miércoles, septiembre 22, 2010

Issac Delgado, nostalgia marianense.

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Por fin me cayó en las manos el disco L-O-V-E que Issac Delgado, el más buena onda de todos los salseros cubanos, dedicara a aquel ícono de la música romántica que fue Nat King Cole. Tal y como lo presentó en Madrid, en abril de este año, acompañado por Freddy Cole, hermano menor del cantante y por su cuenta un reconocido jazzista, el cual en un par de temas (Perhaps, perhaps, perhaps y Aquellos ojos verdes), parece revivir de entre los muertos a la peculiar voz de su hermano. El disco hizo un viaje larguísimo desde Alemania, pasando por Canadá y aterrizar por fin en México, este país que, junto a Cuba y Brasil, sirviese para que el King grabase sus discos originales en español, hace ya medio siglo.


Issac, desaparecido de la radio y la televisión en la isla después de que emigrase, como si su esmerada obra fuese plaga para el oído del cubano, llegó a ser nominado en el 2009 para el Grammy Latino, con el disco Así soy, y aunque la academia prefirió entonces premiar a una propuesta menor, marcadamente light como la de Luis Enrique, no cabe duda de que “el chévere de la salsa” sigue siendo un músico inquieto, creativo y al mismo tiempo un artista respetuoso de las tradiciones.


Aunque el primer Issac que recuerdo es un chamaco de mi barrio, hermano de Daría, mi compañera de aula desde pre-escolar hasta noveno, un mulatico más de Marianao con el que jugábamos pelota en las cuatro esquinas, tampoco dejo de recordar el ambiente artístico de su casa, con las llegadas de Ela Calvo, la célebre bolerista que era acompañada en la guitarra por otro hermano mayor. No sabía entonces que aquella buena señora que lo llamaba a comer con el grito pelado de “¡Issacitooo!”, era una de las más importantes actrices del Teatro Musical de La Habana, y una ex Mulata de Fuego de Tropicana en los años cincuenta. La casa de doña Lina Ramírez estaba a pocos metros de nuestra secundaria y era, a todas luces, un sitio diferente, bohemio, frecuentado por celebridades.


Parece ser que allí escuchaba Isaac, desde chiquito, aquellos discos de Nat King Cole (Cole Español, A mis amigos, y More Cole Español), de cuando el intérprete norteamericano anduvo contratado por el propio Tropicana, aquel cabaret en el cual había sido estrella la mamá del futuro salsero, ese que al cabo de los años por fin pudo armar su postergado homenaje, con todo y la colaboración de Freddy Cole. La aparición y apoyo del director de cine español Fernando Trueba, pudo haber sido definitoria para la consumación del sueño, aunque supongo que más tarde o más temprano igual lo habría llevado a la realidad. Issac es de esos músicos que, además de gozar de popularidad y talento, tienen también a su favor el buen ejercicio de la humildad y la dedicación.


L-O-V-E, su disco más reciente, es una prueba viva de su perseverancia y buen gusto. Una recopilación de temas que nadan con soltura entre blues, bolero y otros ritmos cubanos, y que además de ser un homenaje al ídolo, también resultan un tranquilo refrigerio para tardes calurosas, un toque de cubanía posmoderna, de lo mejor de aquellos años cincuenta colado en la nostalgia del siglo XXI.


Issacito, aún desterrado por la política cultural de su país, sigue siendo, de alguna manera, aquel buen chico marianense que no olvida los múltiples ingredientes que lo convirtieron en el artista maduro y respetado que es hoy.


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La versión de Quizás, quizás, quizás...

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domingo, septiembre 12, 2010

Silvio, el replicante.

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En una de las primeras entradas que subí a este blog, expuse la teoría de que Silvio Rodríguez había sido asesinado, como John Lennon, el día en que cantó El Necio para los dictadores en el Palacio de las Convenciones, y que en su lugar había quedado un impostor, un doble que, impedido ya de crear buenas canciones, se concentraría en imitar dificultosamente al Silvio original, ganar dinero a manos llenas y decir tonterías cada vez que le fuese posible hacerlo.


Estaba convencido de esa hipótesis, hasta que leí un impresionante post que esta entidad, (llamémosle, a falta de pruebas concretas, Silvio Rodríguez), en su blog Segunda Cita, y quedé convencido de que, no sólo quien escribe es alguien que usurpó la identidad del genio, sino que ni siquiera es de origen humano. Es un replicante, señores, como los de Blade Runner, un robot que fue construido muy parecido físicamente a Silvio, capaz de envejecer como el de la película de Robin Williams, pero más limitado en su libre razonamiento. Al replicante Silvio le pusieron, quizás en la UCI o en el CENIC, un programa para reproducir ideas entresacadas de las Reflexiones del Comandante en Jefe, y para despistar, también algo, lo menos subversivo, de las teorías revisionistas de Pedro Campos.


Cuando, para empezar, escribe que “…el gobierno revolucionario ha sido el mejor gobierno de nuestra Historia…” ya uno comienza a sospechar que algún componente del robot hizo corto circuito. Reconoce que “antes de la Revolución La Habana estaba mucho más pintada, los baches eran raros y uno caminaba calles y calles de tiendas llenas e iluminadas…” pero de inmediato unos cuantos microchips se le calcinan, cuando afirma: “Pero ¿quiénes compraban en aquellas tiendas? ¿Quiénes podían caminar con verdadera libertad por aquellas calles? Por supuesto, los que "tenían con qué" en sus bolsillos. Los demás, a ver vidrieras y a soñar…”


Sólo un androide pasaría por alto el hecho de que, si alguna parte de la vieja sociedad republicana regresó a la vida cubana actual fue, precisamente, la de no tener “con qué” en los bolsillos para entrar a esas tiendas privativas en las que una brutal mayoría sigue pegada a las vidrieras y soñando, no ya con un ventilador, como en la obra Aire Frío, de Piñera, sino hasta con un simple jabón de olor o un paquete de íntimas. Sólo un robot programado y con la cartera desbordante de dinero, con mansión nueva, estudio de grabación en la planta alta, vacaciones en el extranjero y carro lujoso, pensaría que las tiendas de Cuba ya no son privilegio de unos pocos.


El razonamiento del electrobardo se pasea por varias escenas de la república, y se precipita cándidamente en el mismo tópico oligofrénico de que Cuba, de haber seguido siendo capitalista, no habría evolucionado nada, absolutamente nada, en el último medio siglo. Pero este fragmento es de antología: “Muchos de los que hoy atacan la Revolución, fueron educados por ella. Profesionales emigrados, que comparan forzadamente las condiciones ideales de “la culta Europa”, con la hostigada Cuba. Otros, más viejos, quizá alguna vez llegaron a "ser algo" gracias a la Revolución y hoy se pavonean como ideólogos pro capitalistas, estudiosos de Leyes e Historia, disfrazados de humildes obreros…”


Y es que una de las razones más recurrentes para el chantaje emocional a los artistas, intelectuales y profesionales en general que disienten, se basa en este argumento de que “la revolución los formó”. No es un argumento de trovadores, o de poetas, sino de ideólogos estalinistas disfrazados de humildes obreros. El Silvio original, formado por cuenta propia a golpe de guitarra autodidacta, marginado en su juventud por la rebeldía de sus textos y expulsado de la televisión por un alto funcionario que lo acusó de diversionismo ideológico, no llamaría a estas barbaridades “errores y voluntarismos”, con la misma tranquilidad con que Fidel Castro acaba de desmentir lo que dijo en la entrevista con Jeffrey Goldberg, es decir, como si todos fuésemos retrasados mentales.


La necesidad de proyectarse hacia la opinión pública internacional, hacia las corrientes izquierdosas del mundo que idolatran al ícono fidelista más que a la realidad del cubano medio, me ha llevado a replantear la teoría del falso Silvio. Ahora creo que Fidel Castro mandó a matar al verdadero Silvio para experimentar con un replicante que llevaría parte de sus mensajes en cada gira por el mundo. Este autómata puede zafarse hasta tal punto de la realidad que, en su blog, es capaz de publicar, con un solo día de por medio, la letra de Resumen de Noticias y de El Necio, y no darse cuenta de que en la primera, el Silvio verdadero se mofaba de “los perseguidores de cualquier nacimiento”, que son los mismos individuos a los que el Silvio falso, ya habilitada su programación, dedicó el segundo tema en el Palacio de las Convenciones.


También prometió una canción (supongo que a la altura de lo que penosamente ha sido su disco más reciente, Segunda Cita) en la que va a comparar a la revolución con Prometeo, una revolución que “iluminó a los olvidados” para luego ser atada a la roca donde un águila equidna (el imperialismo) le devora las entrañas a manera de castigo. Puede que describa a Prometeo vestido de verde olivo, con barba y que refiera como al final siempre llega un Heracles (Kruschev, Chávez…), para sacarle de apuros. No cantará a Sísifo (el pueblo cubano) ni a la piedra gigante que este debe acarrear por toda la eternidad. Sólo cantará a la figura redentora del dios griego bajando de la Sierra Maestra con una antorcha en una mano, y en la otra, el fusil con mirilla telescópica que nunca usó más que para posar en fotos.


Para eso fue reprogramado el replicante por el propio líder, quien seguirá hablando a través de él hasta que se le acaben las baterías.


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viernes, septiembre 10, 2010

No habrá Generación P.

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No había que ser adivino para predecir el comportamiento del dictador cubano a raíz de su desaforado chiste en la entrevista que le concediese a Jeffrey Goldberg para The Atlantic. Vivir varias décadas bajo la bota del Comité Central es suficiente para adelantarse, cual meteorólogo a un frente frío, al predecible funcionamiento de la política fidelista.


Después de un animado intercambio que sostuvimos esta mañana en Facebook, entre otros, Camilo Venegas, Margarita García Alonso y yo, en el que se llegó a bromear con la posibilidad de que el comandante se iba a unir a las filas de la oposición y que hasta abriría su propio blog contestatario (Generación P, según Margarita, ella sabrá por qué), aún reinaba una especie de desconcierto ante la desfachatez flagrante de quien había declarado públicamente la incapacidad de un modelo que él mismo había creado y defendido a capa y espada.


La retractación llegó, apenas unas horas más tarde, en un encuentro que a todas luces programó para emitir su panegírico, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Castro admitió que la frase era real (!!!), sólo que no tenía el venenoso sentido que los mal pensados quisieron darle. Con la retórica mágica que convierte reveses en victorias, hizo que la frase textual “El modelo cubano ya ni para nosotros funciona”, llevara encriptado un código que todos pasaron por alto: “el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos, ni para el mundo, al que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves, globales y bla bla bla…”


La manera en que pretendía que viésemos a los Estados Unidos al decir “Cuba” y capitalismo al decir “modelo cubano”, seguirá siendo un misterio inextricable, una pesadilla para los semiólogos que estudian la relación entre significante y significado. La manera en que habría que leer una respuesta sobre la perfidia imperialista luego de una pregunta sobre si el modelo cubano es exportable, escapa a toda velocidad de la lógica más elemental.


Aún convencido de que aquel cerebro ya no llega ni de cerca a los niveles truculentos de antaño, y habiendo pronosticado ayer que lo del desmentido era sólo cuestión de tiempo, confieso, mis amigos, que esperaba una rectificación mucho menos chapucera que esa.


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jueves, septiembre 09, 2010

El chiste del año.

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Estaba ayer en mi clase de la Universidad Kino, cuando uno de mis estudiantes me mostró, en una notebook, un artículo aparecido en el periódico El Imparcial, un diario local, donde Fidel Castro decía que “el modelo cubano ya no le servía a Cuba”. Mi reacción inicial fue de total incredulidad. ¿Cómo era posible que el máximo conservador y defensor del sistema vegetativo isleño dijese, de buenas a primeras, que aquello, sencillamente, no funcionaba.


Todavía algo escéptico llegué a casa y busqué el artículo original de Jeffrey Goldberg, Fidel: 'Cuban Model Doesn't Even Work For Us Anymore', aparecido en el periódico The Atlantic. Una vez allí comprobé que la entrevista había sido hecha en un clima distendido, en un paseo por el acuario nacional, y que Fidel Castro estaba de buen humor, haciendo chistes para congraciarse con el primer periodista norteamericano que lo entrevista desde que abandonó el poder nominal.


La expresión que en estos momentos ya le está dando la vuelta al mundo ("El modelo cubano ya ni para nosotros funciona", a la pregunta de si dicho modelo sería exportable), fue un chiste, no una declaración de principios.


Cuenta el artículo de Goldberg: Alguien en la mesa mencionó que el acuario estaba cerrado los lunes. Fidel dijo, “Estará abierto mañana”. Y así fue.


No es posible que un dictador alardee de su poder total, al mejor estilo monárquico (¿que el acuario está cerrado mañana?, no te preocupes, que para mí lo abren, por algo soy el propietario de toda Cuba), y a la vez se replantee un error tan trascendental como el de la falta de operatividad de un sistema inventado por él.


Puede que muchos vean en esa entrevista el punto de giro que tanto estábamos esperando, pero para quienes conocemos de sobra el material y no nos dejamos llevar por cantos de sirena, este breve momento pudiera ser considerado apenas un chiste del comandante, una broma que se le fue de las manos delante de un periodista avispado como Goldberg.


Es muy probable que esta misma mañana, al despertar y ver la alharaca que ha levantado su declaración, ya esté buscando la manera de escribir alguna reflexión o salir en la Mesa Redonda para aclarar que donde dijo Digo, dijo Diego. Vivir para ver.


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miércoles, septiembre 08, 2010

Si es que ya no soy tu amiiiigo.

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De pequeños, muchos de nosotros seguíamos con deleite aquella serie infantil creada por una cubana radicada en Ecuador. Ana María Salas, nacida en Santa Isabel de Las Lajas, como Benny Moré, era una de esas extrañas figuras de los setenta que, aún residiendo en otro país, podían regresar y colaborar con algún organismo del estado, y hacerlo públicamente. La segunda temporada de Toqui (Quito, al revés), el títere tierno y educativo, fue hecha íntegramente en los estudios del ICRT, y cada niño y adulto de Cuba podía seguir semanalmente las historias del niño ecuatoriano, hijo de una creadora cubana, con todo y su agradable tema: “Si es que ya soy tu amigo, por siempre lo seré…”

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Cuarenta años después, según el artículo del decano de la prensa ecuatoriana, El Telégrafo, a 142 cubanos les han retirado la nacionalidad ecuatoriana, tras quedar al descubierto una compleja red de fraude por falsos matrimonios. Quizás Toqui, ya cuarentón, le hizo el favor a una de sus viejas amigas de la isla, y se casó con ella para que pudiese obtener su naturalización. Toqui, buen amigo, entendía las razones por las que la antigua pionera emigraba, desencantada de tantas cosas que en los setenta parecían hermosas y didácticas, y se aprestó a buscar algún recurso para que se pudiese quedar en Quito. Pero hoy la amiga cubana, a raíz del escándalo, ha quedado sin sus papeles, declarada ilegal y con una deportación en perspectiva.

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Hasta ahí todo parecería cosa normal. Las leyes enfrentan un delito y lo castigan. El Toqui cuarentón y su amiga violaron la ley ecuatoriana, eso es entendible y justo. El asunto se complica cuando la cubana deportada no puede ser recibida de vuelta en su nación, porque el gobierno cubano no la quiere. El gobierno cubano la borró como ciudadana cubana, y ahora ella está en un limbo jurídico difícil de resolver. Pudiera tratar de gestionar su regularización en Ecuador, o escapar a los Estados Unidos, pero de ningún modo podrá retornar a su patria.

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Toqui hizo lo posible, pero aún siendo tan simpático y educativo, ya no le será tan fácil como antes seguir ofreciendo su amistad a los cubanos.

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viernes, septiembre 03, 2010

Ardiendo el profeta de la aurora.

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Hace apenas días otorgó una amplia entrevista al diario La Jornada donde, ya no conforme con jugar a las premoniciones apocalípticas al estilo Nostradamus, terminó por afirmar “Llegué a estar muerto, pero resucité”, con lo cual ya se cumplimenta su auto evangelio, aquel que comenzó con los doce apóstoles que sobrevivieron al desembarco del Granma y se glorificó aún más con su figura redentora inaugurando la nueva Habana revolucionaria con una paloma posada en el hombro.

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Nuestro Mesías ya volvió de entre los muertos, pero, para tener su correcta ascensión, todavía necesitaba sermonear al pueblo de Judea. Hoy ordenó que llevaran a miles de estudiantes universitarios, en el último día de las vacaciones, a la escalinata del Alma Mater, y allí estaban los muchachos desde la madrugada, esperando por el discurso que sería ofrecido por el profeta al amanecer. Tempranito para que el sol no afectase demasiado a su ya resentida masa encefálica. Allí los universitarios se dispararon 45 minutos sin una palabra de la crisis cubana, sólo, una vez más, el terrible vaticinio de la inevitable guerra nuclear que nos va a hacer desaparecer a todos en cualquier momento.

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No sabemos qué cosa en concreto podrían resolver los estudiantes de la universidad para evitar el supuesto desastre nuclear. Los avisos y advertencias dentro de la isla no significan nada. Como siempre, el discurso del comandante no estaba concebido para sus escuchadores más directos, sino para la opinión pública internacional, para los adoradores que aún creen en su coherencia, para los noticieros y para los ilusos que acaso podrían decir mañana: “Gracias a las advertencias del comandante se evitó una guerra nuclear”. Eso sí, su presencia visionaria, al amanecer, materializó aquellas palabras guevarianas que alguna vez lo catalogaron, en un poema muy malo, como “ardiente profeta de la aurora”.

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Luego de cuatro años sin un buen discurso popular, finalmente el marchito nazareno verdeolivo tuvo su momento trascendental en el púlpito de la escalinata universitaria. La nueva generación ya necesitaba su dosis de miedo a las bombas, esa neurosis ya rebasada, pero que tanto nos inyectaron a los jovencitos de antaño. Cualquier cosa menos pensar en las ruinas de la nación cubana.

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Para cuando pase la alarma de apocalipsis, ya debe estar planeando nuestro sibilino mayor su nuevo sermón a los pies del dios Martí, su padre, en la histórica Plaza de la Revolución.

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