempre he tenido acerca del carácter de los artistas verdaderamente brillantes: suelen ser personas modestas.

No dudo que existan seres talentosos y al mismo tiempo, carentes de humildad, pero eso no cuenta cuando se trata de genios. Los creadores fuera de serie no tienen nada que demostrar, su obra se presenta por ellos y no necesitan hablar bien de sí mismos, ni mal de los demás.

Aldito es uno de esos instrumentistas que nacen muy pocos en cada siglo. Compositor de altos estudios académicos, descendiente de una verdadera dinastía musical cubana, tiene el don de jugar con el teclado de su piano, de fabricar montañas rusas de sonido, como si aquello fuese lo más sencillo del mundo.

En enero andaba él por la ciudad de Álamos, esa villa colonial tan parecida a Trinidad, donde hace casi un siglo naciera la doña, María Félix. El músico llegaba para participar de un festival en aquel territorio célebre por sus fantasmas, acompañando a la cantante Diana Fuentes junto a otro virtuoso cubano, el guitarrista Elmer Ferrer. No venía para dar conciertos propios, sólo le hacía la pala a su amiga, sirviéndole de simple miembro de la banda y sin que nadie supiese, por esta parte del país, que el morenito del teclado era uno de los monstruos del piano mejor dotados del planeta.

En una de esas noches, mientras descargábamos en el patio de una vieja casona – y luego de que Diana abandonara su lujoso hotel, aterrada por los relatos de ultratumba que allí se corrían de habitación en habitación, para unírsenos en la casa rentada – recuerdo haberle contado a Aldo como yo a menudo soñaba que tocaba el piano como él. Le explicaba como a veces me veo en sueños delante de un piano, y como mis manos tocan con excelencia una abigarrada sonata desconocida, y al referirle que su talento significaba para mí un intenso anhelo onírico, tan irrealizable como cuando sueño que floto en la ingravidez, le estaba manifestando mi punto de vista, mi tremenda admiración por su capacidad musical.

Él sin embargo, sólo sonreía como si yo hubiese exagerado algo, y cambiando de tema me comentaba divertido como en pleno concierto de Álamos, el público ovacionaba a Diana por sus encantos histriónicos, a Elmer por sus solos de guitarra eléctrica, pero que a él nadie le gritaba cuando improvisaba al piano, y sólo consiguió una desaforada ovación cuando soltó el teclado y se puso a bailar al ritmo de la salsa fusionada con jazz, en uno de los temas más aplaudidos de la noche.

Se reía de sí mismo y del orgullo de los grandes instrumentistas, porque Aldo, como cualquier cubano residente en la isla y que vive de su trabajo, sólo pensaba en ganar algo de dinero para regresar a La Habana con su familia, y comprar unos cuantos paquetes de pañales desechables para su criatura recién nacida.

Los genios, a fin de cuentas, raras veces lo parecen.
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Aldo López Gavilán en el teatro Amadeo Roldán, de La Habana. Frère Jacques.

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Aldo con mi hijo Álvaro, en Hermosillo. Quizás mi chamaquito sí llegue, en mi lugar, a ser tan buen pianista.

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martes, julio 14, 2009

Guardería y remolcador "13 de Marzo": niños muertos, asesinos vivos.

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En la plaza Emiliana de Zubeldía, delante de la Universidad de Sonora y justo en el cruce del Bulevar Rosales con el Luis Encinas, aquí en Hermosillo, desde hace más de un mes colocaron un altar de madera con cruces, velas y juguetes. Una pancarta con los nombres de los 48 niños hasta ahora fallecidos en el incendio de la guardería, se mantiene como recordatorio de que aún no han sido castigados los responsables.

La gente hace marchas, como la sexta de ellas que tuvo lugar el sábado pasado, pero hasta el momento sólo han acontecido vagas investigaciones y la descarada fuga al extranjero de unos cuantos ricachos que durante años se habían estado beneficiando con las ganancias netas que deja la subrogación de guarderías, dejando a un lado las mínimas condiciones de seguridad para los pequeños.

Cerca de allí, en la barda de madera que protege la construcción de lo que será un enorme paso a nivel, alguien escribió: “¿Qué, ahora los culpables van a ser los nenes?”, y mientras andaba yo por la acera del bulevar, recorriendo con la mirada los restos de vallas y carteles con propaganda electoral, pensaba en lo recurrente que resulta la impunidad de los criminales cuando se trata de vidas infantiles, en la facilidad que tienen los poderosos para silenciar o disimular el genocidio.

Quince años atrás, a pocas millas de la Bahía de La Habana, otros niños eran masacrados, junto con jóvenes y adultos - y no por negligencia sino por puro placer -, cuando 68 personas intentaban escapar de la isla en el remolcador 13 de marzo. Seis niños menores de cinco años (así como los de la guardería, excepto una más pequeña aún, de apenas seis meses), otros cuatro menores de doce, y más adultos hasta un total de 37 víctimas, fueron empujados al mar con cañones de agua, abandonados a su suerte junto con los sobrevivientes que fueron rescatados de puro milagro por un barco griego que pasaba cerca de allí, en la oscura madrugada del Caribe.

El remolcador pertenecía a la Empresa de Servicios Marítimos del Ministerio de Transporte, al igual que sus perseguidores, los barcos Polargo 2, Polargo 3, y Polargo 5, que acorralaron a los fugitivos. El Polargo 3 embistió al 13 de marzo por detrás, partiéndole la popa, mientras Polargo 2 y Polargo 5 bloqueaban los laterales y lanzaban agua en chorros a presión.

De nada valieron los gritos de las madres y sus hijos. Un bebé se resbaló de los brazos de su mamá, mientras otros niños se hundían tratando de aferrarse a una nevera. Las lanchas guardafronteras miraban a prudencial distancia, para no obstaculizar el tono civil del acontecimiento, y tampoco ofrecieron ayuda alguna a los sobrevivientes.

A estas alturas, no sólo siguen desaparecidos los cuerpos de las víctimas, por negativa expresa del gobierno a recuperarlos, sino que los culpables siguen caminando por las calles de La Habana sin el más mínimo temor a ser enjuiciados. El crimen es evitado por la prensa nacional, a no ser para tildar de antisociales a los que pretendían fugarse en el remolcador y ensalzar a sus asesinos, calificándolos de “leales patriotas”.

Niños mueren en Hermosillo como niños murieron en La Habana. Los poderosos se las arreglan para salir limpios de culpa – “durmiendo como bebé”, al decir del ya casi saliente gobernador de Sonora, Eduardo Bours – y prosiguen tranquilamente su paseo por la vida.
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¿Hasta cuando?, es la pregunta que se hacen los mexicanos, y que también nos hacemos los cubanos cuando ya casi termina la primera década del siglo XXI… ¿Hasta cuándo la pinche, la singá impunidad?
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Fragmentos del documental 'Niños del Paraíso', de Mari Rodríguez Ichaso, con declaraciones de los sobrevivientes de la tragedia.
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Tela junto al altar de la Plaza Zubeldía, con los nombres de los 48 niños hasta ahora fallecidos. Nótese que todavía quedan espacios libres.
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POST POST:
Pocas horas después de haber subido la entrada, una buena amiga hermosillense, la periodista Silvia Núñez Esquer, me envió un enlace - que aquí reproduzco - con el artículo Caso ABC: las madres del incendio, donde queda claro que los de acá no cejan en la voluntad de hacer justicia. Debo agregar que, como ya escribí en el post del día 6 de junio, admiro la actitud digna de la gente en Hermosillo, y la entereza de personas como Patricia, madre de Andrés, niño víctima del incendio. Afortunadamente, a pesar de la tristeza, los hermanos mexicanos tienen la posibilidad de expresarse y exigir castigo a los responsables, y así es posible que alguna vez se haga justicia respecto al desastre de la guardería. Por desgracia a los cubanos hace tiempo se nos cercenó el derecho a disentir, y con ello se esfuma el chance de castigar a los asesinos del remolcador, o a los que ordenaron masacrar, desde las altas esferas del gobierno, a 68 seres humanos, el 13 de julio del 94.
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Semanas después, agrego otro link muy revelador, sobre los prófugos de Sonora, en el blog All about la Eve, de la escritora Eve Gil, la entrada Se buscan. Otra vez la parábola se desequilibra: los asesinos nuestros no han salido de Cuba. Todo el mundo sabe quiénes son, y ni siquiera tienen que escapar del país para evadir a una legalidad oficialista que los considera héroes de la patria.
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lunes, julio 13, 2009

Ochoa y el trato con la fiscalía

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- Arnaldo, esto es extraoficial, pero es un recado que te manda el jefe personalmente: Retráctate, hazte un buen harakiri, limpia la imagen del gobierno y de la Revolución, cállate los datos comprometedores que no tengan que ver con el resto de los acusados… Esa es la única manera que tienes de salvar la vida.

Arnaldo Ochoa, condecorado héroe de la República de Cuba, pescado en manejos vinculados al narcotráfico, a Escobar y al contrabando de diamantes y marfil en África, no podía confiarse en que la constitución lo amparaba de la pena de muerte. Sabía que la ley no mezclaba a las drogas con la traición a la patria, que según el artículo 190.3 del Código Penal de 1987, le tocaban hasta 15 años por tráfico de drogas, pero también sabía que el fiscal había hecho bien su tarea, que había buscado algún delito por el cual pudieran condenarlo a muerte, y aunque traído por los pelos, ahí estaba ya, sumado al crimen de las drogas, el ambiguo delito de “actos hostiles contra un estado extranjero”…

Arnaldo Ochoa había cometido antes actos hostiles en contra de otros estados, sólo que había sido bajo las órdenes de quien ahora amenazaba con fusilarlo si no procedía a la limpieza mediática de las culpas. Mientras el mensajero del comandante, alto oficial y viejo compañero de armas, le comunicaba el acuerdo que podía salvar su pellejo, Ochoa recordaba cuando conoció a Luben Petkoff Malec, un guerrillero venezolano-búlgaro-judío que acudió en 1966 a Fidel Castro para invadir Venezuela, y rememoraba con claridad cuando estuvo entre los quince militares que el comandante en persona despidió en Santiago, con armas y dinero abundante, para desembarcar días más tarde en las costas de Falcón y unirse a la guerrilla de Douglas Bravo en contra del gobierno venezolano.

- No puede ser que este cabrón ahora vaya a fusilarme por “actos hostiles contra un país extranjero” – pensaba Ochoa mientras sopesaba la propuesta del edecán verdeolivo – si él mismo me mandó a invadir Venezuela, y ahora ningún país ha protestado siquiera por mis acciones.

Ni Estados Unidos, ni México, ni Colombia, ni Panamá habían expresado malestar alguno acerca de los delitos actuales, pero ya sabía el general que el linchamiento revolucionario no necesitaba demasiadas excusas para proceder con justificaciones sacadas de debajo de la manga.

En una de las pocas visitas familiares que le habían sido permitidas, conoció de la simpatía que había despertado en la población, y supo que la gente estaba en contra de su fusilamiento, que incluso aquellos que lo encontraban culpable, le pedían cárcel, no la muerte. Alguien le dijo que su figura de hombre maduro apuesto, de macho héroe de guerra comprobado, le estaba ganando muchas aficionadas entre la grey femenina. Aquello, lejos de aliviarlo, lo preocupó aún más. “Al jefe no le gusta que le hagan sombra, mucho menos cuando se trata de mujeres”…

- No te queda otra, Arnaldo – terminó asegurándole su antiguo compañero – o te retractas de todo, hablando maravillas de los jefes, o te la arrancan.

Días después, delante de la corte militar, y luego de haber escuchado a unos abogados defensores que más bien parecían fiscales en una novela de Orwell, Arnaldo Ochoa declaraba: “Yo mismo me desprecio (…) creo que sí traicioné a la patria, y que la traición se paga con la vida”. Sus declaraciones públicas limpiaron de ignominia al entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y por supuesto al jefe supremo del estado, pero el día de la sentencia no hubo piedad. El último perdón posible, el de Fidel Castro en su carácter de presidente, le fue negado de plano al general Arnaldo Ochoa.
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El viejo compañero de armas, aquel que había llevado el acuerdo secreto para una eventual salvación del amigo caído en desgracia, mordía su lengua mientras miraba, en su televisor, al locutor del noticiero decir con el más digno de los semblantes: “Granma publica hoy una nota, en la cual informa que en horas del amanecer de hoy, 13 de julio, fue aplicada la sentencia dictada por el Tribunal Militar Especial, en la causa Nº1 de 1989, contra los sancionados Arnaldo Ochoa Sánchez, Jorge Martínez Valdés, Antonio de la Guardia Font y Amado Padrón Trujillo…”

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Ochoa junto al comandante, en los años de gloria.
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jueves, julio 09, 2009

Michael Jackson está vivo, y adivina dónde.

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Me tomó de sorpresa la rotunda afirmación de Migue, más conocido en Marianao por su sobrenombre de “El Maikel”, apodo que se ganó desde la secundaria gracias a su vehemente afición a Michael Jackson. Migue imitaba al Rey del Pop en los chequeos de emulación del pre Manolito Aguiar, copiaba su baile como nadie en Cuba, y de seguro fue el primero en la isla en hacer el moonwalker. Nadie en todo el archipiélago se sabía como él los temas de cada disco, cada letra en inglés - en inglés de verdad - porque nadie sino él se molestaba cuando otro cantaba en una fiesta la versión cubiche de shake your body, aquel “se me cae la trusa” que tanto lo enervaba.

- Te jamaste el cable del fantasma – me dijo esta mañana por teléfono, desde Ciudad México – ayer vi la entrada en tu blog con lo del cuento chino ese. Comemierda, te jamaron por una pata. Eso no era un fantasma, era la sombra de un técnico de CNN.

Pero Migue no me llamaba sólo para desmentir el mito del espectro mediático. Tenía algo más inquietante entre las manos.

- Tú sabes que para mí ese tipo es sagrado – siguió diciéndome, y me extrañó que dijese “es”, y no “era” – y que yo no te iba a pasar gato por liebre. Aquello no podía ser el fantasma de Michael Jackson, porque… Michael Jackson está vivo, y adivina dónde.

Algo había leído sobre una supuesta foto del ídolo vivo con un paraguas – ni siquiera se le veía la cara, más bien parecía el fotograma de un videíto de celular con bajo pixelaje – y que lo habían visto en el este de Europa, o cruzando la frontera de México, así que mi respuesta al Migue debió sonar un poco escéptica.

- A ver, Migue, ¿dónde está Michael Jackson, aquí en México? ¿En Polonia?

- Asere, yo no te estoy cogiendo pa’punto. El Maikel está en Cuba.

Como lo conozco bien, sé que no bromearía con un tema como ese. Migue nunca fue mentiroso, ni siquiera inventó novias inexistentes en la época del pre, cuando todos los demás lo hacíamos. Migue se hizo arquitecto después de pasar el servicio militar, y ciudadano mexicano después de casarse con la dueña de una tienda en el barrio fino de Polanco. Desde que engordó, si acaso en fiestas ocasionales bailaba el moonwalker, y sólo con tres o cuatro tecates previas a la demostración. En los noventa se había decepcionado algo con la manía de su ídolo por volverse blanco – el Migue es mulato oscurito, de dignos drelos – pero no tanto como para desterrarlo por completo de su colección de CDs, y tampoco dejó de asistir a convenciones internacionales donde se reunían los fieles al ídolo pop.

- Llegué ayer de Cuba, que fui a ver a mi familia. Mi prima Caridad trabaja en el Centro de Histoterapia Placentaria y me jura que hace dos días vio pasar por un pasillo a un tipo flaco, con ropa de invierno en pleno mes de julio, y que se le daba tremendo aire a Michael Jackson. Dice que apenas le pudo ver la nariz de color beige, y que enseguida unos gorilones la empujaron y se metieron con él en la consulta del doctor Carlos Miyares, aquel que inventó la cura para el vitiligo con placenta humana.

El Migue había reunido una serie de pruebas que acaso complementaban el azaroso encuentro de su prima. Su condición de fanático destacado del ex Jackson Five, lo había puesto en contacto directo con imitadores célebres de la estrella, desde que en 1992 asistiera a un encuentro de jacksonianos en Las Vegas, y me jura que uno de ellos era a quien en verdad llevaban en la camilla, con mascarilla de oxígeno, cuando se tomó la célebre última foto del Rey del Pop en un hospital de Los Ángeles. Al parecer el tipo estaba con cáncer terminal y se había hecho las mismas cirugías plásticas en el rostro. “La diferencia, me dijo, es que el copiador seguía siendo mulato, y eso se ve bien en la foto. El Maikel verdadero siempre se veía pálido, incluso en la oscuridad”.

Apuntaló su tesis con unas fotos que me mandó al mail, en una de las cuales aparece el padre del astro, Joe Jackson, riendo muy displicente un día después de fallecer su hijo, como si en verdad la familia no tuviera nada de qué preocuparse. El tema de la autopsia también parece extrañar al Migue, y me dice que el médico encargado de dar los resultados en una rueda de prensa, estaba tan nervioso e incoherente que más bien parecía estar escondiendo algo que mostrándolo. Pero lo más sospechoso, según él, fue lo que le reveló el astro a un colaborador suyo, días antes del deceso: "El Maikel le confesó que estaría mejor muerto antes que defraudar a sus fanáticos con un regreso por debajo de su nivel habitual..."

Mi viejo compañero de la escuela me decía que no había nada de raro en el hecho de que Michael Jackson quisiera seguir los pasos de su ex-suegro, Elvis Presley, de quien también se dice que no murió cuando se dijo que murió, sino que fingió su muerte para liberarse del peso de tanta fama.

- Ahora el Maikel debe estar pianito en algún punto de Cuba, relajado y tomando mojitos como si nada – terminaba su tesis el Migue – y como que allá no pasa nada sin que se enteren los de la cúpula, a lo mejor hasta lo tienen de invitado en Punto Cero, que la verdad, no tiene mucha diferencia la casa del comandante con la mansión Neverland.

Cuando finalmente Migue se despidió y colgó el teléfono, ya yo no sabía si creer en fantasmas o en resucitados. Si Michael Jackson era un espectro que merodeaba por su casona, o si a estas horas estaba tratando de broncearse en Varadero, o mirando a los pioneritos en Ciudad Libertad desde un Mercedes con cristales oscuros, lo cierto es que si había un secreto, y este se guardaba en Cuba, seguiría muy bien oculto a ojos de los simples mortales.

Todavía hay quien dice que Camilo Cienfuegos está vivo, y ese ni siquiera fue estrella pop.

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martes, julio 07, 2009

El fantasma de Michael Jackson en CNN, Thriller en mi Caribe.

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Mientras la televisión transmite en vivo los funerales de Michael Jackson, youtube eclosiona con versiones múltiples de una secuencia extraña: el Rey del Pop apareció en su forma fantasmal durante una entrevista que Larry King le realizara a Jermaine Jackson, hermano del difunto, y aparentemente transitando por los corredores cuando otro de los periodistas de CNN mostraba, en un pase alterno, el interior de la fastuosa mansión Neverland.

Tuve un déjà vu. Me vi frente al televisor Caribe de mi casa en La Habana, en los años ochenta, extasiado con el vídeo de Thriller, y un Michael Jackson, aún mulatico, que se convertía en espectro y bailaba con muertos vivientes aquella danza impecable, a la moda y terroríficamente atractiva.

Ahora la silueta ectoplásmica del fallecido cantante parece atravesar un pasillo, justo cuando el reportero conocía de cerca la puerta de una estancia que permanecía cerrada con cinco llavines, siempre que el astro necesitaba privacidad. Si en verdad se trata de un fantasma y no de un efecto óptico casual, es una lástima que no pudiera verse un poco más al detalle, para saber si el aparecido luce como en los juveniles años de Thriller, o como el pálido esqueleto danzante, devorado por las medicinas y los escándalos, que finalmente desapareció del mundo de los vivos en Los Ángeles, el pasado 25 de junio.
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Lamentablemente los fantasmas no son tan nítidos en CNN como en las películas de terror.

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Vídeo de la secuencia limpia, donde supuestamente aparece el fantasma de Michael Jackson. Saquen ustedes sus propias conclusiones.

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miércoles, julio 01, 2009

Especial. El agente David en Tegucigalpa (Veinte años después)

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Lunes 29 de junio. 19:00 horas.
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Acabo de aterrizar en Tegucigalpa. Hace rato no pasaba por este país, desde que se quemó mi fachada de doble agente de la CIA y la seguridad cubana, y casi canto el manisero aquí mismo en Centroamérica. Conozco muy bien esta ciudad, pues en los tiempos de Policarpo Paz fueron muchas las carreras que di para resolver los problemas entre Mister Benson y Ramiro Valdés.
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Pero hace unos días mi amigo, mi hermano de todos los tiempos, mi jefe Reinier (que ya es general de división), me encomendó una misión muy peligrosa.
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- Fernando – me dijo en La Habana – tengo que resolver un asunto y no confío en nadie más que en ti. Ya sé que estás viejo y que tienes problemas, que tu mujer te pidió el divorcio por lo de tu secretaria, y que tu hijo se quedó en Uruguay, pero…
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- Mi hermano, tranquilo. Tú sabes bien que la Revolución siempre ha sido mi prioridad. Yo no te voy a joder como Tony de la Guardia… ¿Qué es lo que te hace falta?
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Reinier necesitaba un agente que, haciéndose pasar por entrenador deportivo, viajase a Honduras, vía Nicaragua, y que se mezclase entre la gente para informar, a la alta dirección de los órganos de la Seguridad del Estado, lo que realmente estaba pasando en torno al golpe de estado que sacó del sillón presidencial a Manuel Zelaya. Tenían datos confusos sobre un eventual apoyo o repulsa al cuartelazo. Me confesó que la prensa nacional estaba enfocada totalmente hacia un rechazo al gobierno provisional, pero que tenían reservas en cuanto a un posible apoyo de la población, y que, de ser así, mi misión era preparar al gobierno cubano para no decir tonterías en un futuro cercano, tal y como era su histórica costumbre. “Mira Fernando”, me dijo, “en el fondo lo que le pasa a Raúl es que por primera vez el gobierno americano está en contra de un golpe de estado en Latinoamérica, y por si acaso, está viendo la mejor manera de llevarle la contraria a Obama, llegado el momento, que esos cabrones yanquis no tienen ningún derecho a estar de acuerdo con la Revolución”…
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Mi respuesta, sin pestañear, fue afirmativa, y de inmediato busqué mi mono deportivo Adidas, mi pasaporte a nombre de Eugenio George, técnico de voleibol, y mis viejas gafas Julio Iglesias.
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Apenas 72 horas después, emergí por una de las puertas de Toncontín, el aeropuerto más peligroso del mundo (debido a lo próximo que está de la sierra), el lugar estaba fuertemente custodiado por efectivos policiales, pero conseguí no llamar la atención gracias a mi mono deportivo, mis gafas y mi revista Zunzún debajo del brazo.
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Ahora, ya en un taxi rumbo al hotel Maya, en la colonia Palmira, sostengo muy fuerte mi pelota de voleibol con una mano, y con la otra escribo estas notas en mi bitácora secreta.
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Martes 30 de junio. 07:30 horas.
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En una cafetería del Bulevar Morazán, vi pasar a la primera turba, temprano en la mañana. Al parecer el toque de queda de anoche les hizo bien, porque durmieron bastante y se les nota mucha energía. Una pareja entró, pidieron café con dos de azúcar y croissant, y escuché claramente al esposo decir algo que anoté enseguida.
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- La OEA y la ONU deberían primero venir a hacer auditorías y revisar qué hizo Mel al pueblo hondureño, deberían pensar primero en el sufrimiento del pueblo, si Mel regresa al puesto.
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Alguien se asomó a la puerta y gritó: “¡La comunidad internacional no nos puede obligar a tener un gobierno que no queremos, si en eso consiste, que vayan todos a volar! ¡Viva Honduras!”
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Algo me hizo sospechar entonces que no todas las personas estaban en desacuerdo con el golpe de estado. No obstante, estaba yo en un barrio bueno, y era posible que la clase acomodada estuviese en contubernio con los golpistas, Por ello me desplacé de inmediato hasta las cercanías de la Casa Presidencial, donde ya un montón de gente coreaba consignas en contra de Micheletti.
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Me acerqué a la turba, tratando de evitar las pedradas. Yo que estuve en Sudáfrica y Namibia, en plena guerra, sentí un temblor en el estómago cuando vi acercarse un carro dispersando a la multitud con mangueras. Arrojaban agua de color rojo (para reconocer luego a los que huyeran y apresarlos) y temí por mi mono Adidas. Si esos militares me llegaban a manchar la ropa ¡se iban a enterar quién es Fernando Valdés Veitía!
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Detrás de una columna, un señor insultaba un camarógrafo.
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- ¡Parece que a los pocos seguidores sí los mostraron, pero a las caravanas que están impidiendo llegar para protestar contra el gobierno de Micheletti no las dejan entrar a Tegucigalpa!, ¿y a eso llaman democracia de Honduras?... Sean leales informadores de la noticia, y dejen de estar siguiendo la burla al patriotismo falso, ¡¿o es que los tienen amenazados como en los viejos tiempos?!
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Casi al instante a ambos les cayó encima el chorro de tinta roja. Mi mono Adidas escapó por un par de centímetros, así que decidí que ya era hora de ahuecar el ala y buscar otras zonas de información.
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Unas pocas cuadras más allá, en el Parque Central de Tegucigalpa, otra turba clamaba exactamente por lo contrario. Alguien con un micrófono arengaba: “Ya lo sacamos, si estuvo bien o mal ¡ni modo!. Y no nos dejemos intimidar con eso de la suspensión de fondos, si nosotros, el pueblo, nunca hemos visto nada de ese dinero. No tenemos buenas calles, no tenemos medicinas en el seguro, no hay buenos bordos. Mejor empecemos a trabajar. Y los que han hecho manifestaciones violentas son los haraganes pagados por Mel y su gobierno ¡que ahora tienen que trabajar!”
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Un tipo se dio cuenta de que yo era extranjero, y pensando que quizás trabajaba para la redacción deportiva de CNN, me contó que Zelaya había desoído a los poderes del estado, que quería hacer cambios ilegales a la constitución para eternizarse en el poder como Castro y Chávez, y que aquello no había sido un golpe de estado de verdad, porque el ejército se había supeditado al nuevo gobierno interino. Yo anoté todo, y confundido terriblemente por los acontecimientos del día, me dirigí hacia una de las colonias periféricas, para comprar un buen revólver.
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Miércoles 1º de julio. 12:05 horas.
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Siempre supe que la propia realidad de Cuba dependía de quién diera la noticia, pero por mi madre que allá en la isla nunca vi semejante división de opiniones. En La Habana no se hace una buena manifestación desde el año 94, pero casi todo el mundo, dentro de su casa, se caga en la madre de Fidel Castro. Yo soy un incondicional de mis jefes, pero sé muy bien que allá la gente no se quiere quemar como me pasó a mí hace veinte años acá en Centroamérica. Quizás Unamuno tenía razón cuando dijo aquello de que cada país tiene el gobierno que se merece.
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Mi informe a Reinier va a ser tremenda mierda, porque no estoy seguro si esta gente quiere a Zelaya o no. Unos apoyan la alianza con Venezuela, quieren de regreso al tal Mel, mientras otros no quieren ni oír hablar de la izquierda, insultan a Chávez y amenazan diciendo que si el tipo regresa lo van a meter preso.
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Yo, de vuelta en mi habitación del hotel Maya, limpio mi revólver y pienso en lo simples que eran las cosas en la época de la guerra fría.
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Notas:
- Sergio Corrieri, actor que encarnó al agente David en la serie En silencio ha tenido que ser, falleció en La Habana el 29 de febrero del 2008. Su personaje, un clásico de la televisión cubana, seguirá vivo por mucho tiempo más.
- Las opiniones de los personajes hondureños han sido extraídas de los comentarios abiertos en artículos de actualidad en La Prensa.hn.
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