martes, mayo 19, 2009

Exterminadores de ángeles

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Cuando al escritor Ángel Santiesteban le retiraron la conexión a intranet, y su correo de cubarte quedó desconectado, sólo faltaba un detalle: darle una buena sacudida.

No era suficiente que un escritor reconocido - con premios como el Juan Rulfo, el Casa de las Américas y el Alejo Carpentier, un escritor que desde la isla se atrevía a escribir para la web cubaencuentro, y que en su blog Los hijos que nadie quiso redactaba como si se encontrase en un país con libertades civiles - se quedase sólo con la simple sanción moral de ser excluido de la red informática de la cultura cubana. No era suficiente el castigo de cerrarle su ventana personal al mundo, en un intento majadero de que el mundo no se enterase de sus palabras. Hacía falta un escarmiento más ejemplarizante.

Y eso ocurrió este domingo. A Santiesteban lo interceptaron unos presuntos miembros de la seguridad del estado, le arrebataron los papeles que llevaba consigo, y lo golpearon de la manera más marginal, con tubo y navaja, dejándole heridas y un brazo fracturado. Puede que estemos especulando con eso de “miembros de la seguridad del estado” - si apenas contamos con la prueba circunstancial del carro marca Lada del cual emergieron los atacantes -, porque no hubo demostración de artes marciales, sino de algo que en Cuba se le denominaría “chacalismo”. Quizás hubiese sido demasiado obvio mandar a combatientes entrenados para golpear al escritor con técnicas precisas, y por ello fue más discreto enviarle algunos de esos activistas del contingente Blas Roca, albergados, incultos y manejables constructores que ya otras veces se prestaron para apalear al pueblo en nombre del pueblo mismo.

Si se diera el caso de que la golpiza propinada a Santiesteban saliera a la luz pública en la prensa oficial, ya sobrevendrían los elogios a aquellos “héroes anónimos del pueblo” que manifestaron con vehemencia revolucionaria su inconformidad al escritor mercenario, al apátrida vendido al oro imperialista. Probablemente, como en aquel viejo cuento de Marcos Behmaras, narrarían como Ángel proyectó maliciosamente su rostro contra el puño del fornido atacante, o la manera taimada conque su brazo agredió el tubo de metal del compañero que salió del Lada.

Hay que reconocer que la represión en nuestra moderna Cuba pocas veces se efectúa de manera obvia. Nuestros esbirros no gustan de dar la cara, por el contrario, les encanta manipular a terceros para que cumplan la sucia misión de la contraprotesta. No sacan fuerzas antimotines, sino que organizan a sus fieles para que representen el papel de la masa popular enardecida ante la camarita de CNN.

Así que fueran o no de la seguridad los gorilas que atacaron a Ángel Santiesteban el domingo, jamás se mostrarían públicamente uniformados a la hora de masacrar a un escritor. Lo apalearían de muy buen grado, pero eso sí, vestidos con sus guayaberas civiles recién planchadas.

Hombre, los compañeros revolucionarios jamás se comportarían como batistianos.

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1 comentario:

Yamil Cuéllar dijo...

No sabía que tenías un blog, lo enlazo al mío. A propósito, muy bueno, es horrible lo que le hicieron a este hombre, sin contar los atropellos que sufren muchos más, puedo decir que el pueblo en general. Lo mismo hicieron con la señora marta B. Roque, a quien casi le sacan un ojo a puñetazo puro. tu sabes... esta gente dan mucho asco.