Pero ocurre que en la comedia funcionan otras reglas no escritas, en relación a los focos de burla, y que normalmente evaden, como pecado de mal gusto, el hacer mofa de los más débiles. Por ello cuando unos altaneros ingleses pasan un buen rato denigrando a la cultura mexicana (a partir del pueril análisis del auto deportivo mexicano Mastretta MXT), lo que de inmediato salta a la vista es la arrogancia de un país primermundista burlándose de uno menos afortunado. Visto desde la perspectiva de un verdadero humorista inglés, Charles Chaplin, sería como si el personaje de Charlot, el vagabundo, recibiese una patada en el trasero del policía, y no a la inversa, que es lo que verdaderamente motiva la hilaridad de un ser humano decente.
Los engreídos de programa Top Gear fueron bastante lejos en el uso de sus libertades civiles. Entre otras lindezas, bromearon con que los autos mexicanos, conforme a su nacionalidad, serían “holgazanes, tontos, flatulentos, pasados de peso y dormilones recargados a una cerca, mirando un cactus con una sábana con hoyo en el medio a modo de abrigo”. También llamaron a la comida mexicana “vómito con queso encima”, “vómito refrito”, y por si no bastara, bromearon con lo terrible que resultaría despertarse y darse cuenta de que se es mexicano.
De haber sido al revés – digamos, humoristas mexicanos dando carrilla a la desabrida comida inglesa, a la pervertida familia real, al cliché de la falta de aseo británica, a la locura de conducir con el timón a la derecha o a la bestialidad de Las Malvinas o el Domingo Sangriento del 72 – no habría sido tan de mal gusto a fin de cuentas, pues lo normal en el humor internacional es que Cantinflas se burle de los aristócratas, y no que estos, pretendiendo ser tan finos como Oscar Wilde, avasallen y maltraten al humilde peláo con un despotismo propio de nazis.
Es difícil que la comedia renuncie a los arquetipos, a los esquemas que muchas veces definen como tontos a los chinos o los polacos, como tramposos a los cubanos, como mafiosos a los italianos, como fascistas a los alemanes y como flemáticos a los ingleses, pero quien quiera que conozca verdaderamente a los mexicanos – más allá de sus defectos políticos, de su publicitada violencia y narcotráfico – no podrá negar que en general son personas amables, desprendidas, hospitalarias, emprendedoras y con un largo etcétera positivo que quizás culminaría con la categórica afirmación de que la comida mexicana, lejos de ser un “vómito con queso encima”, es de una cultura culinaria abrumadoramente copiosa y exquisita, la tercera más variada del mundo.
Probablemente la cadena BBC reconozca su falta y emita una disculpa a las autoridades mexicanas por las bromas discriminatorias que escupieron en vivo sus presentadores. El daño ya está hecho y nunca será muy de fiar si el policía se disculpa con el vagabundo Charlot por haberle pateado el trasero.
Lo mejor, mis cuates, será mentarles la madre a esos tres sangrones y pasar la página.
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2 comentarios:
Más un excelente Post Wichy. Este tipo de prepotencia es directamente proporcional a la ignorancia. Viviendo en el "primer mundo" he comprendido la falacia del argumento.
Bueno.. Quizá los ingleses ven a los diputados y senadores mexicanos y creen que así somos todos. Pero lo cierto es que las personas, todos o la gran mayoría habla por que tiene boca. Creo que muchas personas en todo el mundo carecen empatía, ya que detrás del diseño de un carro (y de cualquier negocio o empresa) están muchas personas trabajando desde tempranas horas, dándose en la madre para poder llevar sustento a casa. Y no es porque yo sea mexicana, pero la historia de México tanto social, económica, política y cultural destaca a individuos y masas que luchan por mejorar su país y a tanta rata tachada como hombre… (O político). Por otro lado prefiero la rica carne sonorense de res, a una comida congelada, procesada y adulterada de ingleses “burgueses”. Un fuerte abrazo Rodrigo. Lindo pasar por acá nuevamente.
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