sábado, octubre 08, 2011

Religiosos y abejitas, la puesta en escena.

No hay por qué ser esclavos de esos fingidores, que hay tantos falsos devotos como falsos valientes.

- Molière (Tartufo)


Mientras Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, peleaba con la muerte en la sala de Terapia Intensiva del hospital Calixto García, el Centro Diocesano de la Iglesia Episcopal de La Habana reunía en su auditorio a cristianos, yorubas, judíos, islámicos, budistas, abakuás, ahais, yogas, espiritistas y cuanto culto existiese sobre suelo habanero, para orar por…la libertad de los cinco espías.

Según el Granma, la iniciativa nació de la Plataforma Pastoral Cubana, “para trabajar por la reunificación familiar de los Cinco, y en general por el fortalecimiento de la familia cubana”, o como dijese el reverendo Pablo Odén Marichal, coordinador de la Plataforma, “significó un culto a la dignidad, la fraternidad y la amistad",

Vamos a pasar un velo de piedad por la historia reciente de la religión en Cuba, perseguida, diezmada, combatida y desacreditada por ese mismo Partido Comunista que ahora promueve tales eventos e incluso ocupa su sitial de honor en ellos, siendo representado por Caridad Diego Bello, jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido y Ramón Pez Ferro, presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Vamos a suponer que las asperezas del marxismo estalinista ya fueron honestamente limadas por un nuevo enfoque de libertad de culto y respeto por las creencias religiosas… ¿Alguien puede creer – y en ello incluyo la Fe como base de la confianza hacia un poder superior, espiritual o político – que estas ceremonias tienen un origen devocional? ¿Alguien puede creer que un espectáculo de rezos como este ha sido piadosamente diseñado por religiosos?

El momento escogido no deja de ser menos oportuno: René González, uno de los cinco espías de la Red Avispa, acaba de ser liberado en Marianna, Florida, pero no podrá regresar a Cuba, pues aún debe tres años de libertad condicional a la justicia norteamericana. Esta contrariedad le agua la fiesta al gobierno, que ya anda necesitado de festejar alguna pequeña victoria propagandística en contra del imperialismo yanqui, y no puede darse el lujo de esperar tres años para hacerlo. Esa es la razón de que echase a andar los recursos con los que cuenta.

Por un lado estos religiosos que, ya sea por automatismo – por creer sinceramente en la inocencia de unos espías que operaban en territorio ajeno, a tenor del argumento oficialista de que estaban “combatiendo el terrorismo” – o por conveniente alineación con el poder, se prestan para la escenificación alucinante de un concilio que se parece más a una caldosa tropical de creyentes en función de una causa aplastantemente gubernamental, que a un cónclave serio de fundamentos místicos.

Por otro lado, parece demasiada coincidencia que otro fenómeno escénico, el de la compañía de teatro infantil La Colmenita, esté por comenzar una gira por los propios Estados Unidos, llevando una puesta en escena que, según su director, Carlos Alberto Cremata, fue escrita íntegramente por los niños, sin intervención de “nuestra visión adulta de lo que son esos cinco héroes”. Tim (como es conocido Cremata por sus allegados) ha cargado toda su vida con la cruz de ser hijo de una de las víctimas del sabotaje al avión de Barbados, y quizás por ello, aún siendo un artista inteligente, no ha podido zafarse en su obra de las deudas ideológicas, como sí lo ha hecho su hermano Juan Carlos, reconocido cineasta.

El montaje de Abrakadabra, apreciable en una versión completa aparecida en YouTube, no sólo ha sido el peor artísticamente en toda la historia de la compañía, el menos imaginativo y chato (en un repertorio que ha logrado espectáculos tan bien elaborados que la UNICEF los declaró embajadores de buena voluntad en el 2007), sino que deja ver su inmediatez, sus costuras chapuceras, su armazón a toda carrera en función de una presunta disposición desde las alturas, y que ha convertido a esos niños en marionetas, repitiendo textos oficialistas y poco creíbles, al menos para quienes ya andamos lejos del radio de acción de la propaganda castrista. Las tiernas abejitas de La Colmenita han cerrado filas por sus primas de la Red Avispa, y en lugar de producir miel, han logrado una producción récord de panfletos que podría llenar de orgullo al mismísimo Ramiro Valdés.

No puedo evitar sentir pena, tanto por esos budistas cubanos – desde mi propia creencia y práctica budista que, entre otras cosas, no es exactamente una “religión” ni se ocupa de rogativas directas a dios alguno – que participaron en esa versión religiosa de We are the World, como por esos niños de La Colmenita, entre los cuales hay hijos de amigos queridos, artistas radicados en la isla y que, más o menos conscientemente, contribuyen con la estrategia publicitaria oficial.

Laura Pollán sigue en la sala de cuidados intensivos, sin que los religiosos cubanos – ahora aliados al poder que antes los reprimió – compongan una sola oración por su salud. No sería extraño que la recién vapuleada Dama de Blanco apareciese pronto como una bruja malvada, asalariada del demonio, el General Resóplez o la rata pirata Ruy La Pestex, en algún montaje futuro de La Colmenita.

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