Dicen los que estuvieron allí, que el llamado Concierto por la Patria, organizado por el gobierno de Cuba en el protestódromo del malecón habanero, fue un espectáculo soso y con una asistencia mucho menor a la del reciente show de Calle 13, y ni hablar de la concurrencia de aquel otro que parafrasean, el Concierto por la Paz del pasado año.
Como no tuvo transmisión televisiva, por el momento sólo es posible ver algunos fragmentos en youtube, hechos con cámara aficionada, con el pésimo contraste que ofrece al lente el fondo de la tribuna, con Silvio leyendo su carta – preguntando cosas que Montaner le respondió hace rato –, con la escritora Nancy Morejón leyendo la letanía de una declaración que parecía redactada por Randy Alonso, ambos como almas en pena y con el público conversando en alta voz de cualquier otra cosa, y con las desangeladas participaciones de Sara González, Amaury Pérez, Paulito FG, Baby Lores, Cándido Fabré y unos pocos más que se prestaron a sacar la cara por los dictadores.
Fue la famélica conclusión a una campaña mediática que acusa a todo el mundo de hacer campañas mediáticas, el cierre pálido de una serie de intentos por reducir a estrategia de la CIA al reciente despertar global de la conciencia internacional sobre el tema cubano.
El reportaje previo, realizado por la actual periodista abanderada del Sistema Informativo, Dianik Flores, ¿Por qué concierto por la patria?, ofreció la versión de los gobernantes, la única que puede transmitirse en territorio nacional, comprometiendo ante las cámaras a diferentes figuras conocidas, actores y humoristas incluidos, algunos de los cuales ejercitaron con éxito el arte de la guataquería, con especialidad en oportunismo, en tanto otros trenzaron con mucho cuidado sus palabras para que no transparentaran lo que en verdad piensan en privado. En cualquier caso, los más inspirados defensores del régimen suelen ser los más acomodados y solventes, aunque en el escenario de la tribuna maleconera tampoco faltaron algunos revolucionarios de última hora, necesitados de un poco de promoción para sus apagadas obras.
Todos lloriquearon por el abuso de los medios masivos de comunicación al servicio de perversas potencias imperialistas, ninguno se quejó por servir de marionetas a una campaña estalinista que pretende seguir silenciando la pluralidad en la sociedad cubana. Pero con todo y el anodino espectáculo, seguramente las imágenes ya se están preparando en el filtro del Sistema Informativo para que la audiencia nacional crea que la función fue todo un éxito. La poca repercusión internacional, por supuesto, no será responsabilidad de tan insípido show y sus consignas espectrales, sino de la canallesca manipulación mediática de los enemigos de la revolución.
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