jueves, abril 01, 2010

Ponte la gorra, Roberto.

Pensé titular este post con algo como “Cacha tuvo un colapso en Santa Clara”, parafraseando a Camilo - que desde Dominicana hace unos días sacó un artículo, muy feliz él de que la Serie Nacional se fuera a decidir en los predios naranjas - pero luego me pareció poco caballeroso de mi parte ensañarme con el sufrimiento de este brillante escritor, con quien hasta el momento sólo sostengo esta pequeña e inocente rivalidad. En todo caso, me apoyo en otra bloggera, Regina Coyula, que vive en La Habana y apenas ayer sacó una bella entrada donde, aún confesándose devota de los azules, gustaba más de “soñar en colores”, como en un arcoíris de diferencias, todo un símbolo de la pluralidad a la que aspiramos en nuestra isla.

Más allá de las condiciones en que se organiza la Serie Nacional, del trasfondo ideológico que siempre adorna a las transmisiones – desde la valla exaltando a los dos Castro en el jardín izquierdo hasta la premiación de manos de la compañera del partido – la final de este play-off tuvo un gusto unificador sólo perceptible en hechos culturales de esta magnitud, esos que trascienden incluso a la política misma. El béisbol es consustancial a nuestra identidad, y su fiesta hace que cubanos de adentro y de afuera bailen al mismo ritmo que los batazos.

Esta vez los parciales azules nos llevamos el gato al agua, pero pudieron haber ganado los naranjas luego de ese dramático octavo inning. Quizás los de Villa Clara no debieron subestimar a Socarrás, ese larguirucho jovencito de raro aspecto, flaco miope con la camisa saliéndosele de la cintura y que a la postre le propinó un racimo de ponches a aquella batería de sluggers consagrados, cuando ya Industriales parecía agotado en su relevo titular. Quizás los villaclareños festejaron antes de tiempo el esperado campeonato, luego de quince años, y se confiaron en las ventajas que da ser home club, pero lo cierto es que por una noche millones de cubanos nos abrazamos, para reír o para llorar, en torno al estadio de Santa Clara.

Ya se lo había dicho al fogonero Venegas. La temporada en que ganaron otra vez los Yanquees de NY, parecía presagiar el triunfo de los leones, siempre recordando aquella afirmación del Duque Hernández en el documental de Ian Padrón: "Los mejores equipos del mundo son los Yanquees y los Industriales".

Mi hermana y mi cuñado no pudieron seguir el juego desde Canadá, al parecer las señales de Cubavisión por Internet estaban congestionadas anoche, pero como yo tuve la suerte de que me pusieran la final en un canal de cable, los iba actualizando por email. Cuando el domingo perdíamos aquel quinto juego en el latino, cuenta mi hermana que Robe le dijo: “Vaya, ni porque me puse la gorra de Industriales para ver el juego…”, así que esta vez, con toda la responsabilidad del mundo, le digo, sonriente y bajo un cielo más azul que otras veces: “Ponte la gorra, Roberto”.

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1 comentario:

Robe dijo...

Esta mañana no queria ni mirar el correo pues tenia la sensacion de que la noticia no seria buena, por suerte pusiste bien grande INDUSTRIALES CAMPEONNNNN, y el panico se fue.
Nunca volvio la señal y tambien el juego se prolongo muchisimo y decidimos irnos a la cama/
Terminada la serie la nacional nos queda el dulce consuelo que comienzan las grandes el fin de semana y ya tenemos las entradas para ver al Boston a fines de abril en Toronto. Date una vueltecita, aunque en esta seamos rivales.
Un beso
Tu herma
Maite G.F