Una de las tantas cosas que se están perdiendo los cubanos, dentro de las limitaciones enfermizas a internet a las que el gobierno los ha confinado, es el acceso a una nueva manera de influir en los demás, sin necesidad de ser impulsado por poder mediático alguno. Con una computadora, una webcam y una conexión a la red, hoy día cualquiera es potencialmente un comunicador, un analista, un músico, o un comediante, y desde una habitación de su casa puede estar siendo visto por muchas más personas que las que, en ese mismo momento, pudieran estar mirando el canal local de su comunidad. Puede que sea muy bueno, o muy malo, no importa. Lo genial de esto es que cualquiera puede hacerlo.
Cuando descubro a Moy Moy Palaboy (James y Rodfil Obeso Macasero), dos hermanos filipinos que de la noche a la mañana se hicieron famosos en youtube con el raro arte del Lipsync (en Cuba le llamaban “fonomimia”), y un repertorio de payasadas fijas que no parecen perder su efectividad, compruebo que internet nació con la cualidad de la igualdad y la democracia a toda prueba.
Moy Moy Palaboy, desde el comedor de su casa, con la tía que los crió trasegando en la cocina al fondo y guardando cosas en el refrigerador bajo la escalera, tienen más visitas, suscripciones y votos en youtube que muchísimas grandes estrellas. A esos dos chicos no los “descubrió” nadie. Se descubrieron ellos mismos y, sin asistencia, dinero o influencias, se volvieron célebres. Siendo ellos mismos un acto de parodia, sus números son a su vez parodiados por decenas de imitadores domésticos en todo el mundo.
No hay sofisticación en sus rutinas. Con el código del plano secuencia, ambos ocupando el primer plano, de frente a la cámara de un celular, hacen sus fonomimias con el playback y así mismo las suben a la red, donde miles de personas en todo el mundo las esperan quizás con más ansias que a los últimos estrenos de Jim Carrey.
La secuela del fenómeno, el llamado de la televisión, la invitación a los premios MTV filipinos, o los contratos para comerciales de la Coca Cola, y hasta Saturday Night Live o un enlace en vivo con un popular programa de Televisa para los tantos fanáticos mexicanos, ya es harina de otro costal. Lo genial de esta historia es su origen: Dos muchachos con vis cómica, caras duras y una conexión a internet, pudieron ser vistos y escuchados por mucha gente, y sólo porque a mucha gente les interesó lo que ellos tenían que mostrar.
Para cuando por fin los cubanos puedan conocer ese extraño mundo de las nuevas plataformas de comunicación, ya habrán pasado lustros, quizás décadas, en los que el mundo les llevará una amplia ventaja en materia de internet, y no surgirá ningún Moy Moy Palaboy cubano, si acaso algún que otro aburrido Randy Alonso determinando lo que resulta saludable para la integridad de las personas en un canal convencional de televisión abierta.
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La ya clásica versión de Marimar, de Thalía, por Moy Moy Palaboy.
sábado, junio 25, 2011
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1 comentario:
Excelente Post Wichy, ya soy fan de ellos jajajja. Dónde fue que yo leí..., no es necesario que tengas talento, si tienes carisma, harán fila para verte ;-)
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