Por cuarta vez consecutiva en lo que va de semana, hace acto de restauración pública el comandante Fidel Castro. Esta vez se personó por sorpresa en el Acuario Nacional, para presenciar el show de los delfines y hablar sobre la guerra nuclear y el medio ambiente.
En la prensa cubana no se habla nada de la excarcelación y deportación de presos políticos, no se comenta sobre las estrategias dilatorias para entretener a la opinión pública internacional y resolver la crisis de la posición común europea sin hacer cambios verdaderos en la maquinaria sociopolítica nacional, pero eso sí, las apariciones “espontáneas” del comandante, así pegaditas luego de años de ocultamiento y misterio, son seguidas de cerca por la prensa oficialista y llevadas a la población como una señal de que todo está en su sitio.
Al comandante le encantan los efectismos, y luego de poner a funcionar su talento dramático (el único que le queda, probablemente por haber sido el que más ejercitó en la vida), ha visitado ayer jueves a los parientes de Plipper, dando la nota ecológica y familiar, y de paso, saludar a Celia Guevara, la hija del Che que trabaja allí. Su mensaje de pasión y tradición, sin duda, tendrá sus titulares.
¿A dónde irá a pasear este fin de semana? ¿A qué lugar emblemático acudirá con su esposa (la vieja primera dama que los cubanos nunca han visto), el hijo Alex (nuevo fotógrafo de la corte), y sus nietecitos o guatacas de la mesa redonda?... Todavía queda un mes para la celebración de sus 84 años, muchas locaciones donde aparecer y muchos disparates que decir antes de que la radio, la televisión y la prensa plana dentro de la isla celebren, como en una mezcla de navidad y resurrección, al inmortal mesías del socialismo tropical.
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