viernes, junio 18, 2010

México lindo y querido.

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Mi abuela nunca estuvo en México, porque ni siquiera sacó jamás un pie de Cuba, pero quizás por el reflejo del cine, por ese aluvión de los años de oro que tanto impregnó a su generación, a veces me decía, con una certeza categórica: “Los mexicanos adoran a su país”.


Supongo que al escuchar con regularidad cosas como “México lindo y querido, si muero lejos de ti…”, desde el pecho tenor de un Jorge Negrete orgullosamente ataviado como charro, sería muy simple asimilar el cliché del mexicano con pistolas en la cintura y delante de mariachis, cantándole invariablemente a una patria mexicana llena de alegría tequilera y mujeres de largas trenzas tejidas con cintas de colores. Cada mañana en la casa de mi abuela se escuchaba Cantares de México en Radio Progreso, con aquel “Negrita de mis pesares, hojas de papel volando…”, el tema que siempre ponían íntegro y que sonaba como si Guadalajara estuviese metida completa en aquella salita de apartamento en Marianao.


Lo que mi abuela nunca supo, porque ni siquiera me consta que haya conocido personalmente a algún mexicano de carne y hueso, es que el sentido de pertenencia que tienen ellos hacia su nacionalidad, rebasa con mucho cualquier arquetipo cinematográfico, y que no siempre tiene que ver con charros o sombreros gigantes.


En el noroeste, donde vivo, apenas hay mariachis. Hay bandas gruperas con tuba, acordeón y baile a base de brinquitos, como las viejas polkas del country americano. Visten a la usanza vaquera, con botas picudas y camisa a cuadros, el calor les hace privilegiar la cerveza por sobre el clásico tequila, y no obstante ayer se subieron a un elevado en el centro de la ciudad, con banderas y matracas, a celebrar la victoria de México sobre Francia en el mundial de Sudáfrica. Estaban tan alegres que parecía que hubiesen ganado el campeonato. En el Zócalo de Ciudad México, en todas partes, se amontonaban vistiendo la camiseta verde de la selección, con banderitas mexicanas pintadas en la cara, y con un regocijo muy similar al del aniversario del Grito de Dolores. Todavía tarde en la noche los bares y clubes se desbordaban de paisanos alegres que aún no se quitaban la camiseta del Tri.


No sé si muchos habrían decodificado el visceral patriotismo de los mexicanos en el mega alarido nacional tras los goles del Chicharito y Cuauhtemoc, pero aún sin el fondo blanquinegro de violines, guitarrón, o la voz aterciopelada de Pedro Infante, ayer volví a comprobar cuánta verdad llevaba la afirmación de mi abuela, sostenida por la sabia intuición de un cine de barrio, de que los mexicanos, sobre todas las cosas, “adoran a su país”.


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3 comentarios:

Maiite dijo...

Arriba Mexico!!!!!!!!

Robe dijo...

Lo que has escrito es como si hubiera salido de las teclas de mi mini-computadora y por supuesto del rincon de mis memorias familiares. Aunque nunca he podido tener tus experiencias, todo el mexicano que conozco desborda de patriotismo y amor por los colores nacionales. Viva Mexico y suerte en el mundial.

Anónimo dijo...

Se amoló México en el mundial, pero gracias, cubano, por apoyarnos.