jueves, octubre 27, 2011

A Mariela Castro le divierte el alquiler de vaginas.

Muchos se han escandalizado con el nuevo vídeo de Radio Netherland donde nuestra princesa heredera se pasea por el Barrio Rojo de Amsterdam, tomando experiencias de la pulcra prostitución holandesa. Lo más obvio resulta la doble función de alguien que, por un lado, representa al Centro Nacional de Educación Sexual y por el otro, al clan familiar de los dictadores, o lo que es lo mismo, juez y parte en la represión al jineterismo nacional.

Yoani Sánchez ha dejado un comentario en Facebook desde celular, relativo al mismo vídeo: “GY Mariela Castro en el Barrio Rojo de Amsterdam, y a mí no me dejan salir de Cuba. ¿Cuestión de linaje?...”

Pero lo que a mí más me ha llamado la atención del vídeo, ha sido un diálogo de la hija de Raúl Castro con una de las representantes del sexo rentado holandés. Mariela, entre risas, le dice: “En Cuba yo he conocido, por ejemplo, gente que dice ‘Necesito arreglar el baño y no tengo dinero’, entonces le da el servicio sexual al albañil hasta que este le termina el baño…

La historia probablemente sea cierta, aunque el “yo he conocido” de Mariela pudiera ser un eufemismo de aristócrata, y más bien se trate de un relato de oídas, recibido acaso de boca de alguna de sus protegidas travestis revolucionarias del malecón, redimidas o aún en el limbo. Lo curioso de esto es la manera solazada en la que la hija más conocida del dictador regente – una especie de Aisha Gadafi en pleno auge, casada con un italiano y con licencia para hablar a nombre del país – cuenta como en Cuba es muy normal que una mujer (una mujer no prostituta), bajo determinadas circunstancias, pueda usar su vagina como moneda de cambio, a falta de una moneda de más valor.

Más allá de la represión simulada que sufre la prostitución, con el probado proxenetismo de las autoridades y las redadas esporádicas para salvaguardar la moral socialista, las palabras de Mariela Castro en el Barrio Rojo de Amsterdam parecen una burla a la propia mujer cubana, esa que supuestamente su madre, la fallecida Vilma Espín, protegía del deshonor y la ignominia en su organización castro-feminista.

Pero por más que le doy vueltas a esa conversación, por más que la regreso y trato de encontrarle el chiste al cuento de la compatriota que tiene que ofrecer favores sexuales a un albañil para que este le arregle el baño, todavía no alcanzo a comprender de qué se ríe Mariela Castro Espín. Debe ser que mi sentido del humor ya no es el mismo de antes.

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miércoles, octubre 26, 2011

Los meñiques marcados de Puerto Ordaz.

Para los cubanos resulta muy familiar cualquier referencia a los controles y restricciones del consumo. Crecimos con una libreta de abastecimientos en la mano y escuchando arengas en contra de la especulación, los acaparadores, coleros y revendedores. En nuestra memoria de medio siglo, bajo escaseces y regulaciones de mercado, se almacenan muchas anécdotas adjudicables al realismo mágico del fidelismo.

No olvidaré nunca a mi madre, en los supuestamente holgados años setenta, queriendo comprar una tijera en la ferretería de 13 y 84, en Marianao. En casa sólo teníamos una tijera de antes de la revolución, ennegrecida, sin filo y con las puntas romas, así que mi madre esperó varias veces a que “sacaran” tijeras y fue siempre a hacer la cola, sin éxito porque invariablemente se acababan antes de tocarle el turno. El encabronamiento de mi madre se acentuaba porque varias veces estuvo a punto de comprar su dichosa tijera, pero con tan mala suerte de que un vecino ciego llegaba, y sin hacer la cola – pues los ciegos tenían prioridad – se llevaba, siempre, la última tijera que quedaba.

“¡Otra vez el ciego ese me dio alante!”, protestaba ella, “¡yo quisiera saber para qué un ciego quiere tantas tijeras!”… Nunca supimos la respuesta, y quizás dejó de tener importancia cuando un tiempo después mi padre trajo, finalmente, una tijera nuevecita de la Unión Soviética.

No creí que esta realidad, que incluía colas extensas marcando detrás de alguien y preguntando siempre detrás de quién iba, por si acaso, esa realidad de turnos, tickets, pre-tickets y plan jaba, llegaría alguna vez más allá de las surrealistas costas cubanas. Pero el hechizo del socialismo totalitario llegó hasta Venezuela, dónde no sólo ya hay apagones al mejor estilo habanero – aún siendo un país de privilegiada producción petrolera –, sino que la escasez de alimentos propia de la distribución centralizada ya ha provocado fenómenos tan insólitos como el de un mercado de Puerto Ordaz – estado de Bolívar, al sur de Venezuela, y que por carambola a los cubanos nos trae cierto olor a hospital psiquiátrico –, donde los clientes fueron marcados con tinta indeleble en el dedo meñique, para que no repitiesen la compra de leche en polvo.

No resulta tan extraño si tenemos en cuenta que la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (CAVIDEA) ha reportado una reducción de 3.71% en las ventas de alimentos para el mes de septiembre, con una caída consecutiva de siete meses. Las autoridades venezolanas, tal y como suelen hacer las cubanas en estos casos, ocultan en lo posible estas realidades a sus ciudadanos, o las disfrazan detrás de propaganda y triunfalismos. El artículo, aparecido en Correo del Caroní (y retomado con corrosivo humor negro en El Chigüire Bipolar), refiere que “entre largas colas y empujones, los consumidores pudieron adquirir el producto, no sin antes quedar marcados de una manera muy peculiar…”

Aparentemente, según este mismo artículo, no son nuevas las peleas en colas para adquirir alimentos, y no hay distinciones entre las redes de mercados públicos y los privados.

Si bien el estilo de marcar dedos meñiques, para no comprar leche dos veces, parece un aporte del chavismo a la patología marxista-fidelista, el espíritu de este fenómeno ya está cercano a cumplir los 53 eneros, y viste un orgulloso uniforme verdeolivo de incompetentes destellos rojizos.

Venezuela, qué duda cabe ya, anda con pie firme hacia la misma gloria de las ruinas miserables de nuestra antimperialista sociedad cubana.

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lunes, octubre 17, 2011

Jerry Seinfeld, la terapia.

Mientras mi país me colma a diario de noticias tristes, de decesos y represiones, mientras la vida de exiliado continúa y se hace virtualmente imposible alguna acción concreta más allá del uso libre de la palabra, a veces no queda más que espantar por un rato - o por un fin de semana - los malos sabores con algo de alegría y positividad.

En mi ayuda siempre ha acudido Jerry Seinfeld, un clásico del stand-up comedy que despliega filosofías curiosas y cándidas, lo mismo desde su show homónimo de televisión (terminado en 1998) que en sus espectáculos de sala. En ambos recurre al recurso de la "comedia de pie", para hacernos la vida más agradable.

Siempre que algunas transcripciones de sus palabras han tenido muchos like en mi muro de Facebook, me ha parecido pertinente reunir unas cuantas y publicarlas aquí, en el supuesto de que puedan servir de terapia para otros, como lo han sido para mí.

Buen provecho.

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.- Lo malo de la televisión es que todo el que sale parece estar haciendo algo mejor que lo que haces tú. Nunca se ve a nadie tirado en el sofá con papas fritas en la cara. Algunos se la pasan muy bien en los comerciales, ¿de dónde sacan tanto entusiasmo? ¿Los han visto? ¡Tenemos refresco, tenemos refresco, tenemos refresco!, saltando, riéndose, volando por el aire... ¡Es sólo una lata de refresco!... ¿Han visto un comercial mientras beben exactamente la misma bebida que anuncian? Ves a gente jugando voleibol, motos acuáticas, chicas en bikini...? Y piensas, tal vez le puse demasiado hielo al mío...

.- Me encanta mi contestador automático. Yo quisiera ser un contestador automático. Así, si por la calle me encontrase con alguien con quien no quiero hablar, le diría: “Disculpe, no estoy aquí en estos momentos, deje su mensaje y podré seguir caminando”...

.- Tengo un teléfono inalámbrico, pero no me gusta tanto, porque no puedes colgar ese teléfono de un golpe. Si te enojas y es un teléfono común, dices “¡No me hables en ese tono! Y… ¡¡PUM!!... Pero si es en un inalámbrico... “¡No me hables en ese tono!”… tic… tic...“Te lo advertí”…

.- Mi idea de sala de estar perfecta sería el puente de la nave espacial Enterprise. Un sillón, una buena pantalla, control remoto…Por eso Star Trek era la fantasía masculina suprema: volar por el espacio en tu sala viendo la tele. Los alienígenas siempre venían porque Kirk era el único con pantalla gigante. Venían los viernes. Boxeo Klingon, había que estar ahí…

.- Todos tenemos ideas personales sobre la seguridad, cosas que piensas que engañarán a los ladrones. En la playa, vas al agua y dejas la billetera dentro de un tenis… ¿Quién va a adivinarlo?... ¿Qué mente criminal penetraría esa fortaleza de seguridad?... ¡Le hice un nudo! ¡No podrán abrirlo! Puse la billetera en la punta del tenis. Nunca miran ahí. Miran el talón y se van.

.- Cada vez que sale en las noticias que agarran a un criminal, terrorista, psicópata, maníaco… ¿han visto como siempre se tapa el rostro con un periódico, o con la chaqueta...? ¿Qué es lo que le preocupa? ¿Qué reputación tiene este hombre que se preocupa que lo vean así, perjudicándose su buen nombre?... ¿Está pendiente un ascenso en su oficina o algo así? ¿Teme que el jefe lo vea en la televisión y diga: “Ese no es Johnson, el de Ventas?... Está en la torre del reloj y está tumbando personas una a una… No creo que ese sea el tipo de hombre que queremos para que dirija la nueva sucursal… Debería estar en Cobros, para eso sí tiene talento.”…

.- A la gente le gusta la idea de la venganza. ¿Han oído la expresión “La mejor venganza es vivir bien”?... Significa, en otras palabras, que la mejor manera de vengarse es ser feliz y tener éxito en tu vida. Suena bien, pero no funciona al nivel de Charles Bronson. Como en la película donde toda su familia es asesinada por delincuentes callejeros. ¿Crees que podrías decirle: “Charlie, olvida la pistola, necesitas un traje a la medida, un convertible, alfombra nueva, un sillón… ¡Así aprenderán esos desgraciados!”…?

.- Confieso que, por alguna razón, disfruto ser adulto. La razón número uno es que, como soy adulto, si me quiero comer una galleta, me la como. Puedo comer tres galletas, o cuatro galletas… once galletas si quiero. Muchas veces arruino mi apetito a propósito. Sólo porque sí. Y encima llamo a mi madre y se lo cuento. “Hola, mamá, acabo de arruinar mi apetito… ¡Por comer galletas!…” ¿Y qué más da? Como adulto, sé que si arruino mi apetito ¡ya me volverá más apetito después! No pasa nada que se te quiten las ganas. Tengo millones de ganas de reserva y puedo arruinar mi apetito cuando quiera.

.- Tengo un amigo hipocondríaco, cree que siempre está enfermo y nunca lo está. Pero también hay otro tipo de personas, que siempre se sienten bien, por muy mal que estén. ¿Conocen ese tipo de gente? Son muy irritantes. “Me siento muy bien. Me gusta estar conectado a un respirador, con suero, conectado a una máquina, ¡nunca me sentí mejor en toda mi vida!”…

.- ¿Por qué el compromiso es un problema tan grande para un hombre? Por alguna razón, cuando un hombre conduce por la autopista de la vida, la mujer que lo acompaña es como una salida. Pero él no quiere salir. Quiere seguir conduciendo. La mujer dice “Mira, gasolina, comida, alojamiento. La salida, es lo que necesitamos para ser felices. ¡Sal! ¡Aquí, ahora!”… Pero él se fija en el cartel de más adelante que dice “Próxima salida a 43 Km”, y piensa “Lo voy a lograr, lo voy a lograr”…

.- Los hombres cambian el canal del televisor más que las mujeres. Los hombres toman el control remoto, ni siquiera saben qué están viendo: “¿Una retransmisión?-No quiero verla- ¿Qué estás viendo?-No me importa-¿Quién era ese?-Ni idea- ¿Ese no es tu papá?-No importa, tengo que seguir con esto…” Las mujeres no hacen eso. Las mujeres cambian y dicen “Vamos a ver de qué trata el programa, antes de cambiar el canal”, pero los hombres no pueden parar. Y eso es porque las mujeres se asientan, y el hombre sale de cacería...

.- Antes de que existieran los canales, antes de la televisión, reyes, emperadores y faraones tenían narradores que les contaban historias. Con eso se entretenían. Siempre me he preguntado si hubiesen podido tener a 30 narradores juntos, con treinta historias diferentes, para poder irlas cambiando. Y poder decir: “Cuéntame tu historia… Para, ya no quiero escucharla más, cállate. El otro, ¿de qué me vas a contar tú? ¿Hay alguna chica en tu historia? ¿No? Cállate. ¿Qué cuentas tú? Déjalo, no lo quiero escuchar. ¿Y tú? Tampoco me interesa… Ya, ya, se pueden ir todos, me voy a dormir…”

.- Policías, no me preocupan los policías. Quiero ver más basureros. Es mucho más importante. Si nunca se podrá acabar con el crimen, al menos deberíamos estar limpios. Les diré lo que se debería hacer, se debería combinar ambos trabajos, hacerlos un solo empleo, “policía-basurero”. Siempre veo a policías por ahí caminando sin hacer nada… ¡Que cojan una escoba! Que se pongan a barrer. ¡Barre, barre, barre!… ¿Atrapaste a un criminal? ¡Pues dale a barrer otra vez!

.- La gente se pelea en la vida, cuesta creerlo. También cuesta creer que exista el boxeo. Me sorprende mucho. El problema del boxeo es que dos tipos se pelean sin haber tenido una discusión previa. ¿Por qué no entran en el ring, cada uno con un pequeño carro, tienen un pequeño accidente y comienzan a discutir “¡¿Acaso no vio mi señal?!” “¡Mira ese parachoques como quedó!”… ¡Entonces veríamos una pelea real!

.- De niño, tenía un periquito. Era la única mascota que disfrutaba. Lo dejábamos salir de la jaula y revolotear por ahí… Pero mi madre hizo cubrir una pared entera de la sala con un espejo, porque según ella el espejo hacía agrandar el espacio. ¿Han oído de esa teoría?... Con el espejo parece como si hubiera otra habitación. Pero ¿quién va allí y dice “Mira, hay otra habitación… y ahí dentro hay un tipo que se parece a mí”…? Bueno, el periquito se confundía, volaba por ahí, se metía de cabeza contra el espejo ¡Bum! ¡Ay!... Y yo siempre pensaba “bien, quizás el periquito piense que esa era otra habitación… ¡¿pero por qué nunca intentaba no chocar con el otro periquito?!”…

.- Les diré lo que me gusta de los chinos. Ellos siguen comiendo con palitos ¿verdad? Ya saben, conocen el tenedor, pero siguen con los palitos. Eso me impresiona. No sé qué me estaré perdiendo… Un granjero chino se levanta temprano, trabaja todo el día en el campo con una pala… Pala… Cuchara… ¡Vamos!… Ahí está: ¡No labrará 40 acres con dos palos de billar!....

.- Algunos de los eventos olímpicos carecen de sentido para mí, carecen de conexión con la realidad, como en las olimpíadas de invierno, ese biatlón, que combina esquí a campo traviesa y disparar con un arma. ¿Cuántos francotiradores alpinos están en eso?... Es como combinar natación y estrangular a un tipo. ¿Por qué no tenemos ese?

.- He leído un estudio científico que dice que hablar en público es considerado el temor número uno de la gente. Eso me pareció asombroso. El temor número dos era la muerte… ¡¿La muerte el número dos?!... Quiere decir que la mayoría de las personas en un funeral… ¿preferirían estar en el ataúd antes que hacer la despedida del duelo?...

.- ¿Cuál es el sentido del paracaidismo? Si saltas de un avión y el paracaídas no se abre, el casco es quien te usará a ti como protección. Más tarde el casco hablará con los otros cascos y les dirá “menos mal que el tipo estaba ahí, si no me hubiese golpeado contra el suelo directamente. Nunca salten de un avión a menos que lleven a un ser humano con ustedes. Es seguridad básica…”

.- Seguramente los caballos saben que el jockey está muy apurado. Él está sobre ellos, los golpea con esa cosa, va diciendo “¡Vamos, vamos!”, pensarán que obviamente el jockey está en un apuro. Pero el caballo llega extenuado al final y dice: “¡Bien, ya estamos aquí… ¿cuál es el sentido de esto?! ¡Es el mismo lugar de donde salimos!...

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domingo, octubre 09, 2011

Un silencioso Grito de Yara.

Entre las cosas que, luego de vivir por años en México, siempre he deseado para Cuba, es que el 10 de octubre se convierta alguna vez en una equivalencia festiva al Grito de Dolores mexicano. De nuestro “Grito de Yara” en Cuba apenas recuerdo uno de los pocos días festivos del año, con las clases suspendidas, algún que otro programa de televisión dedicado al padre de la patria, Carlos Manuel de Céspedes, y nada más.

Poco menos de un mes atrás, México se engalanaba de banderas, sombreros, bigotones y matracas. Este año ni siquiera la campaña promovida por muchos mexicanos para quedarse en casa, protestando así por la violencia, impidió que las plazas se llenasen al amanecer del 16 de septiembre, y – muy por encima de la politiquería y los poderes – sonasen las campanadas y estallasen los fuegos artificiales.

Para que la masa cubana un día llegue a comprender – como esos mexicanos que gritaron ¡Viva México!, aún inconformes con el gobierno y su gestión – que la patria es mucho más que una ideología o unas cuantas personas endiosadas, tendrán que darse muchos cambios dentro de la isla, tendrá que promoverse un rescate de lo verdaderamente esencial en la belleza de nuestra nacionalidad, una reapropiación de los símbolos patrios y sus próceres. Por fuerza, llevará décadas entender que la revolución verde olivo y el comunismo castrista, aún teniendo un peso fundamental en la historia del último siglo, no tienen nada que ver con la esencia de la cubanía. Precisamente la sostenida suplantación de esa esencia con publicidad ideológica, símbolos bolcheviques y consignas triunfalistas es lo que ha ido creando en el pueblo esa especie de apatía por las celebraciones patrióticas, a las que acude por inercia, asignación, conveniencia o temor. Nunca por emoción.

Quizás alguna vez comprendamos una fecha como el Diez de Octubre como lo que es, el inicio de un despertar de la conciencia nacional, y no tanto como lo que no es, el inicio de una epopeya que terminó con el triunfo de Fidel Castro.

Entre tanto, mi personal 10 de octubre seguirá siendo el día en que mi hermana Maite cumple años allá en Canadá, el día en el que el cariño que por ella siento me hace pensar aún más en las razones por las que tantos seres queridos andan lejos de Cuba, desperdigados por cualquier parte de este planeta, tan lejos de su sangre y de su naturaleza cultural; razones que, por donde quiera que se las mire, no tuvieron nada que ver con el eximio Carlos Manuel de Céspedes, padre de la patria.

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sábado, octubre 08, 2011

Religiosos y abejitas, la puesta en escena.

No hay por qué ser esclavos de esos fingidores, que hay tantos falsos devotos como falsos valientes.

- Molière (Tartufo)


Mientras Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, peleaba con la muerte en la sala de Terapia Intensiva del hospital Calixto García, el Centro Diocesano de la Iglesia Episcopal de La Habana reunía en su auditorio a cristianos, yorubas, judíos, islámicos, budistas, abakuás, ahais, yogas, espiritistas y cuanto culto existiese sobre suelo habanero, para orar por…la libertad de los cinco espías.

Según el Granma, la iniciativa nació de la Plataforma Pastoral Cubana, “para trabajar por la reunificación familiar de los Cinco, y en general por el fortalecimiento de la familia cubana”, o como dijese el reverendo Pablo Odén Marichal, coordinador de la Plataforma, “significó un culto a la dignidad, la fraternidad y la amistad",

Vamos a pasar un velo de piedad por la historia reciente de la religión en Cuba, perseguida, diezmada, combatida y desacreditada por ese mismo Partido Comunista que ahora promueve tales eventos e incluso ocupa su sitial de honor en ellos, siendo representado por Caridad Diego Bello, jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido y Ramón Pez Ferro, presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Vamos a suponer que las asperezas del marxismo estalinista ya fueron honestamente limadas por un nuevo enfoque de libertad de culto y respeto por las creencias religiosas… ¿Alguien puede creer – y en ello incluyo la Fe como base de la confianza hacia un poder superior, espiritual o político – que estas ceremonias tienen un origen devocional? ¿Alguien puede creer que un espectáculo de rezos como este ha sido piadosamente diseñado por religiosos?

El momento escogido no deja de ser menos oportuno: René González, uno de los cinco espías de la Red Avispa, acaba de ser liberado en Marianna, Florida, pero no podrá regresar a Cuba, pues aún debe tres años de libertad condicional a la justicia norteamericana. Esta contrariedad le agua la fiesta al gobierno, que ya anda necesitado de festejar alguna pequeña victoria propagandística en contra del imperialismo yanqui, y no puede darse el lujo de esperar tres años para hacerlo. Esa es la razón de que echase a andar los recursos con los que cuenta.

Por un lado estos religiosos que, ya sea por automatismo – por creer sinceramente en la inocencia de unos espías que operaban en territorio ajeno, a tenor del argumento oficialista de que estaban “combatiendo el terrorismo” – o por conveniente alineación con el poder, se prestan para la escenificación alucinante de un concilio que se parece más a una caldosa tropical de creyentes en función de una causa aplastantemente gubernamental, que a un cónclave serio de fundamentos místicos.

Por otro lado, parece demasiada coincidencia que otro fenómeno escénico, el de la compañía de teatro infantil La Colmenita, esté por comenzar una gira por los propios Estados Unidos, llevando una puesta en escena que, según su director, Carlos Alberto Cremata, fue escrita íntegramente por los niños, sin intervención de “nuestra visión adulta de lo que son esos cinco héroes”. Tim (como es conocido Cremata por sus allegados) ha cargado toda su vida con la cruz de ser hijo de una de las víctimas del sabotaje al avión de Barbados, y quizás por ello, aún siendo un artista inteligente, no ha podido zafarse en su obra de las deudas ideológicas, como sí lo ha hecho su hermano Juan Carlos, reconocido cineasta.

El montaje de Abrakadabra, apreciable en una versión completa aparecida en YouTube, no sólo ha sido el peor artísticamente en toda la historia de la compañía, el menos imaginativo y chato (en un repertorio que ha logrado espectáculos tan bien elaborados que la UNICEF los declaró embajadores de buena voluntad en el 2007), sino que deja ver su inmediatez, sus costuras chapuceras, su armazón a toda carrera en función de una presunta disposición desde las alturas, y que ha convertido a esos niños en marionetas, repitiendo textos oficialistas y poco creíbles, al menos para quienes ya andamos lejos del radio de acción de la propaganda castrista. Las tiernas abejitas de La Colmenita han cerrado filas por sus primas de la Red Avispa, y en lugar de producir miel, han logrado una producción récord de panfletos que podría llenar de orgullo al mismísimo Ramiro Valdés.

No puedo evitar sentir pena, tanto por esos budistas cubanos – desde mi propia creencia y práctica budista que, entre otras cosas, no es exactamente una “religión” ni se ocupa de rogativas directas a dios alguno – que participaron en esa versión religiosa de We are the World, como por esos niños de La Colmenita, entre los cuales hay hijos de amigos queridos, artistas radicados en la isla y que, más o menos conscientemente, contribuyen con la estrategia publicitaria oficial.

Laura Pollán sigue en la sala de cuidados intensivos, sin que los religiosos cubanos – ahora aliados al poder que antes los reprimió – compongan una sola oración por su salud. No sería extraño que la recién vapuleada Dama de Blanco apareciese pronto como una bruja malvada, asalariada del demonio, el General Resóplez o la rata pirata Ruy La Pestex, en algún montaje futuro de La Colmenita.

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miércoles, octubre 05, 2011

Extrema izquierda: de la candidez a la violencia.

La juventud es por naturaleza rebelde y redentora, pero lo que pasa por la cabeza de un joven artista de la extrema izquierda, sigue siendo un misterio para mí. A no ser que extrapole conductas recientes a sus homólogos de otras épocas, aquellos que me son más familiares y que también fueron jóvenes y rebeldes en alguna ocasión del siglo pasado.

Pablo Hasél, rapero de Lleida – una ciudad española a medio camino entre Barcelona y Zaragoza – ha sido detenido esta semana bajo supuestos cargos de exaltación al terrorismo. Aunque al parecer ya ha sido puesto en libertad provisional sin fianza, muchos jóvenes que lo apoyan han circulado documentos en pro de su liberación o se han manifestado públicamente en su favor, y mayormente se maneja la idea de que las autoridades españolas han cometido una violación en contra de la libertad de expresión del músico.

Probablemente lleven razón, y los complejos mecanismos políticos ibéricos le estén pasando la cuenta de sus propios errores a un artista de apenas 22 años. Pero desde la distancia centroamericana, y luego de saber que un cubano residente en España fue también detenido – y liberado de igual forma – presuntamente por pertenecer a Al Qaeda y estimular al terrorismo en páginas de internet, resulta un poco más delicado establecer un cotejo, inclinando únicamente la balanza hacia la victimización del presunto culpable.

Las agencias han reportado que las autoridades ubicaron el origen de frases aparecidas en la red como "merece que explote el coche de Patxi López", "que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono", "los GRAPO eran defensa propia ante el imperialismo y su crimen”, "no me da pena tu tiro en la nuca, pepero", "quienes manejan los hilos merecen mil kilos de amonal", "pienso en balas que nucas de jueces nazis alcancen"…, y que por momentos parecen resaltar en una producción musical que, poéticamente apreciable, también explora temas de amor, drogas, depresión y demás recurrencias habituales de la contracultura y la indocilidad juvenil, todas en el IP y archivos personales de Hasél.

La razón de esta reflexión aparece, no sólo porque la eventual cantata a grupos terroristas como la ETA o los GRAPO puede resultar de una ingenuidad altisonante (cuando se recurre a ello como protesta por el terrorismo de estado que ha promovido el gobierno norteamericano, muchas veces apoyado por el gobierno español, como si el terrorismo “pequeño” – o local – fuese menos terrorismo que el bombardeo a una ciudad iraquí), sino también porque algunos de estos artistas de izquierda, en su cruzada en contra del capitalismo, confunden al marxismo con las guerrillas y a Fidel Castro con el Mesías.

En una entrevista que aparece en la web de izquierda Kaos en la Red, Pablo Hasél no sólo alaba directamente a los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), quienes, sin necesidad de distorsiones mediáticas se han hecho de una amplia y merecida fama como luchadores violentos y criminales, sino que, con una opinión espléndidamente cincelada por la maquinaria propagandística del gobierno cubano, y a raíz de una pregunta sobre presos políticos españoles, dice: “…la inmensa mayoría de los pre$os (sic) cubanos, si no todos, son mercenarios recibiendo subvenciones de los USA. En cualquier otro país estaría penado con cadena perpetua -o de muerte en caso de los mismos USA- el hecho de ayudar a un país enemigo que está imponiendo un bloqueo brutal”…

La manera en que el agitador etiqueta a los presos políticos cubanos rebasa cualquier análisis serio, y únicamente deja colgando en el aire esa extraña sensación de que, incluso aquellos que alardean de no ser manipulados por el poder de sus gobernantes, pueden ser convertidos, sin saberlo, en papagayos o marionetas de un gobierno ajeno, siempre que este contribuya a alimentar sus propios patrones ideológicos, y lo peor, se vuelven cómplices ingenuos de un estado represor que encarcela a sus opositores con la misma impunidad que tanto le critican a su propio sistema, el español.

Para muchos resulta insólito que el pensamiento revolucionario actual en países hispanos se aferre aún a los mitos y axiomas ideológicos de la dictadura cubana. Muchos consideran incongruente que las Madres de Plaza de Mayo apoyen a los Castro y al mismo tiempo no reconozcan a las Damas de Blanco, o que jóvenes antifascistas como Pablo Hasél se inclinen por legitimar a un estado lleno de vetas fascistoides y abrace un comunismo de ribetes anarco-terroristas en franco desconocimiento de la historia, los garrafales despropósitos de la lucha de clases y la cara tras la máscara de sus modernos seguidores estalinistas. No todos tienen la madurez, o la entereza de reconocer la realidad cubana, como ya la tuvieron muchos viejos rebeldes españoles como Joaquín Sabina (a quien el muchacho señala en la misma entrevista como una de sus inspiraciones capitales), Serrat, Ana Belén y Víctor Manuel, a argentinos como Fito Páez y Mercedes Sosa, o también cubanos como Pablo Milanés. No todos los izquierdistas que entienden a la rebelión armada (o la muerte consciente a otro ser humano) como una herramienta válida de cambio social, están listos para comprender que aquellos que hace muchos años fueron guerrilleros hoy se han vuelto dictadores que aplastan a sus compatriotas esa misma libertad de expresión que ahora reclaman, a propósito del rapero detenido, a las puertas del ayuntamiento de Lleida.

Quizás este joven compositor madure alguna vez y, si antes no es arrastrado por el encanto fatal de las drogas – pues no creo que en verdad sus poses de violencia vayan más allá de frases irresponsables, ni que la apología a grupos terroristas implique militancia activa – los jóvenes idealistas que hoy lo siguen y que sueñan con el mejoramiento de una sociedad moderna que se rige por sus propias leyes históricas, probablemente terminarán pensando como uno de los personajes de aquella extraordinaria película española, Noviembre, cuando decía: “Nosotros queríamos cambiar al mundo, y desde luego no lo conseguimos. Ahora lo que intento es que el mundo no me cambie a mí…”

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Muchos raperos españoles como Pablo Hasél, aún no caen en cuenta de que sus homólogos, sus "compañeros" en Cuba no son el gobierno de los Castro, sino, oh sorpresa, ¡los raperos cubanos!

martes, octubre 04, 2011

El vídeo clandestino: dramaturgia de la resistencia.

La dictadura cubana se ha pegado de bruces con la modernidad. Enfrascada en mantener a toda costa un esquema que ya bordea el medio siglo, no ha sido lo suficientemente capaz de cerrarle todas las grietas al desarrollo tecnológico, y he aquí que algo que pudo mantenerse en secreto diez años atrás, ahora trasciende y se propaga con la misma velocidad con que viaja la información en la red de redes, aún con la poca accesibilidad y el alto nivel de bloqueos y revisiones que pasan los datos antes de entrar o salir de la isla.

Después de ver a un grupo nutrido de transeúntes apoyar a Damas de Blanco en el Capitolio, o a una masa enardecida protestar directamente frente a una estación de policía por la libertad de otras, se le hace cada vez más difícil al gobierno mantener la credibilidad de escenificaciones donde una turba – a menudo con caras repetidas y constituida por leales o simplemente ciudadanos que no tuvieron más remedio que acudir al llamado – intenta reemplazar al verdadero pueblo.

A cuentagotas, pero con gotas muy cáusticas, van llegando las imágenes del verdadero estado de opinión nacional, y del verdadero rostro de la represión cubana. El estado sigue enfrascado en su tesis de que los opositores son mercenarios al servicio del imperialismo, que son financiados por el Plan Kerry, y que sus protestas son una manera de enriquecerse. Pero las imágenes no oficiales nos muestran a opositores pobremente vestidos, con casas muy humildes que, encima, son invadidas con impunidad, y destruida la escasa propiedad al margen de cualquier ley.

Los vídeos del Maleconazo del 94 tardaron una década en ser difundidos y conocidos en el mundo. En aquellos momentos bastaba una jugarreta dramática de las autoridades y sus Brigadas de Respuesta Rápida – en esa época mayoreadas por el Contingente Blas Roca, de la construcción – para esconder las imágenes del pueblo apedreando al hotel Deauville o pidiendo libertad a gritos, y poner a unos cuantos albañiles guantanameros a dar vivas a Fidel delante de una cámara. Ahora esa cámara puede estar en un celular, o en manos de alguien que se las arreglará para romper el cerco informático y hacerlo llegar a YouTube.

Es entonces que la dramaturgia propuesta por el gobierno para mantener la imagen de conformidad popular, comienza a resquebrajarse de manera fulminante. Los vídeos insurrectos delatan a los talibanes y golpeadores, en facetas de agresión directa y sin el apoyo del vecindario. Muestran la verdadera cara de aquellos esbirros de la policía política, que de cierta manera, también empiezan a temerle a estos pocos rebeldes y a la repercusión internacional de sus excesos.

La información audiovisual todavía llega fragmentada, por rutas diversas, tal y como funciona la propia oposición cubana, esa que de tanto acoso y difamaciones aún no consigue la necesaria unidad o el alcance mediático nacional, pero sus esporádicos testimonios no dejan ya lugar a dudas.

Y siguiendo el patrón aristotélico para la poética de la tragedia, las imágenes nos muestran un conflicto en desarrollo que, inevitablemente, se irá acrecentando hasta desembocar en un clímax donde protagonistas y antagonistas tendrán que encontrar un modo de resolver sus diferencias. La singularidad de este proceso entraña una mutación de ese mismo protagonismo, pues los Castro han ido evolucionando de héroes a villanos, sus seguidores se volvieron secuaces y los gusanos contrarrevolucionarios son ahora los buenos de la película. Una larguísima película producida en 53 años y que, habiendo comenzado como El acorazado Potemkim, ya va terminando más parecida a la versión de 1984.

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