Adria Santana, la actriz que murió dos veces.

Esto no es un obituario, porque, aunque la noticia me llegó por una fuente más que confiable - el señor Alberto Sarraín, teatrista cubano radicado en Miami – prefiero pensar que Adria Santana nos está tomando el pelo una vez más, y que no es del todo cierto que haya fallecido en la madrugada de hoy, en La Habana. Si acaso, me gustaría verlo como el sorprendente efecto teatral de su partida, factible de ser repetido en cualquier momento.

En marzo de este mismo año se difundió su muerte, acaso en un momento de gravedad en el hospital y malinterpretándose un poema de Zenaida Romeu que circuló por el submundo electrónico cubano. Medio año más tarde Adria retoma el hilo de la acción y nos deja con las manos listas para el aplauso final, saliendo por el foro con la orden expresa – según nos informa Sarraín en Facebook - de no ser velada ni llorada por horas en una habitación llena de velas, sino cremada de inmediato.

Adria, mujer de la escena total, mujer de paso firme sobre el escenario, maternal y fiera como sólo ella sabía ser. Maestra y amiga. Adria Santana, la que (citando a Vallejo) nos hará una falta sin fondo, aún cuando ni siquiera estemos seguros de que esta vez sí aconteció la ovación final al gran espectáculo de su vida.

Con una actriz como ella, nunca se sabe.

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