El cubano medio siempre desconoció buena parte de las historias, vida y hechos de todos aquellos presidentes del tercer mundo que nos visitaban tan a menudo, y para los cuales siempre se organizaban recibimientos en el aeropuerto y por las calles de La Habana, con banderitas, carteles y consignas. Recibimos a dictadores y genocidas africanos como si fuesen héroes, pero no teníamos manera de saber quiénes eran en realidad, pues la única fuente de información que teníamos era la prensa oficial, y esa nunca dudó en mostrarnos como tipos agradables a Mengistu Haile Mariam, Gadafi, Mugabe, Mubarak o hasta el carnicero psicópata Idi Amin Dada.
Siempre había recibimiento con banda militar, pioneritos agitando pañoletas, el comandante y su invitado estrechando manos en una fila interminable de ministros, y más tarde el paseo triunfal por las avenidas habaneras, alguna ofrenda floral en un monumento y en la noche, la transmisión en vivo desde el Consejo de Estado, donde le ponían al señor la orden José Martí en medio de grandes honores.
Nunca nos enteramos, por ejemplo, de los asesinatos y corrupción del presidente etíope, sólo supimos la versión de su biografía que publicaba el Granma y que leían en el noticiero de la televisión.
Amistad Cuba-Congo.
Los guerrilleros cubanos llegaron al Congo en la época del dictador Mobutu Sese Seko. Un Che Guevara al mando de un escuadrón de 12 cubanos (que más tarde llegó a 100), seleccionados por el color negro de la piel, trató de acaparar la lucha armada en 1965, sin alcanzar a recibir respaldo óptimo de los sublevados y teniendo que salir disparado y casi cumpliendo aquel sueño de morir que luego hizo realidad en Bolivia. El Che conoció a Laurent Desiré Kabila en aquella misma época en la que pretendía dirigir la lucha armada africana y los congoleños no se lo permitieron. Sobre el entonces colaborador de Lumumba escribió: “Nada me hace creer que este sea el hombre del momento”...
Su equivocación fue tan obvia como la de hacer una academia panamericana de guerrillas. Desiré Kabila ganó el poder cuando derrotó a Mobutu Sese Seko, y aún estuviese en el trono si no fuera porque sus propios guardaespaldas lo acribillaron a balazos el 16 de enero del 2001.
El hijo pródigo del Congo.
Joseph Kabila Kabange asumió el poder a la muerte de su padre. La historia oficial narra la aniquilación de un complot patrocinado por fuerzas occidentales, y el reverdecer de la democracia que ya había promovido, desde antes, el líder asesinado. Electo en el 2006 por un período de cinco años que ya está por terminar, el presidente de apenas 40 años aparece en la biografía del Granma como un dulce padre de familia, querido por su nación. Pronto será develado un busto de su padre en el Parque de los Próceres Africanos. Ni el Granma ni el Noticiero Nacional de Televisión hablarán sobre el documental de Marlene Rabaul y Arnaud Zajtman, corresponsales de la BBC en el Congo y Kenia, “Meurtre à Kinshasa. Qui a tué Laurent Désiré Kabila?", que tanto se ha difundido por Europa, y donde se exponen testimonios de prisioneros falsamente acusados y aberraciones criminales ejecutadas directamente por Joseph Kabila.
Luego del magnicidio, el ambicioso joven trató de mostrar al mundo una imagen de situación bajo control, y mandó a matar a 10 libaneses que nada tuvieron que ver en aquel asunto, además de meter en la cárcel a otros 50 compatriotas inocentes.
Uno de estos chivos expiatorios, Antoine Vumilia, condenado a muerte en el 2001 y posteriormente evadido de prisión, es inquirido por Arnaud Zajtman en el documental.
.- ¿Qué vida llevaba usted antes de ser detenido, juzgado y condenado a muerte en 2001 y qué testimonio quiere usted dar sobre esos 10 años de cárcel, ahora que ha logrado evadirse?
.- Yo era agente de información en un servicio de la presidencia. El proceso sobre el asesinato de Kabila fue una burda estafa. Las personas que siguen detenidas son tratadas con una increíble crueldad por el régimen, que a menudo utiliza a los detenidos comunes para maltratarlos. Como soy escritor, no recuerdo el número de veces que oficiales de los servicios especiales de presidencia, que desembarcaban en la cárcel solo para mí, me quitaron mis manuscritos. Reflexionar y escribir son allá los delitos más graves. Los detenidos incluidos en lo que se llama “dossier rojo” están sometidos a extorsión y discriminación, incluso en la atención sanitaria. Ya ha habido dos que han fallecido por falta de cuidados y al menos cuatro están en estado crítico.
Vumila también cree que el actual presidente, quien ha recompuesto la Constitución de la República Democrática del Congo al mejor estilo chavista, para perpetuarse en el poder y dar al mundo la conveniente imagen de democracia, puede que aguante un período de otros cinco años más gobernando, pero que los congoleños ya despertarán cuando, al terminar ese tiempo, trate de hacer nuevos arreglos para mantenerse en una tercera reelección.
Pero de nada de esto se van a enterar los cubanos, al menos no por la prensa que manejan los gobernantes y que nunca deja margen a la duda razonable.
Joseph Kabila pondrá el busto de su padre en La Habana, y paseará sus calles con la misma gloria y desenfado con la que otros dictadores africanos ya lo han hecho antes.
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domingo, septiembre 25, 2011
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