En la entrada anterior, cuando me refería a las “guerritas de emilios”, a propósito de reavivarse en La Habana la polémica sobre el llamado Quinquenio Gris, también recordaba un ensayo (o fragmentos de este) escrito por Arturo Arango que circuló entre intelectuales y curiosos a la velocidad del relámpago. Con tantos palos que te dio la vida: poesía, censura y persistencia, se mostraba como un estudio muy profundo y sin anestesia sobre la fatal política estalinista del gobierno cubano que arrastró a varias generaciones de escritores a la destrucción, a veces moral, a veces física, a veces a ambas.
Al releerlo no sólo me abruma la inconsistencia política de quien conoce a fondo la maquinaria castrista que desangró a nuestra literatura, alguien que desmontó con fineza la maniobra orwelliana en contra del poeta Heberto Padilla y su libro Fuera del juego, sino que, al revisar su lista de intelectuales dañados por el sistema, tropiezo con algunos otros que hoy, a pesar de los palos que les dio la seguridad del estado, aún siguen dándole al gobierno sueños, desviando de paso los palos a otra parte.
Entre los poetas que recién han firmado una carta defendiendo la “legítima democracia” de Cuba ante las críticas de artistas españoles, figuran, entre otros, Pablo Armando Fernández, César López y Carilda Oliver Labra. Los dos primeros participaron como protagonistas en el famoso harakiri de Padilla, siendo marcados como contrarrevolucionarios por el poeta (repitiendo la letra aprendida en los interrogatorios), luego de pasar un mes en prisión y estimulado a emitir su “espontánea” declaración de principios: "(…) Y lo mismo podría decir de un amigo entrañable, que tantas cosas positivas ha hecho por la Revolución en otros momentos, pero que últimamente se ha mostrado amargado, desafecto y contrarrevolucionario, como es Pablo Armando Fernández. (…) César López ha hecho conmigo análisis derrotistas, análisis negativos de la Revolución. (…) Lo mismo que digo de César lo puedo decir de muchos otros amigos en quienes pensaba, porque en Seguridad del Estado tuve muchos días para pensar, porque los días son largos en un mes...”
Los poetas marcados y compulsados a contrición, en un penoso suceso recogido por Arango en su abundoso ensayo (leído públicamente en el Instituto Superior de Arte en el 2007), se unen a su mención de la poetisa matancera Carilda Oliver. Según sus propias palabras: “(…) una conspiración en las que estaban implicadas personas del Ministerio del Interior, de la Dirección Provincial de Cultura y de la UNEAC, provocó que lo que debía ser una lectura de poesía terminara en una golpiza, de la que fue víctima también Carilda Oliver Labra, y varios de aquellos jóvenes apaleados pasaron la noche en un vivac.”
El tenebroso acontecimiento de la librería matancera El Pensamiento, en diciembre de 1988, no parece haber hecho mella en la conciencia política de la octogenaria autora de Al sur de mi garganta, como tampoco ahora parece refrescar la memoria de quienes defienden, a capa y espada, a la esencia represiva de una dictadura que no gusta de la diferencia, y que siempre asume a la condena como una maniobra enemiga.
Manuel Díaz Martínez, quien fuese miembro del jurado que premió a Padilla en aquel aciago concurso Casa de las Américas de 1968, cuenta como su amigo Roberto Branly lo visitó poco antes de ser otorgado dicho premio, para contarle que Luis Pavón Tamayo, teniente, director de la revista Verde Olivo y a las órdenes directas de Raúl Castro, le avisaba que “habría problemas” si Fuera del Juego resultase ser el libro ganador.
Como me consta que ya el fantasma de Pavón - fuera de desatar la polémica sobre aquel triste período cultural llamado “pavonato”, al aparecer medio chocho en una accidental entrevista de televisión - ya no significa nada en los engranajes de coacción cubanos, me pregunto quién, esta vez, habrá visitado al escritor Arturo Arango, haciéndole olvidar de manera tan inaudita los tantos palos que nos ha dado la vida.
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1 comentario:
Buenísimo, buenísimo, buenísimo!!!
Trata de fundir los dos y manda el resultado a Elpais.com, si no sale por ahí. Yo te lo publico en Misceláneas de Cuba, o pido a un socio que lo cuele en El Nuevo Herald.
En serio, púlelo y dale rienda. Es muy bueno.
Rafael.
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