jueves, agosto 04, 2011

Virgilio Piñera en el baldeo de sepulcros.

Nunca conocí personalmente a Virgilio Piñera, y ni siquiera supe de su existencia sino hasta los años juveniles en la escuela de arte. Tenía yo once años cuando el viejo poeta de 67 murió de un infarto en El Vedado; desde pequeño conocía a Guillén con todo y su título nobiliario de “poeta nacional”, pero de Piñera sólo me enteré cuando, ya en la escuela de arte, leí aquellas obras de teatro que me removieron la tapa de los sesos.
.
Había comenzado ya la “dudosa reparación de la posteridad”, quizás con el libelo de Armando Hart, Cambiar las reglas del juego, donde por primera vez un alto funcionario del estado desmentía que en algún momento hubiese existido censura y ostracismo para escritores como Virgilio o Lezama. Pero las heridas aún estaban frescas y mucha gente apareció para dar cuenta de la verdad.
.
Virgilio Piñera, el vate maldito y jodedor, pasó sus últimos días en un oscuro puesto, en un almacén de libros. Aquel a quien Jorge Luis Borges distinguió como genio – ayudándolo a editar en Buenos Aires la novela La carne de René, aún sabiendo que la tempranísima posmodernidad de ese libro acaso no le permitiría ser un Best Seller entonces – pasó sus años postreros en la sombra, haciendo traducciones que rara vez recibían el crédito, o bien aparecían (como en el caso de la antología de cuentos del turco Asiz Nessin, Un loco en el tejado, que tradujo del francés), levemente tergiversado como Virgilio Pineda.
.
Escuché de primerísima segunda mano los cuentos de su vida, los buenos, los malos, los cómicos y los trágicos. Rine Leal, maestro y amigo, me contó como aquel 18 de octubre de 1979, día en que Piñera murió subiendo unas escaleras, hizo poner de pie a sus alumnos del ISA y ofrecer un minuto de silencio en su memoria, y como aquello pudo haberle costado la expulsión en una época en la que el Dramaturgo Mayor permanecía aún excomulgado. Luisa Piñera – hermana consentida de Virgilio, modelo del personaje Luz María en Aire Frío, y una de las mejores amigas que he tenido en mi vida – me llenó de anécdotas y chismes durante las miles de tardes en que la visité en su apartamento de Playa, me contó del terror que sintió su hermano cuando la retractación de Heberto Padilla, de su resignación a no ver sus obras en escena y de aquel ateísmo que lo compulsaba al descrédito de un mejor más allá después de la muerte.
.
José Milián me narró las historias que luego llevó a la obra Si vas a comer, espera por Virgilio, y muchas más sobre el quinquenio (¿decenio?) gris que tanto daño hizo a artistas y escritores, el período que mató a Virgilio y a Lezama, que desterró a Pepe Triana y a Reinaldo Arenas y que amordazó a tantos otros que no quisieron, o no pudieron marcharse.
.
Hoy se están baldeando los sepulcros. José Lezama Lima ya tuvo su fregadita en el mármol y apenas queda un año para que le toque el turno Virgilio Piñera, cuando en el 2012 llegue el centenario de su natalicio. Los libros se editan póstumamente y el hollín de los volúmenes quemados en los sesenta, en piras fascistas que pretendían convertir en humo las ideas peligrosas de unos torremarfileños religiosos, diversionistas ideológicos y homosexuales, parece quedar olvidado entre homenajes y fotografías sonrientes.
.
El centenario de Piñera vendrá con elogios retroactivos. Se evadirá la broma piñeriana de haber nombrado “Delfi” (anagrama de ya sabemos quién) al diamante falso de su novela Presiones y diamantes, o anécdotas como aquella del Che Guevara en la oficina del cónsul cubano en Argel, cuando vio en un librero La Carne de René y le espetó: “¿Cómo es que tiene usted aquí un libro de ese maricón?”...
.
Hace 99 años nació Virgilio Piñera en Cárdenas, Matanzas. Recorrió su isla en peso con la dignidad de un inmortal, y gracias al dios de los ateos, su lápida y su memoria no necesitan el pase de trapito mojado que le están dando los mismos gobernantes que en vida lo marginaron.
.
Felicidades, maestro, en tu día.
.
_
.
_

2 comentarios:

Maite dijo...

Buen homenaje....creo que eres el mas indicado para hablar de el.
Y fui testigo cuando la propia Luisa reconocio que si alguien se acercaba al estilo de su hermano eras tu y no se equivoco en o que dijo.

Tenchy Tolon dijo...

lindo elogio Wichy, este por modestia te lo callaste.
Yo no conocí a Virgilio pero tenía conocimiento de su existencia de una manera muy peculiar. En los años 70, iba con mi madre, muy a menudo, al restaurante "Las Bulerías", ellos no eran íntimos pero se saludaban. Para mí - yo era muy niña - Virgilio era un tipo extraño porque cenaba solo o generalmente solo, y siempre en la misma mesa.