Un viejo amigo que vive por acá por México me envió ayer un correo que me hizo recordar de inmediato aquellas escaramuzas de e-mails (conocidas como “guerritas de emilios”), que se daban en La Habana, a comienzos del siglo, entre correos reenviados a través de la controlada red o bien con copias impresas o archivos en disquetes. Dicho correo traía copia del artículo que recientemente publicó Arturo Arango en El País, y donde procede a tirar la toalla al gobierno cubano de una manera muy sincrónica con las más recientes reacciones ante la supuesta “campaña mediática en contra de la revolución”.
Arturo Arango es conocido en el medio intelectual cubano principalmente por su labor de guionista. Ha escrito buenos guiones de cine (Lista de Espera, co-escrito con Tabío, y El cuerno de la abundancia, que destacan ante el mediocre Aunque estés lejos), y dirige la cátedra de guión en la escuela de cine de San Antonio de los Baños. Además de novelas y textos teatrales, ahora también se revela inquieto por el periodismo político, y todo aquel mundo alienado de su Lista de Espera parece ser negado ahora por esta apología al estatismo cubano disfrazada de pensamiento liberal.
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Sorprende como un ser inteligente es capaz de poner semejantes condiciones para que nuestra patria pueda avanzar. La primera: que “desaparezcan las presiones externas, que lejos de favorecer, entorpecen (…) no sólo porque representan acciones inaceptables de injerencia, sino, sobre todo, porque desconocen los verdaderos intereses de los cubanos”. La segunda: “que el Estado cubano pueda establecer un diálogo real, no paternalista, en el que participe la totalidad de los cubanos y en el que los jóvenes puedan ejercer el protagonismo que ellos y nosotros necesitamos”.
En primer término, Arango parece olvidar que una buena parte de esas “presiones externas”, no provienen de la injerencia extranjera, sino de cubanos tan cubanos como él. Ni hablar de “los verdaderos intereses de los cubanos”, frase que excluye automáticamente de la cubanidad a aquellos que sean críticos del régimen. La segunda condición parece extraída de la literatura fantástica. Es imposible que el articulista ignore que el gobierno castrista NUNCA va a establecer ese tipo de diálogo, es imposible que ignore que a nuestros gobernantes sólo les interesa el monólogo, o cuando menos, el intercambio con interlocutores que los halaguen y les digan que sí a todo.
Sin ánimo de ensañamiento, prefiero ni profundizar en la radiante ingenuidad de la afirmación: “Tal vez dos de los grandes errores que se cometen al tratar de interpretar la realidad cubana (…) son el de pensar al Gobierno como un monolito que actúa sobre una masa de ciudadanos a los que no nos queda más opción que la obediencia”, y sólo puedo decir, casi atragantado, ¡Avemaría, Arturito, y si el gobierno cubano no es eso ¿qué coño es?!
Otro Arango célebre de la cultura cubana, Arango y Parreño, allá por el siglo XVIII era bastante menos solapado cuando directamente, en su Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla proponía, de muy buena fe y con gran sentido de la historia, el libre comercio de esclavos, con el aumento de la esclavitud como garantía para resolver la fuerza de trabajo en el país y el incremento de la industria azucarera.
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2 comentarios:
Wichy y quién es Arturo Arango? ;-) heheheh
Besos, Tenchy
Yo veo el artículo de Arturo como un síntoma. La enfermedad ya la conocíamos, pero ésta, es una manifestación interesante. Te decía antes que lo mandaron a pedir tregua, y tu aclaras, tregua piden a nosotros.
Efectivamente, ni Obama, ni la CIA, ni la FNCA, han dicho ni pío. Es el desestructurado exilio, con iniciativas espontáneas, arrítmicas, y sin liderazgos, la que los tiene en jaque. Lo conseguido en Europa por ejemplo, es consecuencia, no causa, de la ofensiva anticastrista. Y en medio de ese panorama, algunos mostrarán, como dicen aquí, "el cobre", el verdadero sentir y utilidad de sus almas.
Rafael.
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