jueves, diciembre 31, 2009

Tenemos que ponernos duros con Dios. Oración de fin de año.

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Señor, ante todo, perdónanos por exigirte a ti lo que no hemos sido capaces de obligar a hacer a los que te han sustituido en Cuba por medio siglo, pero llegó el momento de ponernos duros contigo también y hacer unas cuantas murumacas a ver si te acuerdas de que creaste una isla en el Caribe que luego abandonaste a su suerte.

Devuélvenos señor, la dignidad que perdimos. Haz que se detenga el eterno peregrinar de los cubanos por el mundo. Nosotros no somos el pueblo hebreo, no te hicimos nada malo, no nos castigues en cada aduana de aeropuerto, no nos hagas avergonzarnos más por llevar pasaporte cubano. Danos de una vez la tan cacareada reforma migratoria o, en su defecto, envíanos a alguien que nos parta el mar en dos.

Otorga a los políticos de Cuba la serenidad para entender que el único Dios verdadero es el Pueblo, que es tu voz, que no se debe adorar imágenes de falsos profetas, aunque tengan barbas y los coreen multitudes. Regala a los ministros el valor suficiente para no aplaudir automáticamente a los apóstatas, para cambiar todo lo que deba ser cambiado y que nuestra gente por fin tenga su litro de leche diario, su pan de cada día con grasita y el peso justo, su vino agrio en moneda nacional y los abundantes peces de su propio mar, que ya están multiplicados y sólo necesitamos que alguien nos los lleve hasta la mesa.

Danos internet y regrésanos el bistec. Que ningún fariseo nos maltrate o encarcele por decir lo que pensamos. Que no nos llamen más mercenarios por escribir nuestras verdades. Ayúdanos a conservar un sistema justo de salud y educación, pero permítenos poner franquicias, tiendecitas y comercios que acaben de una vez con el mercado negro y den felicidad los sábados en la tarde. Alumbra a los economistas para que liquiden la doble moneda y los salarios de un mes alcancen más allá de tres días.

Señor, danos la resignación por tantos años perdidos y entereza para enfrentar los años que se acercan. Ya sabemos que estás bastante ocupado con el Medio Oriente, pero tienes más responsabilidad con nosotros, que no somos musulmanes, aunque te mezclemos a cada rato con el panteón yoruba, y eso te encabrone.

Dios todopoderoso, tú que nos enseñaste a amar al prójimo como a nosotros mismos, danos este año la pequeña licencia de desearle la muerte sólo a uno de tus hijos. Ya sabes de quién te hablamos, lo que se sabe no se pregunta. No tiene que ser una muerte cruel ni dolorosa, conque se acabe de morir de una puñetera vez, así sea en la paz de su opulento hogar, es suficiente.

Cincuenta y un años ya es bastante, señor. Está bueno ya. Por favor, ponte para las cosas, padre nuestro que estás en los cielos.
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Amén.
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miércoles, diciembre 30, 2009

Tolerados y desterrados.

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La de años que estuvo fuera de la vista pública la popular película Guardafronteras, de Octavio Cortázar (con guión suyo y del poeta y novelista Wichy Nogueras), y sólo porque el actor Salvador Blanco, con un personaje secundario - pero muy popular en aquella época gracias al programa Para Bailar, de la televisión -, abandonó el país y se fue a vivir a los Estados Unidos.

En los noventa llegamos a un punto en el que parecía que ya no se podía retransmitir casi ninguna película o teleserie, porque en todas había uno o varios actores que ya no vivían en el país. Cuando el más grande de todos, Reynaldo Miravalles, también emigró al norte, los programadores tuvieron que escoger entre sacarse de encima el prejuicio político de no dar más crédito a los emigrantes y enterrar de una vez y para siempre la historia del cine cubano. Miravalles, en casi cincuenta años, había estado presente en la mayor parte de las películas cubanas más emblemáticas. No era ya cosa de broma engavetar una obra tan descomunal, sólo para mantener lejos de la mirada popular a aquellos actores y actrices que podrían contaminar a las masas con el terrible virus de la deserción.

Por eso ya no me extraña que la televisión cubana reponga próximamente la novela Sol de Batey, y la serie El Balcón de los Helechos. La figura protagónica en ambas, con un par de décadas de por medio, es esa otra estrella de la actuación cubana, la habanera Susana Pérez, quien hace un par de años decidió quedarse a vivir en La Florida. Ya no es posible prescindir de su legado, como tampoco del de Miravalles, sólo por el capricho de una postura política en el poder que no suele reconocer la validez en la vida y obra de un emigrado. Por ello los programadores tienen que hacer de tripas corazón y dejar aparecer a los desertores en la aséptica pantalla nacional, al menos en lo referente a lo dramático, porque todavía muchos grandes músicos cubanos siguen desaparecidos de los medios masivos de comunicación de la isla, como si jamás hubiesen existido.

Todavía la memoria de la cultura cubana en el fidelismo borra a Celia Cruz y a Paquito D'Rivera con la misma tozudez conque voltea a un lado para no reconocer la grandeza del Duque Hernández o de Guillermo Cabrera Infante. Y es que Miravalles, Susana, Casín, y un largo etcétera, suelen reaparecer como personajes de ficción, y eso los “purifica”, en parte, ante los ojos de la dictadura. Aquellos que se representan a sí mismos en un escenario - no importa si se trata de la más grande sonera cubana, la megaestrella de mayor alcance en la historia nacional, querida y transmitida en cada rincón del planeta excepto en el suyo propio - serán desterrados de su patria por una temporada aún más larga e impredecible que la de sus colegas, los actores.

El día en que la televisión cubana transmita el último homenaje a Celia Cruz en vida - con todo y la conducción de Gloria Estefan - de la misma manera en que deja ver a Susana Pérez en El Balcón de los Helechos, o a Miravalles en El hombre de Maisinicú, ese día podremos decir que, al fin, algo está por cambiar en nuestra amada y siempre politizada isla de Cuba.
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lunes, diciembre 28, 2009

Mi abuelo me contó de la tercera dimensión.

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Cuando era niño, a veces mi abuelo me contaba sobre un mágico cine que hubo en La Habana de los años cincuenta. Me decía que con unas gafas especiales era posible ver una película en tres dimensiones, y que la gente se cubría la cara cuando, mirando Museo de cera, algún personaje lanzaba algo en dirección al lente. Supongo que el arrobamiento de mi rostro infantil, en aquel entonces, sería muy parecido al que tuve ayer en la tarde mientras participaba de la experiencia Avatar, el último estreno de James Cameron, en una sala de Cinemark acondicionada para 3D.

El encantamiento va más allá de la historia misma que cuenta la película – una sencilla trama medio Rambo, medio Danza con Lobos, con el héroe americano que conquista a la hija del jefe y salva al planeta del villano desquiciado, eso sí, con una bella tesis acerca de la armonía espiritual entre los humanos y la naturaleza – y se estimula a partir de una puesta en pantalla alucinante, con los detalles de la animación llevados hasta límites casi imposibles de creer, y donde los sentidos alcanzan un orgasmo múltiple con las formas y el sonido de la tercera dimensión.

Desde las pequeñas hojas que se desprenden y que casi pueden tocarse con las manos, hasta una granada de humo que casi te pega en un hombro, todo transcurre en la prestidigitación de un espectáculo tridimensional, multiplicado en texturas insospechadas, auténticas.

Y mientras me pregunto cómo voy a enfrentar otra vez una película convencional en dos dimensiones, mientras ya los japoneses están anunciando para el 2010 el lanzamiento de una pantalla de televisión en 3D, también me pregunto cuándo mi gente de La Habana podrá disfrutar de un espectáculo como el que vi ayer en la tarde. Sé de muchos de mis amigos que se sentirían como yo cuando mi abuelo me contaba del cine en tercera dimensión, sé de muchos que escucharían como algo místico la narración de cómo me puse los lentes y entré al mundo de Jake y Neytiri. Porque los cines de La Habana, esos que aguantan estoicos cada Festival de Cine, siguen con la misma tecnología de mitad del siglo XX, y ya escasea incluso la película en celuloide, sustituida por copias piratas de vídeo. Para muchos de mis amigos de allá, gente valiosa y trabajadora, aún es un lujo comprarse un simple reproductor de DVD, así que la era de las multisalas y el cine en tercera dimensión parece bien lejana todavía en el horizonte de sus sueños.
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Ojalá me equivoque. Ojalá el 2010 que casi llega – desde febrero 14, el año nuevo lunar Tigre de Metal – sea un año de grandes cambios. Ojalá mis amigos de La Habana puedan ver como yo lo hice, si no la segunda parte, al menos la tercera o la cuarta de la saga de Avatar.

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sábado, diciembre 26, 2009

Cuando la razón puede más que la idiotez.

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Gracias a unos amigos de youtube, a pocas horas del concierto de Buena Fe en Miami ya fue posible actualizar nuestra visión del fenómeno con imágenes directas, tanto del concierto en el teatro Artime, como de la oligofrénica – no por ello menos esperada – protesta de Saavedra y su piquete de Vigilia Mambisa.

Los dinosaurios políticos, desde la acera opuesta y con un número de correligionarios francamente ridículo, arengaban a los muchos ciudadanos que, de muy buen humor, esperaban para ver en vivo al dúo trovero recién llegado de la isla.

Vale la pena ver el vídeo subido por la amiga Mary, en La Voz del Cauto, su canal de youtube, sobre todo para comprobar como a la retórica anticastrista de siempre, anclada en la amargura y el resentimiento, se le contrapone una nueva generación de cubanos emigrados, desprejuiciados y listos ya para una nueva era de integración cultural. A estas alturas, para los impostergables cambios que necesita nuestra nación, influye mucho más un verso profundo como “vuelve el telón y hay un alcohólico urbano / que hace un resumen de gran maestría / de cada cual según su trabajo / a cada cual según su picardía”, o “…y si por un azar de la vida / usted se encuentra a salvo / no se olvide al vecino que almuerza una soga de barco…”, que proclamas tan avinagradas como “nosotros estamos en contra de ustedes porque ustedes están ayudando a la tiranía castrocomunista”, o “la Charanga habanera son unos mercenarios”

Las imágenes del concierto hablan por sí solas. Aunque no se trate del American Airlines Arena, donde hace pocos meses actuase Habana Abierta junto a Willy Chirino, es evidente que el teatro Manuel Artime se repletó para escuchar a estos trovadores guantanameros radicados en La Habana, y que el disfrute general fue honrosamente catártico. Ya llegará el momento de llenar plazas mayores con la simple poesía musical que sale de nuestra Cuba de hoy.
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En cualquier caso, qué gran cosa terminar el año sabiendo un poco más cerca a las tantas orillas de la familia cubana.

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Los cuatro gatos de Saavedra y Vigilia Mambisa, arengando con bocina y todo.
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Los cubanos razonables, de este lado de la calle, de muy buen humor,
le gritaban a Saavedra: ¡Que cante otro, que cante otro...!
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Con la puesta de sol, también se hacía más profundo el vacío entre
las dos orillas (de la calle).
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jueves, diciembre 24, 2009

Guajiros serios en América Tevé.

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América Tevé optó por acoger en sus estudios a los artistas cubanos (radicados en la isla) que por estos días cercanos a la Navidad van a ofrecer conciertos en la conflictiva ciudad de Miami. A las palabras de Omar Romay, presidente de la cadena, cuando afirmó "No nos corresponde excluir a partir de criterios políticos e ideológicos, sino promover la pluralidad de opciones y darle a la gente la opción de elegir'', se le oponen otras voces como la de Ninoska Pérez, que en su acostumbrado discurso radical, aseguró: “Me da asco que vengan aquí a cantar (...)”

La televisora acogió a la Charanga habanera, y al día siguiente al dúo Buena Fe, y más allá de la polémica de si el rating está por encima de los prejuicios políticos, lo cierto es que, al menos en el caso de los trovadores, el riesgo de provocar roces desagradables se ha ido volviendo un filón analítico y saludable para la madurez de ambas partes. Con la Charanga... todo se ha ido en debatir sobre el tema “Gozando en La Habana”, un material estéril siempre que la orquesta, sin dejar de ser una de las más trascendentes dentro de la música popular cubana contemporánea, jamás ha tenido como fuerte la profundidad poética ni los conceptos sociopolíticos. Con la Charanga... no hay que ponerse a buscar las cuatro patas al gato en sus letras ni en sus mensajes, sólo entender a la timba cubana desde su sensualidad primigenia, dejándose llevar por los ritmos pegajosos y los vigorosos arreglos orquestales.

Con Buena Fe es otra cosa. Y la primera entrevista concedida por los guantanameros, al programa A mano limpia, fue un buen ejemplo de que todavía muchas personas dedicadas a la difusión de la realidad cubana en los Estados Unidos no conocen a fondo la cultura contemporánea de la isla. Oscar Haza los cuqueó todo el tiempo, intentando desenmascarar a los supuestos enviados de Raúl Castro, o al menos sacarles alguna opinión comprometedora, poniendo en evidencia que jamás había escuchado una sola canción de ellos. De haber escuchado alguna vez los fuertes textos del disco Catalejo, no habría insistido tanto en aquello de que “si vienen de Guantánamo, deben tocar son, que a mí me gusta mucho el son”, o preguntar si no tienen en su repertorio canciones de Celia Cruz o Willy Chirino, con el despiste de no saber que los muchachos sólo tocan temas propios.

Ellos, sin embargo, lucieron serenos ante preguntas tan inocuas como “¿Qué hay con esos aretes?”, hecha a Joel, o un increíble “¿Usted qué instrumento toca? a Israel, y torearon muy bien las avalanchas capciosas sobre la libertad de expresión y el ciudadano norteamericano que recién apresaron en La Habana por regalar celulares. Casi tuve un déjà vu, recordando aquellas malas entrevistas que en los ochenta se le hacían a la actriz brasileña Regina Duarte, recién llegada a Cuba, cuando Haza les decía: “¿Ah, están acabados de llegar? ¿Qué piensan de Miami con lo que se dice en Cuba y lo que ustedes están viendo aquí?... Respuesta del sosegado Israel: “Si me preguntas mañana, a lo mejor te comento”.

En el programa Pellízcame que estoy soñando, si bien en ciertos momentos la seriedad se dispersaba con las pesadeces del comediante sangrón que por esta época tiene Carlos Otero de contraparte, al menos estaban garantizadas las referencias al dúo, siempre que Carlos, relativamente recién llegado a La Florida, sí está al día en el éxito y alcance de sus compatriotas músicos.

Con todo, el recibimiento de un Miami en evolución está bastante claro, pues de inicio ya no pinta como que vaya a haber revuelos como los de Van van o Rosita Fornés, y el público enardecido en el show de Carlos, tanto con la Charanga habanera como con Buena Fe, así parece confirmarlo. No me extrañaría que la tropa de Saavedra se apareciese con una aplanadora delante del teatro Manuel Artime para triturar discos quemados de Buena Fe, pero tampoco me queda duda de lo placentero que resultará para la mayoría de los cubanoamericanos el poder corear temas tan sensibles como Fuera, Cada país, o el romántico Tras tus pies.
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En espera de que el llamado intercambio cultural llegue a ser un día un verdadero intercambio, con los artistas de la diáspora presentándose en La Piragua – si es que algún día la dictadura consiente en flexibilizar sus fronteras –, al menos esto parece ser un buen comienzo. Enhorabuena, mi gente.

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Joel e Israel en Pellízcame que estoy soñando, el programa
de Carlos Otero.
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miércoles, diciembre 23, 2009

Informe Extraordinario del Buró Político del PCC por la Celebración del Natalicio del compañero Jesús de Nazareth.

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Estimados Cros y Cras:

Teniendo en cuenta la situación por la que atraviesa el país, ocasionada por el brutal bloqueo imperialista, los huracanes y la guerra mediática de los enemigos de la Revolución, decretamos que la celebración del Natalicio del compañero Jesús de Nazareth - ampliamente conocido en todo el mundo por su abnegación y sacrificio en la lucha por la igualdad y la emancipación de las clases más humildes, digno antecesor de nuestras luchas revolucionarias -, sea festejada con la austeridad que nos caracteriza, sin derroches innecesarios ni imitación de conductas o costumbres ajenas a nuestra tradición revolucionaria.

Esta semana será asignado a cada núcleo familiar unas ramas de pino, o de marabú, según la disponibilidad, para la construcción de arbolitos navideños. Las guirnaldas serán sustituidas por cadenetas hechas con papel de revista Bohemia, y se asignará una cadeneta por núcleo, con excepción de quienes ya tengan las guirnaldas de años anteriores, los cuales deberán entregar los bombillitos, que serán reemplazados por bombillitos ahorradores. Las velas navideñas serán guardadas para la noche, como apoyo al horario de apagones.

Se entregará un cuarto de turrón de Jijona por núcleo, con excepción de los núcleos con más de quince miembros, los cuales recibirán la mitad completa del turrón. La televisión transmitirá una Mesa Redonda dedicada al impacto de las luchas en Judea y su relación con las guerrillas de la Sierra Maestra, y se estrenará el documental “Cristo nació en Birán”, de Randy Alonso, donde se explica el verdadero sentido del cristianismo y se denuncian los nexos históricos entre Herodes y la CIA, entre el Sanedrín y la blogósfera cubana.

En el Pabellón Cuba tendrá lugar un concierto con el grupo Moncada, donde la juventud podrá bailar sanamente y participar del lanzamiento del disco “Villancicos de la UJC”, con una recopilación de himnos revolucionarios fusionados con melodías navideñas clásicas, pop y timba cubana. En cada municipio habrá una tarima para conciertos similares, además de pipas con cerveza y refresco gaseado. Las misas de gallo quedan suspendidas hasta tanto la producción avícola permita asignar al menos un pollo a cada congregación religiosa del país.

Nuestro pueblo trabajador festejará con austeridad el advenimiento de esta fecha, con la humildad que lo caracteriza, con el ahorro como divisa principal y preparándose con alegría y sobriedad para recibir en los días próximos un nuevo aniversario de nuestra gloriosa Revolución.

Firmado:
CC del PCC
Cayo Largo, 23 de diciembre del 2009.

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lunes, diciembre 21, 2009

La economía y los guantes.

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Todavía habrá quien se congratule por el crecimiento de 1.4 por ciento que tuvo la economía cubana en el casi finiquitado 2009. Aún cuando el aumento previsto por las autoridades era de un 6 por ciento, con todo y las justificaciones de la crisis mundial, los ciclones y ahora también la “guerra mediática” de los “enemigos de la Revolución”, siempre me resulta curiosa la manera en que, aún teniendo el nivel de ingresos per cápita igual o peor que Haití o Burundi, ahorrándose con ello una brutal salida de gastos – infinitamente más alta que las supuestas gratuidades de la salud o la educación –, aún así el Producto Interno Bruto se mantiene en niveles de aumento poco menos que discretos. No ya el planeado y malogrado 6 por ciento, sino que al menos un 60, un 600 por ciento debería tener de crecimiento económico un país cuyo salario promedio mensual es de 15 dólares.

Ayer domingo el gobierno presentó ante el parlamento un completo balance del año, y reconociendo la notoria crisis de liquidez, nuestro ministro de economía recitó una vez más la perogrullada de que no conviene incurrir en gastos superiores a los ingresos. Genial. Las inversiones en el 2009 decrecieron en un 16 por ciento, cerca de 30 bajaron las exportaciones de bienes y servicios y casi 40 las importaciones, pero el transporte creció (?) un 4.6 por ciento, los servicios en un 4 por ciento y la industria se dilató en un cataléptico 2 por ciento. Para cualquiera con segundo grado de matemáticas, queda claro que los números de la decadencia le ganan, por mucho, a los de la prosperidad.

Esto es, una Cuba endeudada hasta el cuello, con cifras espeluznantes públicamente declaradas, y un gobierno vitalicio que se encomienda a la Virgen y sigue diciendo que la culpa es del imperialismo, de la crisis mundial y de los bloggeros mercenarios enemigos de la Revolución.

Un ladrón de guantes que impide el desarrollo económico.

Hace algunos años, en La Habana, leía un artículo del Granma que, para variar, ensalzaba con bellos epítetos a una empresa estatal cubana, una que producía carpintería de aluminio para corporaciones, y lo hacía con uso racional de la materia prima, un mínimo de importaciones y enormes ganancias para el país, miles de dólares que ingresaban semanalmente al presupuesto del estado gracias a aquellos abnegados trabajadores y sus dirigentes. Todo un modelo de industria socialista.

La única mancha que, según el periodista, ensuciaba el brillo de aquel éxito, se daba por el delito aislado de algunos obreros. “No todo es perfecto”, decía más o menos, “aún subsisten aspectos negativos que hay que criticar”, y pasaba a relatar valientemente como, días atrás, uno de los obreros del taller había sido sorprendido mientras vendía por la calle un par de guantes de los asignados a él para su trabajo.

El periodista de Granma no comprendía por qué un operario que gana unos siete dólares en cada quincena, trabajando en una empresa que genera decenas de miles de dólares cada semana, se veía obligado a vender un par de guantes para palear en algo su economía familiar, para resolver su día con aquel hurto tan discordante con la ideología socialista. El obrero fue duramente sancionado, por supuesto.

De esto precisamente se trató el informe al parlamento acerca del estado actual de nuestra economía, y de los planes que nuestro presidente, Raúl Castro, ilustró con un bonito: “…es preciso caminar hacia el futuro, con paso firme y seguro, porque sencillamente no tenemos derecho a equivocarnos''. De eso se trata, general, de seguirse equivocando como hasta ahora, sin que nadie tenga el derecho a reclamar, se trata de aumentar la producción en el futuro con empresas exitosas, cuyos trabajadores no tengan más opción que vender por la calle un miserable par de guantes para poder sobrevivir.
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Por supuesto que al final la culpa siempre será del imperialismo, de la crisis mundial, de los huracanes y de nosotros, los mercenarios a sueldo de la CIA, que distorsionamos la realidad en esta injusta guerra mediática en contra de la revolución cubana.
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sábado, diciembre 12, 2009

Negrita, te ganaste el Panda.

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La vi en el vídeo oficial que resumía aquella manifestación pacífica de las Damas de Blanco el día de los Derechos Humanos, y la "vertical contramanifestación del pueblo revolucionario”. Me pregunté dónde había visto antes esa carita, dónde había escuchado esa misma voz de hiena herida vociferando consignas castristas, y la intuición me llevó a revisar en youtube aquel otro vídeo, con la misma “masa popular enardecida”, del 20 de noviembre y… bingo, allí, en 23 y G, encarando a Reinaldo Escobar, estaba la muchacha, emocionadísima gritando “pin pon fuera, abajo la gusanera”, con el mismo puño en alto con que ahora enfrentaba a las esposas de los presos políticos diciendo ante un grueso micrófono: “…Tres mujeres equivocadas, pagadas por el enemigo que han venido a querer sabotear a esta revolución ¡y no se los podemos permitir!…”

De alguna manera esta personita chillona estuvo “espontáneamente” para ripostar a los opositores, en ambas jornadas, y parecería que las dos imágenes pertenecen al mismo día - la austeridad raulista sin dudas la tiene vistiendo la misma blusa a diario -, de no ser por el collarcito diferente, y porque las locaciones tampoco son las mismas.

La joven que destaca entre la multitud del pueblo, deja claro que no hubo, ni antes ni después, casuales transeúntes que respondieron a la “provocación de los mercenarios vendidos al imperialismo”, sino enviados especiales, partidarios o deudores del sistema que prefieren defender a los dictadores antes que reconocer la decadencia de un país en quiebra y la precariedad de un pueblo real que no sólo padece brutales necesidades cotidianas, sino que tiene terminantemente prohibido expresarlo. Su vocación de protagonismo, esa que marca a los aprendices de gendarmes, ávidos de escalar puestos y ganarse alguna que otra prebenda del estado, la delató sin querer. Es muy probable que, con algo más de tiempo para dedicar a la búsqueda, aparezcan muchas más caritas, coincidentes entre un mitin y el otro.

El malestar de la incultura.

No sé si las Damas de Blanco sean las modernas Marianas, como a muchos gusta catalogarlas. No sé si sea pertinente compararlas con las Madres de Plaza de Mayo, pues los contextos difieren y nada se gana con sublimizar algo tan sencillo como unas señoras que reclaman la libertad de sus maridos en la vía pública. La epicidad que adquieren está dada por la manera en que el estado reprime cualquier evento que le lleve la contraria, así sea sólo caminar por la calle con flores y repartir a la gente la Declaración de los Derechos Humanos. Lo que sí no tiene discusión es que nadie, ni personas, ni gobiernos, ni poblaciones, tienen el derecho de repudiar la expresión pacífica de otro ser humano.

Imaginemos por un momento que, como dice la versión oficial y parecen mostrar las imágenes de la contramanifestación, este pueblo, en efecto, sea un pueblo auténtico y no una turba enviada por oscuros mandos a repudiar, con sospechosa anticipación, cada una de las más recientes muestras de libre pensamiento en la isla. Si este fuera en verdad el pueblo de La Habana – como ese tipo que asesta un pesado golpe en la espalda del diplomático Chris Stimpson, sin el menor pudor y delante de una cámara –, estaríamos contándole al mundo como nuestra decencia como nación ha sido sustituida por la brutalidad, el insulto y la violencia.
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Las Damas de Blanco son acusadas de recibir dinero del imperialismo. Ante la prensa admiten haber recibido, de manera comprobable, mil ochocientos dólares provenientes de la Fundación Rescate Jurídico, para 18 mujeres. Aún cuando el dinero parece haber sido inicialmente enviado por Santiago Álvarez, protector de esa bestia que es Posada Carriles y terrorista confeso en sí mismo, la suma no se corresponde con lo que habría de ser el sueldo de “mercenarios pagados por el oro del imperio”, pues tocando a 133 dólares por cabeza (depreciados en mucho menos por el cambio caprichoso a peso convertible) no se financia ninguna revuelta antigubernamental.

Pongamos que este medio centenar de mujeres maduras son, en efecto, terroristas, monstruos dispuestos a socavar los cimientos de un estado… ¿Reprimir entonces sus caminatas con turbas groseras, listas para linchar a alguien en cualquier momento, a desahogar los odios con quien se atraviese en el camino, es una muestra de justicia o por el contrario, una revelación de cobardía? ¿A dónde se fue la tan enarbolada educación del pueblo cubano, caso de que en verdad, esa jauría sedienta de patadas sea el pueblo cubano?
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Prefiero pensar que mi pueblo, mi verdadero pueblo – ese que sobrepasa en unos cuantos millones a los cientos de vociferantes del PCC, la UJC y las brigadas de respuesta rápida – aún existe, inerte y aletargado por tantos años de totalitarismo. Prefiero pensar que mi pueblo no optaría jamás por agredir o insultar a un pequeño grupo de mujeres con flores en las manos.

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Las Damas de Blanco, repudiadas por los simpatizantes del gobierno, y finalmente acorraladas contra la pared de la casa de una de ellas.
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martes, diciembre 08, 2009

Un día para el emigrante.

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Recordando algunas de las objeciones que mi buen amigo Jorge Ignacio Pérez (ex - periodista del Granma, emigrado en Barcelona y autor del blog Segunda Naturaleza) tiene acerca del trato que suele dársele a los emigrantes en España, pensaba en la visceral diferencia que entraña ser emigrado latino allá en la península, y serlo de este otro lado del mundo, por ejemplo acá, en un país como México. Acaso debería preguntar su parecer a otros buenos amigos bloggeros, como Camilo Venegas (El Fogonero), quien vive en la República Dominicana, ese mismo país del que Ana Zilma Miranda (Bisturí sin filo), está justamente trasladándose a España, siendo todavía quizás un poco prematuro preguntarle si está o no de acuerdo con el parecer de Jorge Ignacio.

Aún no sé si en San Luis Potosí, aquí mismo en México, donde vive el amigo Ángel Collado (Collado Ruiz, apuntes literarios), se celebró el Día del Migrante como acá en Hermosillo, lo que sí me consta es que, en esta ciudad, el domingo en la noche tuvo lugar un evento donde los mexicanos del noroeste demostraron con creces que este no es un buen sitio para la xenofobia o el menosprecio al extranjero que corta sus raíces y llega a compartir espacio, trabajo y comida con los nativos.

Al decir de René Yégüez, un venezolano que lleva aquí una buena cantidad de años, en esta región, lejos de ser un problema llevar el cartelito de extranjero, es casi una ventaja, pues los sonorenses se caracterizan por ser en extremo hospitalarios, por echarle la mano a quien lo necesite y en especial a aquellos que vienen de lejos, aventurándose hasta este peculiar clima de desierto. Quizás la diferencia está en que un país como España, donde a menudo los sudamericanos somos reducidos conceptualmente al peyorativo término sudaca, no es muy partidario de vernos como iguales, en tanto México tendría más de una razón cultural para asimilarnos como sus parientes cercanos.

El domingo se nos fue en la Plaza Zaragoza, en el Festival del Migrante 2009, entre los stands de unos quince países, repletos con sus artesanías, curiosidades y comidas típicas, y en el espectáculo junto al Palacio de Gobierno, en un escenario que aglutinó a artistas emigrados, lo mismo aficionados que profesionales, de unas ocho naciones. Jairo y Lorena, bailarines cubanos de la compañía Aldo Siles, danza contemporánea, estrenaron la coreografía Sábanas blancas, con aquel tema tan emblemático de Gerardo Alfonso, Marie la francesa cantaba la versión original de My way (Comme d’habitude), que no es de Sinatra como casi todo el mundo cree, sino de Claude François, y se turnaban los armenios, música de cámara, la danza Sakura, sakura, de Japón, y el león de China con tangos, calipso del Cayáo y la soprano habanera Marybel Ferrales con sus temas de Lecuona. El cierre, a cargo de un recién emigrado de relevancia internacional, Marciano Cantero, de Enanitos Verdes, el famoso grupo argentino.
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No tanto por las palabras del político que clausuró el evento – el gobernador de Sonora en persona con todo y su dispositivo de seguridad – sino por el amable intercambio entre los muchos emigrados con la gente de Hermosillo, se podía respirar en la Plaza Zaragoza el ambiente de amistad sincera, al recorrer los diferentes stands, al percibir la alegría sana de quienes no padecen la emigración ajena (acaso por sufrir la propia en tierra de los gringos), sino que se entregan de buena gana a los goces interculturales.
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Los stands competían entre sí por un premio del Gobierno y el Instituto de Turismo, y Cuba se llevó el primer lugar, en un empate sin precedentes con Venezuela. No obstante podría decirse que la competencia en este caso fue apenas un pretexto para ponerle ganas al lucimiento de cada comunidad, y a la postre, un espléndido espacio para sentir aquella grata sensación de que, al menos por unas horas, las fronteras de este mundo no son tan importantes.

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La danza del león, al momento de iniciar el espectáculo.
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Jairo Cruz y Lorena Carrión, en Sábanas Blancas.
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Marciano Cantero, de Enanitos Verdes.

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Aunque la prensa apenas recogió las fotos y palabras finales del gobernador, después que este se bajó del escenario fue que en verdad se clausuró el evento, con una buena parte de sus artistas cantando a coro La vida es un carnaval, de esa emigrada que fue la gran Celia Cruz, y poniendo a bailar al abundante público en la fría noche decembrina.

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sábado, noviembre 28, 2009

Yoani Sánchez: apocalípticos e integrados ante la cultura blogger.

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Tengo un vago recuerdo de Yoani en La Habana. La clásica relación del amigo de un amigo del primo de un conocido, y apenas ubico a la silenciosa esposa de Macho Rico, apodo discordante del señor que frecuentaba la casa de un compañero del grupo, un apartamento de bloques casi contiguo la iglesia de Loma y 39, en Nuevo Vedado, sede de Teatro Buendía, y donde a menudo pasábamos ratos largos conversando sobre cualquier cosa. No puedo atestiguar que Macho Rico, alias Reinaldo Escobar, fuese por entonces periodista independiente y contestatario, quizás porque ya a fines de los noventa uno podía conversar con cualquier conocido, despotricar del gobierno en privado, sin que eso necesariamente significase conspiración o disidencia militante. A fines de los noventa ya casi todos en Cuba hablaban mal del gobierno.

A la otra Yoani, la figura internacional, la conocí por Internet, ya fuera de Cuba, y casi de inmediato entendí que estaba siendo testigo de uno de los más contradictorios y publicitados fenómenos de la cultura y la política cubana actual.

Entre todos los rebeldes del régimen, a lo largo de estos cincuenta años, nadie como ella ha captado la atención, la aceptación y el apoyo de la opinión pública mundial. Nadie como ella ha sorteado el gardeo de la seguridad con tanta buena fortuna, ni nadie ha salido tan vivo y en libertad de sus batallas personales. Su imagen delgaducha se volvió símbolo de la resistencia intelectual cubana, y quizás por ello, o por los miles de impactos diarios en su blog Generación Y, sus imperfecciones tienden a resaltar casi tanto como sus aciertos.

Citando a Umberto Eco, la blogósfera cubana en particular – ese movimiento amorfo, espontáneo y acéfalo que desde miles de divergencias pretende hacer prevalecer la verdad sobre la isla –, y en general la opinión de los cubanos que frecuentan la red en busca de comunicación allén de los mares, tienen sus apocalípticos e integrados ante la figura de Yoani Sánchez, con alineados en fila cerrada junto a la bloggera del premio Ortega y Gasset, y detractores a ultranza de la diva, la prima donna del internet clandestino nacional. Al parecer no abunda el término medio: o defiendes a la bloggera, o la choteas.

Razones del apocalipsis.

¿Qué se le recrimina?

Para empezar, Yoani no parece muy dispuesta a dar crédito al resto de la disidencia interior. No suele mencionar a los que se manifiestan en otras partes del país, a los que plantan ayunos, aunque en rigor tampoco aquellos gustan de reconocerla a ella. Cuando Ángel Santiesteban escribió una entrada hablando de la golpiza propinada a la bloggera por la seguridad, solidarizándose, no pocos notaron que ella había pasado por alto el ataque violento que el propio Ángel había sufrido meses atrás.

Una buena parte de las suspicacias que despierta su comportamiento se basan en lo que parecen ser golpes de efecto publicitarios, casi novelescos, como disfrazarse para entrar subrepticiamente a un evento, o insistir en el uso de cámaras ocultas para denunciar situaciones con espíritu de agente especial, o la inconsistencia de relatos de pateaduras con la total ausencia de marcas visibles. Tampoco escapan los recelos acerca del éxito comercial que significa la buena venta de textos infidentes al mejor postor. Ni siquiera valoran mucho los premios, que habrían sido otorgados, según esta interpretación, más por la coyuntura política que por el valor real de la obra.

En general sus detractores agregan a la poco exigente redacción y tendencia a hiperbolizar acontecimientos, el apoyar mucho a un esnobista metatrancoso como Orlando Luis Pardo (conocido por el lanzamiento alternativo de un libro en la feria del año pasado y por haber orinado la bandera) y menos a un escritor consistente como Ángel Santiesteban o su más cercana rival en el rating del ciberespacio, la menuda, temerosa y aparentemente sin ambiciones de liderazgo, Claudia Cadelo. Acaso más que nada, le achacan una egoísta sed de protagonismo que desdice buena parte de las nobles intenciones que caracterizan a un humilde blogger vigilado y presionado constantemente por el sistema.

Razones de la integración.

¿Qué le celebran?

En primer lugar, los premios que prestigiosas instituciones le han extendido, y la celebración también se vuelve solidaridad cada vez que las autoridades le niegan el permiso para viajar. Los seguidores no encuentran efectistas sus aventuras, por el contrario, hallan interesante y valiente cada escaramuza, siempre acordes con una época en que la publicidad lo decide casi todo. Le conceden el mérito de convocar a bloggeros incipientes y adiestrarlos en los trucos con que romper el cerco cibernético del gobierno, o de haber conseguido que Obama le respondiese un cuestionario sobre asuntos de Cuba y la Casa Blanca, ganando con ello el aprecio personal y elogios del actual presidente norteamericano.

Le agradecen también la intención de permanecer en la isla, al pie del cañón – aún en el caso de que le permitiesen cruzar las puertas de la aduana para ir por un trofeo y regresar –, el seguimiento diario a la crisis sociopolítica cubana con sobrios argumentos, y no pocos han imaginado que, una vez derrocada la dictadura, Yoani pudiera servir, si no para presidenta, al menos para ministra de cultura.

Ni apocalípticos ni integrados.

Aún cuando luzca como el viejo chiste de “ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario”, la postura de prudente suspicacia (ofreciendo como garantía el beneficio de la duda) parece ser saludable a la hora de emitir valoraciones cuando de una figura como esta se trata, un ícono latente y todavía en evolución para bien, mal o regular. La historia aún no concluye, las personas suelen ser tan imperfectas como consecuentes, en ocasiones pueden mutar de un lado a otro del espectro, o ser ambas cosas en un mismo día y lugar. Ese es el precio de sostenerse por tanto rato frente a la mirilla de la opinión internacional: los bordes menos complacientes salen a la luz con más facilidad que los de quienes operan con perfil bajo.

En cualquier caso, el tiempo siempre se encarga de las reivindicaciones o del despojo de máscaras. Si Yoani Sánchez es una luchadora honesta, o si por el contrario es una oportunista de ego malcriado, o si es, ¿por qué no?, ambas cosas a la misma vez, eso lo sabremos en su momento, cuando le toque ocupar en la historia de Cuba el lugar que se haya ganado por derecho propio.
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sábado, noviembre 21, 2009

Esta calle es de Rodney.

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De alguna manera, el gobierno ha conseguido que “el pueblo cubano” responda a la “provocación” de un “mercenario” que no conoce. No es secreto para nadie que los blogs contestatarios que se actualizan desde dentro de la isla, son tácitamente bloqueados, y que ni en los centros de trabajo donde hay internet pueden abrirse Generación Y, u Octavo Cerco, por sólo citar un par de ellos. Por cuanto la masa que aparentemente condena a los detractores no tenía forma de enterarse que Reinaldo Escobar, autor del blog Desde aquí, había citado al agente Rodney para un careo verbal acerca de la golpiza que propinó a su esposa Yoani Sánchez el pasado 6 de noviembre. La invitación a confrontar o desmentir hechos fue planeada para la tarde de ayer en la esquina capitalina de G y 23, y culminó con un mitin de repudio protagonizado por defensores del régimen, esos que de alguna manera misteriosa, siendo ciudadanos comunes que no tienen internet – y si la tuviesen, no contarían con acceso al blog contestatario – aún así se manifestaron airadamente en contra del periodista independiente, lo zarandearon, escupieron y pegaron en la cabeza, y lo hubiesen linchado de no haber sido por algunos amigos, y en el momento climático, la aparición de los valientes miembros de la seguridad, quienes en un golpe de efecto dramático, apresaron a Reinaldo para sacarlo con vida, sano y salvo, de entre las iracundas manos del “enardecido pueblo revolucionario”.

Un diario que responde al Partido Comunista Español, y probablemente a la Seguridad Cubana, La República, se hace eco de la versión gubernamental. Alguien debe hacerlo, siempre que para el Granma estos bloggeros simplemente no existen (ni siquiera cuando la autora de Generación Y recién acaba de publicar una entrevista con Barack Obama sobre temas puntuales de la relación Cuba-USA), y en su artículo El pueblo cubano se cansa de Yoani Sánchez, refiere la interferencia del “marido de la bloggera” en un evento de la Feria del Libro y la Lectura, de los universitarios, y como, “a ritmo de conga”, los jóvenes respondieron alegremente a la provocación, aún cuando en el vídeo que trascendió no se ve la diversión por ninguna parte, y sí una turba de coléricos enviados, algunos con camisetas obviamente muy nuevas con letreros revolucionarios, reciclando consignas de Mariel, como “Pin pon fuera, abajo la gusanera”, o la tristemente célebre “Esta calle es de Fidel”, con la que se dio vergonzosa culminación, por parte de ese otro "pueblo" que eran las brigadas de respuesta rápida del contingente Blas Roca, al maleconazo del 94.

El agente Rodney no llegó nunca a la cita. Tuvo el chance de responder al reto pacífico, incluso restregar en el rostro del periodista mercenario la tesis de que la golpiza fue un montaje de Yoani – aparentemente desenmascarada en una investigación que realizaran en el policlínico a donde fue a atenderse la bloggera, y donde, según los médicos, no tenía hematomas ni nada –, pudo responder ante las cámaras y exponer el punto de vista del pueblo traicionado por estos apátridas, ese pueblo al que defienden los abnegados combatientes del Ministerio del Interior… pero Rodney no llegó nunca a G y 23.
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Para muchos extranjeros amantes de la utopía castrista – como estos chicos de La República – puede que efectivamente las imágenes del cuasi vernáculo linchamiento de ayer luzcan como “el pueblo, cansado de Yoani Sánchez”. Nosotros, que crecimos y maduramos allí, patrocinados y seguidos de cerca por el ojo del Gran Hermano, sabemos distinguir muy bien a los talibanes que el gobierno envía, en guaguas y directo a la locación, cuando quiere escenificar a una masa revolucionaria enardecida. Más aún cuando esa masa popular, la verdadera, alejada ascéticamente del diabólico Internet, no tenía manera humana de informarse sobre quién era ese señor y en qué consistía su polémica.

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El agente Rodney, el valiente miembro de la seguridad que golpease a una mujer el pasado 6 de noviembre. La foto es de la época en que el músico Gorki Águila era enjuiciado por "Peligrosidad predelictiva".
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martes, noviembre 17, 2009

Fiebre de Padura, reencuentro virtual.

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Nunca había leído la primera novela de Padura, aún cuando a esa historia me ligaron ciertos acontecimientos a comienzos de los noventa. Como tanta gente, bebí cada una de las entregas del investigador Mario Conde y demás títulos posteriores, pero nunca me había tropezado con Fiebre de caballos. Me tocó hacerlo en la Feria del Libro de Hermosillo, mientras cuidaba por unas horas el stand de la empresa Cubalía. Nada me pareció mejor para sobrellevar el sopor de la tarde que leer alguna de las novelas que esperaban para ser vendidas, y por suerte entre ellas estaba aquel primer libro ochentero de Leonardo Padura, en una edición revisada del 2002.

Aunque alguna vez fuimos presentados por un amigo común en los jardines de la UNEAC, no puedo decir que conozca a Padura más allá de un efímero apretón de manos y algunas olvidables frases de ocasión. No obstante, este autor es de esos que dejan en la gente una sensación de familiaridad, incluso en quien jamás lo vio y puede sentir, al leerlo, que Padura es de esas personas que habitan muy cerca, no sólo en la geografía sino también en las costumbres, alguien que te cuenta de tu propia vida y lo hace con tus propias palabras.

A comienzos de los noventa, estudiaba yo en el Instituto Superior de Arte, y había actuado recién en una película del ICAIC, probando por corto tiempo esa incómoda condición de ser un rostro reconocible por la calle. Pude haber continuado desempeñándome como actor, quizás en la televisión como tantos de mis condiscípulos, pero decidí especializarme en Dirección Escénica y mi maestra, María Elena Ortega, se mantenía intransigente, negada de plano a que me distrajese de mi formación con algo tan volátil como la televisión.

Entonces comenzó a aparecerse en el instituto un equipo del ICRT, a escondidas de la venerable pedagoga, sonsacándome a sus espaldas para que aceptara el personaje protagónico de una teleserie. Ese proyecto, según me contaban, era una adaptación de la novela Fiebre de caballos, de Padura.

Me ofrecían un inmejorable personaje protagónico, el Andrés, jovencito con el trauma de su virginidad en vías de liquidación, pelotero de liga juvenil, novio de una chica de su pre, y enamorado de su vecina de más edad, una pintora bastante alocada que, según me dijeron, era un personaje inspirado en Zaida del Río.
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Me tentaban con las actrices que ya habían aceptado el trabajo: para novia, Laura de la Uz, la excelente y recién estrenada actriz de Hello Hemingway, y como la amante experta, una quimera de mi infancia, adorable Teresa Canelo, novia de Juan Quinquín, la actriz Yolandita Ruiz. Curiosamente no había caballos en la historia, a no ser los que dibujaba el personaje Cristina, pero si bien no tendría cabalgatas por el campo, porque la historia era en extremo habanera, sí podría darme el gusto de aparecer como un pelotero de gran talento, y conectar espectaculares hits ficticios delante de la cámara.
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De cualquier modo, opté por obedecer a mi maestra del ISA, y dejar para otro momento esa inquietud de actuar en la televisión. Además, el país estaba ya en plena crisis, y evidentemente el proyecto se vino abajo, porque jamás se llegó a grabar la adaptación de aquella novela. Unos diez años después, cuando pasé a trabajar en la televisión a tiempo completo, muy poca gente del organismo recordaba aquel intento de teleserie. Ni siquiera estaban ya por allí aquellos señores que acudían furtivos a Cubanacán para sonsacarme a escondidas de mi maestra. Tampoco se hicieron jamás versiones de los libros de Mario Conde, pero esa es otra historia, que el tema de los policíacos en la televisión cubana merece una entrada aparte.
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Ahora, sentado en el stand de la feria, en la plaza frente a la Catedral de Hermosillo, me reencuentro con aquella novela que, por alguna extraña razón, nunca había leído. Me la devoré en unas horas, disfrutando no sólo con los avatares de Andrés, el jovencito sublevado ante el fatalismo de su postergada virginidad, o con las escenas de una Habana que concuerda hasta niveles absurdos con mis memorias de juventud, sino también con la fabulación personal acerca de cómo hubiera sido si al cabo me hubiese tocado actuar en aquella serie de televisión – una serie hipotéticamente no malograda a causa de la crisis – teniendo, por demás, el honor de encarnar al primer personaje novelado de Leonardo Padura.

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lunes, noviembre 16, 2009

Censo extraoficial de la Ceiba.

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Sólo una década falta para que lleguemos a los 500 años de San Cristóbal de La Habana. Hoy la ciudad amanece muy bien programada en sus festejos. Pasacalles, maratón deportivo, galas culturales… Los habaneros, sin embargo, no tienen muchas razones para festejar. Aparentemente este 490 aniversario los sorprende en el mismo punto muerto en que quedó el 489.

Por ello los festejos que organizan las autoridades, esa celebración que, para no perder la costumbre, siempre llevará algún que otro mensaje triunfalista a nombre de los autócratas, probablemente será menos notoria para la población que la ancestral ceremonia en la ceiba del Templete. Allí los habaneros y visitantes hacen cada madrugada del 16 de noviembre una fila interminable con el humilde objetivo de dar tres vueltas al árbol centenario para pedir un deseo, uno de esos deseos fervientes que de ordinario no pueden conseguirse por vías normales, y que sólo mediante la fe pueden los seres humanos aspirar a su concesión.

Algunas monedas al pie de la ceiba, y un deseo. ¿Qué tal si jugamos a meternos en la cabeza de los habaneros en este 16 de noviembre, al pasar junto a la ceiba del Templete?... Dado que nadie suele confesar sus anhelos más íntimos, por temor a que no se den o por miedo a represalias, vamos a imaginar, con muy poco de ciencia estadística real y mucho de especulación, algunas cifras aventuradas sobre los antojos de habaneros y viandantes, mientras pasan la mano izquierda por el tronco de la ceiba.

Margarita (45 años, ama de casa):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Andrés (36 años, ingeniero civil):
Que me den el trabajo en el bar del hotel, que me den el trabajo en el bar del hotel…

Juana (50 años, abogada):
Que se dé la permuta para Miramar y que no descubran que hay dinero de por medio…

Ramón (32 años, electricista):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Yurisleidis (20 años, bailarina de cabaret):
Que me lleve un yuma, que me lleve un italiano, un mexicano, que me lleve el que aparezca, pero que me lleve…

José Julián (22 años, estudiante de Historia):
Que Yurisleidis me quiera toda la vida, que Yurisleidis me quiera toda la vida…

Mateo (48 años, profesor de Química):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Celia (57 años, maestra de primaria retirada)
Que por fin el gobierno autorice a mi nieta a viajar a Canadá para encontrarse con mi hija…

Rigoberto (26 años, deportista):
Que no me agarren cuando me quede en el mundial…

Armando (50 años, gerente de corporación):
Que no me descubran el robo de los 15 mil dólares…

Evelio (56 años, albañil):
Que no me descubran el robo de los cinco sacos de cemento…

Fernanda (34 años, traductora):
Que me llegue el bombo, que me llegue el bombo…

Sheila (40 años, secretaria inglesa de paseo por La Habana):
I need a brown boy in the ring, like a sugar in a plum…

Ruperto (68 años, diputado asamblea provincial):
Que mi comandante viva muchos años más…

Rosa, Juan, Maritza, Yusimí, Kendry, María Carla, Esteban, Patricia, Marcelo, Yoandri, Luisa, Fermín, Rita, Nuria, José Armando, Bertha, Yaíma, Julio, Rosario y diez mil habaneros más:
Que se acabe de morir o que me llegue el bombo...

Las cifras finales en este muy poco serio censo de deseos junto a la ceiba del Templete dicen que un 5% de los habaneros desea cambios en el país, dentro de los marcos del socialismo, un 1% desea larga vida a los gobernantes, un 49% desea que se mueran todos los dictadores, un 3% tiene deseos personales intrascendentes, en tanto el restante 42% desea alguna manera factible para escapar de la isla antes de las calendas griegas.
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Pensándolo mejor, las autoridades sí tienen motivos más que suficientes para festejar el 490 aiversario de San Cristóbal de La Habana, puesto que muy pocos de esos deseos se llegan a expresar en alta voz, y el gobierno cubano desde hace mucho tiempo dejó de creer en los milagros.
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sábado, noviembre 07, 2009

Perdiendo el miedo.

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Aún no se enfría el conflicto del Instituto Superior de Arte, cuando otro performance-manifestación tiene lugar en el céntrico barrio de El Vedado, en el mismísimo corazón de La Habana. Artistas y bloggeros cubanos recorrieron ayer la calle 23 portando carteles que apelaban a la no violencia. No + violencia, Súmate, decían las pancartas, en una alusión global al cese de la violencia, pero también al deseo local de terminar con la violencia política, con la represión de la individualidad y las libertades del cubano medio.

Curiosamente, a poca distancia, algunos bloggeros, entre los que se encontraban las muy reconocidas Yoani Sánchez (Generación Y) y Claudia Cadelo (Octavo Cerco), eran interceptados por la policía política, golpeados y sacados de la zona en automóviles, sin presentar cargos, órdenes de arresto, ni siquiera identificación. Apenas el grito de advertencia a los que se acercaron explicaba el cariz del arresto: “No se metan, son unos contrarrevolucionarios”…

El objetivo del virtual secuestro era impedir que aquellos vigilados bloggeros participasen de un acto público en el que ni siquiera se dieron discursos, ni se apeló a la subversión, sólo se pedía el fin de la violencia, de esa misma línea dura que los esbirros no tuvieron mejor manera de poner en evidencia sino golpeando e inmovilizando a personas cuyo único crimen ha sido pensar por cabeza propia y escribirlo en internet.

“Hasta aquí llegaste Yoani, se te acabaron las payasadas”, dentro del auto, y al mejor estilo batistiano, así habló uno de los compañeros del MININT a la bloggera cubana de mayor reconocimiento internacional, mientras le tiraba del cabello y apenas podía respirar ella con una rodilla clavada en el riñón. Entre tanto, los manifestantes desandaban la calle 23 con carteles clamando por paz, amor, reconciliación, y algún que otro grito de “prosperidad” que, a buen entendedor, revela aquella inconformidad social conque los jóvenes cubanos ya están perdiendo el miedo a manifestarse.

Esta vez, además del temor que sienten los gorilas por el poder creciente de la palabra pacífica, de la razón individual – y al que hace alusión la propia Yoani en su entrada más reciente al blog – queda demostrado que los jóvenes, artistas e intelectuales en su mayoría, han comenzado a entender su inalienable derecho a la manifestación y al libre pensamiento, perdiendo poco a poco el miedo a los golpes, a las represalias y al chantaje.
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Pronto habrá muchos más carteles en las calles de La Habana. Vivir para ver.
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Algunas vistas del vídeo subido a internet, tomado con celular, no muy pixeladas, pero bien claras en cuanto a su mensaje.
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miércoles, noviembre 04, 2009

Motín en el ISA.

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Por alguna razón, ningún medio de prensa internacional se ha hecho eco de la revuelta que ha conmovido al Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA) desde el 22 de octubre pasado. Sólo gracias al blog Los hijos que nadie quiso, del escritor Ángel Santiesteban, hemos podido ver las imágenes del conflicto que comenzó en el comedor del instituto y conocer detalles del acontecimiento en las áreas del antiguo Country Club de Cubanacán.

Luego de protestar con cucharas y vasos al ritmo del “está bueno ya de abuso”, de Juan Formell, en un mediodía más de hambre y escuálida dosis alimenticia, la manifestación se extendió a otros espacios de la escuela, en tanto el rector, Rolando González Patricio, convocaba a los sublevados a conversar en el salón de actos, una intentona que no habría de traer consigo sino extensas arengas sobre el bloqueo, la crisis económica internacional y a no dudarlo, la austeridad y el sentido del sacrificio que debe tener un revolucionario en estos tiempos que corren. Como era de esperar, con el rector colaboraron los compañeros del partido y los cipayos de la UJC, dirigentes juveniles que procedieron a intimidar a sus compañeros en lugar de apoyarlos. Algunos de los comentarios dejados en el post Los retoños contra el patriarca, dan fe de lo que acontece en este mismo día en el instituto habanero. Un estudiante desde Cubanacán explica quiénes son los que aparecen en las imágenes, un profesor solidario comenta su preocupación por el bienestar de los muchachos, y alguien que, desde afuera, ha tratado de localizar telefónicamente a un familiar estudiante, refiere como le ha sido negada la posibilidad de hacerlo.

La mitad de los becados – los que comen y duermen en el internado, la mayor parte de ellos, llegados desde provincia – y una facción de los externos, se sumaron a la protesta. En las fotos puede apreciarse el happening con que optaron por manifestar sus enojos: una estudiante posa junto a un letrero revelador: “Los dioses que se busquen un altar”…

Al parecer, como suele ocurrir en casos como este, las instancias superiores aflojaron la válvula. Era de esperar una mejora en las condiciones, pero aún está por verse si al cabo serán tomadas represalias en contra de los jóvenes amotinados, y si el aparente aislamiento de la academia será algo más que una medida cautelar, una especie de cuarentena para impedir cualquier acceso externo que pueda revelar detalles comprometedores.

No cabe duda de que los jóvenes son siempre el motor principal de los grandes cambios sociales, y no sería la primera vez que los artistas, más sensibles y emotivos por definición, hiciesen detonar en Cuba el primer brote de rebeldía en lo que va de siglo. Ya desde antes el Instituto Superior de Arte de La Habana tenía fama de ser un buen caldo de cultivo para los respondones. No pocas exposiciones conflictivas tuvieron lugar en la facultad de Artes Plásticas, no pocos performances contestatarios, irreverentes obras teatrales y audiovisuales han sido muestra, durante los últimos lustros, de la inquietud y la inconformidad de los muchachos con el controvertido sistema que los forma y los manipula. No pocos artistas formados en sus aulas y que más tarde laboraron allí como profesores – entre los que se encuentra quien estas letras escribe – ya desde la época de estudiantes alcanzaron a abrir los ojos a la retorcida realidad de la isla, una realidad que contradecía de raíz a la aparentemente altruista política cultural del estado cubano.

Al menos esta vez sí que podremos decir, con todas sus letras: Cubanacán es más.

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Hambre. Fotografía de Ángel Santiesteban.
Aquí va un artista... (decía originalmente la camiseta) CON HAMBRE (escribió posteriormente).
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PD:
En el ya mencionado post de Ángel Santiesteban, un estudiante anónimo ha escrito varios comentarios desde La Habana, este entre ellos:
Gracias a todos los que están atentos de nuestro bienestar en el ISA. No les miento si les aseguro que tenemos miedo. Mucho miedo. Pero en aquellos dos días sólo pensamos en hacer lo correcto, en exigir nuestros derechos. En ese momento no pensamos en el después. Ahora que han pasado las horas y estamos a la espera, es muy difícil mantenerse sosegado. Pero lo vamos a lograr. Y eso es lo importante. Cada vez que puedo entrar al blog y leer, luego le informo al resto de los alumnos, aquellos de confianza, sobre la solidaridad de ustedes. Y eso nos emociona. Por otro lado, sabemos que la oficialidad hace el trabajo de captar a los alumnos más débiles, a cambio le ofrecerán no dañarlo. De todas formas, lo hecho no se puede cambiar, y lo que sí estamos seguros es que si tenemos que volver a exigir nuestros derechos, lo volveremos a hacer (...)
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lunes, noviembre 02, 2009

Olatz Cacho se lava las manos.

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Cada época tiene su propia definición de lo que significa Derechos Humanos. En el siglo XVIII era muy común entender que los negros esclavos traídos de África no tenían más derecho que trabajar, recibir una magra ración y cuando más, festejar algún que otro ritual pagano. Aparentemente, aquello era razonable para los peninsulares y criollos ricos, y el capitán general podía considerar sedicioso a quien se atreviese a considerar lo contrario.

Siglos más tarde, todavía quedan dudas sobre lo que se considera derechos inalienables para los seres humanos que habitan el archipiélago cubano. Cualquiera diría que, en efecto, el pueblo tiene cubiertos sus derechos primordiales: la atención médica y el acceso a la educación, ambos de manera gratuita. Estos, sin duda alguna, son bases humanas que podrían servir de soporte a una sociedad justa. ¿Qué sucede entonces con Cuba y los Derechos Humanos?

Admitamos por un momento que la sociedad cubana – sin abundar en complejidades sobre la excelencia o decadencia de los sistemas de salud y educacional – consiguió garantizar a todos algo tan importante como los hospitales y las escuelas. Vamos a dar por sentado que un cubano cualquiera tiene derecho a operarse del corazón, o a formarse como cirujano sin tener que desembolsar grandes sumas de dinero. Si comparamos, en este sentido, a La Habana con Lima o Brazzaville, es probable que salte a la vista aquella ventaja que el estado otorgó a sus habitantes luego de desmantelar un sistema capitalista que, como todos los del mundo, daba prioridad al mercado por encima de la justicia social.

Muy bien… ¿ahí termina todo?

Al quedar ya casi rebasada la primera década del siglo XXI, los derechos ciudadanos parecen ser algo más que la pobre ración de los esclavos africanos, inclusive mucho más que un sistema educacional o de salud que garantice el acceso gratuito, más o menos expedito, a sus bondades. Más aún, la definición de Derechos Humanos se ha ido extendiendo más allá de lo simplemente justo, más allá de la igualdad social, y hoy día se mezcla también con el tan llevado y traído concepto de Libertad, ese que nuevos capitanes generales se empeñan en seguir considerando pura y llana sedición.

Sigamos suponiendo que el gobierno de Cuba, de buena fe y en la pelea por conservar aquellas conquistas de equidad social, no ha tenido más alternativa que limitar drásticamente el resto de los derechos ciudadanos, a saber, libertad de expresión, libertad de comunicación, libertad de asociación, libertad de prensa, libertad de acceso a la información, libertad de comercio, libertad de patrimonio privado, libertad de desplazamiento, libertad… Entonces ¿siguen siendo tan capitales las conquistas igualitarias cuando el resto de los derechos humanos – esos que a menudo se entronizan con el derecho a la libertad – emergen en mayor cantidad, marcando de manera definitiva la injusticia de un estado que alguna vez pretendió ser el más justo del mundo?

Cuando el señor Olatz Cacho, representante en España de Amnistía Internacional, niega de plano su apoyo a la Campaña Concierto por la Libertad Total de Cuba, y en su mensaje de respuesta llega a decir que “reconocemos que algunas libertades sí se respetan en Cuba”, no hace sino enrarecer el concepto que debería definir a la organización que personifica. Reconoce como “libertad” a los derechos del cubano a la salud y la educación, y desconoce como “derechos” a la falta de todas las demás libertades en la isla. Y ese “algunas libertades” incluso, convierte a su comunicado, casi sin querer, en un cobarde retruécano que tímidamente evita la responsabilidad de criticar al gobierno cubano en un momento en que la Comunidad Europea, y España en particular, se debaten en un misterioso caldo de amor-odio con respecto al régimen castrista, porque al decir “algunas”, está dando por sentado que “no todas las libertades” se respetan en Cuba, y que aún así, su entidad no tiene nada que hacer en ese asunto del concierto.
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Todavía el encanto de un cuasi emperador consigue, sin titubeos, que una institución tan históricamente comprometida como Amnistía Internacional, se lave las manos ante la épica crucifixión de todo un pueblo.
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miércoles, octubre 28, 2009

Camilo, compañero de la vanguardia.

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La gracia les costó sanción a la presentadora y director de un popular programa televisivo de los noventa, cuando, en épocas en que estaba prohibido decir “señor”, a favor del igualitario “compañero” – y siguiendo al pie de la letra la orden bajada desde la presidencia del ICRT –, en un mismo show se habló de la excelsa Elena Burke como “la compañera sentimiento”, y rememorando la fecha en que desapareció Camilo Cienfuegos, lo catalogaron como “el compañero de la vanguardia”.

Camilo, señor de la… perdón, compañero de la vanguardia, hoy recibe un homenaje espectacular en la Plaza de la Revolución. Han develado una imagen suya en la fachada del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, muy similar en textura y a poca distancia de otra, aquella de su amigo el Che Guevara que estampa la gigantesca pared del Ministerio del Interior desde el año 83.

La idea parece salida de la cabeza de Ramiro Valdés, por dos razones: una, ha sido puesta en el ministerio que él mismo dirige, y otra: el letrero escogido como pie de la imagen, si bien es una frase de Camilo Cienfuegos, no se trata de algo espontáneo como cuando expresara: “De rodillas nos pondremos una vez…”, sino la salida a una pregunta capciosa del comandante, durante un discurso – “¿Voy bien, Camilo?” – y que no podía tener otra respuesta sino: “Vas bien, Fidel”.

Visto de esa manera, no parece tanto un homenaje al guerrillero extraviado en circunstancias extrañas, sino más bien un acto adulón, un guiño exaltado a la personalidad de Fidel Castro, desde la perspectiva complaciente de alguien muy cercano, en este caso, un ministro que además, resulta ser vicepresidente del Consejo de Estado y rígido propagador e innovador de las coercitivas reglas fidelistas.

Mientras la imagen del Che lleva apenas la reproducción de su casi infantil rúbrica, en la de Camilo no aparece siquiera el clásico Kmilo 100 fuegos bromista conque solía firmar sus cartas, sino la frase que habrá de servir de eterna celebración a la obra del comandante en jefe - dicha además por alguien fallecido en el mismo primer año de la revolución y que por tan contundente razón no tendría manera de saber si ese "vas bien" seguiría vigente después de medio siglo -, un irrespetuoso desvío de atención respecto a la figura homenajeada, y de hecho, un cartel publicitario destinado a los turistas que vienen a retratarse a la plaza, una subliminal felicitación y culto a la personalidad del líder supremo, justo ahora, cuando su legado histórico se muestra más desastroso que nunca.
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Mi esposa, siempre más lista que yo, vio más allá de aquel detalle chicharrón del cartelito: “Ahora sólo falta, me dijo, que en el Consejo de Estado pongan una foto de Fidel, y que le cambien el nombre a la plaza por el de El Triángulo de las Bermudas”… Ante una observación tan aguda como esa – y recordando a Hamlet –, lo demás es silencio.
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sábado, octubre 24, 2009

Hasta Tocopán en la Máquina del Tiempo.

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Hubiera sido una foto cualquiera de la familia, un retrato convencional de la gente de allá posando para los de acá en el cumpleaños de la abuela. El paisaje doméstico, el color de las paredes o los muebles no suelen cambiar mucho en las imágenes que llegan desde la isla, y esta habría sido una fotografía como cualquier otra, de no ser por un detalle que la situó, sorpresivamente, en uno de esos universos paralelos con viajes en el tiempo de H. G. Wells. De hecho, estuve a un tilín de ser succionado por dicho detalle, como cuando Christopher Reeve descubre la monedita anacrónica en Somewhere in time. De pronto, casi me disparo a La Habana de 1991 y sólo aferrándome con fuerza a la silla pude permanecer en este siglo.
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En la imagen, tomada hace muy pocos días en Marianao, aparecen algunos de los parientes de mi lado materno. Entre ellos, la esposa de mi tío viste un pulóver (camiseta, t-shirt), con un ícono pintado sobre el pecho: Tocopán, aquel tocororo medio disneyano que sirviera de logotipo y mascota en los Juegos Panamericanos de La Habana, allá por el verano del 91.
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Como la prenda no se ve maltratada - por el contrario, el pulovito luce como nuevo - y dado que su salida al mercado dista ya casi dos décadas, cabría la posibilidad de que la cuñada de mi madre tenga algún tipo de contacto con el misterio tecnológico de la máquina del tiempo, porque de lo contrario sólo quedaría asimilar de manera categórica que a la gente de Cuba no les queda más remedio que cuidar hasta las últimas consecuencias el cada vez más disminuido ropero personal.
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No sé si algún catalán seguirá vistiendo una camiseta del 92 con Cobi, la mascota de las olimpiadas de Barcelona, o si algún mexicano seguirá usando la gorra con Pique, el rancherito bigotudo, que usó en el mundial del 86, pero sí sé que muchos cubanos conservan y usan habitualmente prendas de vestir que ya sobrepasan los veinte años de adquiridas.
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Y es que La Habana cada día se parece más a un destino de turistas viajeros en el tiempo, turistas que llegan al aeropuerto José Martí a través de la máquina de H. G. Wells. No sólo a causa de los autos antiguos que ruedan por miles en una ciudad carente de transporte desarrollado, extendiendo casi por milagro una longevidad que no previeron nunca sus fabricantes, también los cines siguen siendo a la vieja usanza, la televisión permanece abierta, los e-mails no alcanzan a superar a los viejos telegramas, los edificios de Lawton siguen con la misma mano de pintura de hace media centuria, cualquiera puede calzar un par de zapatos comprado en la década del ochenta, con la suela reparada ya siete veces, las políticas del gobierno siguen siendo las mismas que en la época de Kennedy, cuando buscábamos la mejor manera de resistir hipotéticas invasiones yanquis, o como en el caso de la mujer de mi tío, todavía hay quien mantiene en su gaveta personal un pulóver que alguien le obsequiara aquel mes en que Cuba, por última vez, superó a los Estados Unidos en la tabla de posiciones del medallero panamericano.
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martes, octubre 20, 2009

El día de mi abuela.

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Hoy Esther Pereira cumple años. Muchos años. Esther Pereira es mi abuela, alguien que nació en un aniversario de la cultura nacional, allá por la década del veinte. Más exactamente en el año del famoso ciclón, en 1926. Mi abuela no es una figura de la cultura, sólo una manzanillera de buena cuna, graduada de comercio, que un día se fugó con mi abuelo, modesto chofer de guagua que no por humilde era menos apuesto y suertudo con las mujeres.

Mi abuela fue una de esas personas que se sumaron a la Revolución en el Oriente cubano, atravesando cercos para llevar medicinas a los rebeldes de la Sierra Maestra, apoyando a mi abuelo y a mi tío mayor, quienes, en la conclusión de los cincuenta, andaban perseguidos y condenados a muerte por las pandillas paramilitares de Mansferrer. Mi abuela es una de esas personas que arriesgaron su vida por la causa de Fidel Castro, para que luego el estado triunfante la abandonase a la suerte de un magro estipendio y desayunos con cerelac, adelgazando con la crisis hasta ya no volver a parecerse jamás a aquella mujer rolliza que correteaba entre los retenes del ejército batistiano.
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Esther Pereira, sin embargo, amaba al arte. Hizo que mi madre estudiase ocho años de piano y logró que mi tío menor se hiciera violinista profesional. Con mi tío mayor no pudo hacer nada, el muy jodedor había salido a mi abuelo y no tuvo más vocación artística que pasarse la vida haciendo bromas ocurrentes, manejando camiones y engatusando damas.
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Esther Pereira leía versos de Buesa que luego copiaba con fina caligrafía en un cuaderno, escuchaba discos de música clásica con la misma candidez conque se sentaba a veces junto a mi abuelo para escuchar a Los Panchos. Con su voz aflautada gustaba de cantar tangos y bolerones mientras cosía en su vieja máquina Singer. Así la recuerdo, pedaleando su máquina de coser en las tardes y escuchando las novelas de Radio Progreso y la Discoteca Popular con Eduardo Rosillo. Así me gusta recordarla, entre enérgica y cursi, entre ama de casa apacible y fiera desconfiada del marido resbaloso.

Mi abuela está cumpliendo años en este día de la cultura nacional. Los cumplirá en su casita deteriorada del barrio Zamora donde, al morir mi abuelo, quedó a la cabeza de dos familias más, la de mi tío menor y la de mi primo, negada de plano a mudarse con mis padres a esa otra casa habanera que, por el contrario, quedó casi vacía cuando las dos familias adheridas – la de mi hermana y la mía – retoñaron más de la cuenta y acabaron emigrando bastante lejos de Marianao y del país.

Senil y escapada en parte de este mundo, a veces le pregunta mi nombre a mi madre, que es el nombre de quien siempre fue su nieto favorito. La memoria de Esther Pereira se va destruyendo como un añejo disco duro invadido por virus informáticos, acaso como un obsequio divino que le permite no recordar las razones de su vida precaria, de desayunar con cerelac y almorzar picadillo de soya luego de haber arriesgado la vida por unos cuantos que hoy desayunan leche pura recién ordeñada, tostadas, jamón, frutas y cenan opíparas raciones con la mejor carne de res.

Parece que olvidar es el mejor mecanismo de defensa que Dios le regaló a la noble longevidad de la isla. Y parece que mi abuela, más que el Himno de Bayamo y su histórica primera ejecución pública, sigue siendo para mí el más lógico sentido conque recordar a mi país el 20 de octubre de un año cualquiera.

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sábado, octubre 17, 2009

Cubalía Hermosillo, en defensa de la timba.

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El Punto Cubano de la empresa Cubalía, es el único lugar en la ciudad de Hermosillo donde se puede bailar música cubana y consumir bebidas típicas de la isla, como el mojito o el cubalibre. Ni qué decir de la añorada malta que finalmente llegó a las manos de toda la cubanada hermosillense.
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Esto no es un comercial del antro, aunque pudiera parecerlo a primera vista. Es simplemente una celebración pública de El Punto Cubano, un club que con poco capital y mucha temeridad se lanzaron a levantar un grupo de amigos, cubanos y mexicanos, para traer a la norteña región vaquera un poco del ritmo timbero de la isla.

Muchos no apostaban por el éxito del proyecto. Los norteños ni siquiera suelen ser aficionados a la salsa como los del sur de México, y la vida entera se la pasan sumergidos en la música grupera, bailando banda, con una cadencia de saltitos celtas que difiere antropológica y corporalmente de la sinuosidad que los caribeños traen en el movimiento de sus caderas, siempre que la herencia de la estética grupera le debe más al country norteamericano (a su vez de raíz irlandesa) que al espíritu tropical latino. A diferencia de zonas como Yucatán, en Sonora no existe costumbre de bailar casino, y como mismo muchos pueden creer que Olga Tañón es cubana, la mayoría jamás ha escuchado a Los Van van, y las vagas referencias que tienen de la salsa, obviamente se limitan al mercado newyorkino, a los éxitos de salsa light de Fania Records, y a megafiguras, inconfundiblemente cubanas, como Celia Cruz o Gloria Estefan.

En el club cubano de Hermosillo sin embargo, sólo se pone música cubana, tanto la que se escucha como la que se baila, y como se precia de no marcar fronteras entre los cubanos de adentro y los de afuera, es posible bailar lo mismo con Willy Chirino que con la Charanga Habanera, y sin distinción de época en tanto jamás se discrimina entre Compay Segundo y Manolito Simonet.

Aún resulta un poco confuso para algunos el hecho de que no abunden los temas de la salsa no cubana, esa que ha tenido mucha más suerte con las discográficas y el mercado. No es casual que en los canales de música, esos que llegan por el megacable, haya más de uno con salsa, transmitiendo 24 horas, y que jamás se escuche un tema hecho por cubanos, sólo música bailable puertorriqueña, dominicana o colombiana, todas ellas posteriores y deudoras de la nuestra, y todavía retrasadas en cuando al moderno concepto de la timba, esa especie de heavy salsa que identifica a nuestras orquestas contemporáneas.
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Más que nada es esa la razón por la que El Punto Cubano de Hermosillo prefiere instruir a sus visitantes en la buena timba cubana virtualmente desconocida, y no resultar muy paternalistas con aquellos que tan a menudo suben a la cabina a pedir temas de Marc Anthony, Gilberto Santa Rosa o Aventura. Bastante han hecho las discográficas con poder global para no dejar salir a flote a los de la isla, como para que los propios cubanos también les neguemos a los nuestros la merecida hegemonía, en un pequeño reducto de cultura cubana, al norte de México.

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Así es un sábado cualquiera en Cubalía Hermosillo.

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martes, septiembre 29, 2009

Pequeño manual para encarcelar opositores sin parecer dictador.

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Para la óptima formación de instructor policial del estado socialista cubano, es imprescindible dominar ciertas maneras de controlar las situaciones incómodas y reducir a los elementos antisociales que buscan desestabilizar la soberanía de nuestra patria. Pero como el enemigo siempre está al acecho para calumniar la pureza de nuestras ideas, no siempre podemos encarcelar a un disidente así como así, que eso levanta ronchas por ahí por el mundo y nos pueden acusar injustamente de ser unos esbirros totalitarios. Claro que vamos a meter tras las rejas a todos los opositores que nos sea posible, pero como no siempre se posibilita procesar a alguien abiertamente por pensar distinto, he aquí una breve lista de posibilidades para el enjuiciamiento:

.- Cualquier cubano es factible de poseer algo ilegal en su vivienda, por ello resulta muy efectivo practicar un registro, y detectar cualquier cosa que se halle fuera del mercado oficial. Si aparecen unos sacos de cemento, no hay que buscar más. No hay cemento en el mercado, así que tiene que ser del mercado negro. En ese punto ya tenemos del lado de acá al desafecto, detenido por receptación y tráfico de material ilegal. Nadie puede decir que agarramos a un médico opositor por su opinión. Luego decomisamos el cemento y nos lo repartimos en la estación, que los policías también tenemos derecho a reparar nuestra vivienda.

.- Si se trata de un músico contestatario, como no se les permite grabar temas en los estudios oficiales, lo más probable es que tenga en su casa algún estudio clandestino. Si tiene un estudio, tiene computadoras, y si tiene computadoras seguro la compró ilegalmente, que un músico censurado no puede tener dinero suficiente como para comprar una PC en la red oficial, porque son demasiado caras. Ese es el momento de agarrarlo con las manos en la masa y procesarlo por posesión ilegal de bienes hurtados y por traficar con piezas de computadoras.

.- A veces ni siquiera hay que esperar a que se conviertan en opositores. Si alguien se manifiesta, por voluntad o accidente, en contra de las altruistas ideas del socialismo cubano, si por casualidad apareciese en un vídeo de youtube diciendo que en Cuba se pasa hambre, sobrio o borracho, primero esperamos unos tres meses a que se calme la opinión pública y luego lo procesamos por Peligrosidad Predelictiva, criticando su vagancia y asegurando que es un peligro potencial para la sociedad. No hay que mencionar el posible videíto de youtube. Con la acusación de criminal en ciernes, aunque no haya hecho nada, es más que suficiente.

(Este último acápite tiene el problema de que, de darse una coyuntura internacional, una campaña por su liberación, o un conciertico con extranjeros en el que alguien pudiera decir algo sobre él, entonces tenemos que establecer un plan digno de retirada y mandar al borracho para el psiquiátrico, a recibir tratamiento para el alcoholismo. Allí con unos cuantos electroshocks va a quedar como nuevo)

Archívese y mándese copia a cada estación municipal, como parte del estudio individual de cada instructor de la Policía Nacional Revolucionaria. Dejamos a su imaginación otras justificaciones que puedan elaborar en el terreno, sólo apuntando que la creatividad no tiene que verse atada, en absoluto, por las leyes vigentes.

¡Gloria eterna a los héroes de la patria! ¡Abajo el injusto bloqueo contra Cuba! ¡Los cinco héroes volverán! ¡Socialismo o muerte, ambos inclusive!

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Nota posterior a la redacción del documento.

A nuestros heroicos combatientes:
Cuando la patria nos exige tomar medidas más drásticas, es hora de olvidar las reglas escritas en el documento anteriormente expuesto y simplemente agarrar al opositor por el cogote y someterlo a juicio sumario por traición a la patria, tal y como hemos tenido que efectuar hace apenas unas horas con el cabecilla del MCL en Santiago de Cuba. Estos perros pagados por el oro imperialista no se merecen tanto miramiento.

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OTRA NOTA MÁS:
Un día después de cerrado este post, supimos que Agustín Cervantes, miembro del Movimiento Cristiano Liberación (MCL) también fué procesado por un supuesto cargo de "agresión". Creíamos que había sido hecho prisionero simple y llanamente por ser opositor, pero otra vez la realidad fue más absurda que la ficción: Cervantes fue condenado a dos años de cárcel, luego de que un agente provocador fuese hasta su casa a insultarlo y a agredirlo con un cuchillo. Un acápite más para el manual de cómo condenar a disidentes sin parecer demasiado dictador.
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