sábado, junio 26, 2010

Derribando estatuas.

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Casi sesenta años después de la muerte del sanguinario Iósif Stalin, finalmente han retirado su estatua de seis metros de la Plaza Central de Gori, su ciudad natal, en Georgia. Erigida un año antes de su controvertida apoplejía, se mantuvo allí media centuria, como un desapacible recuerdo de lo que fue una de las dictaduras más brutales e influyentes del siglo pasado.

Muchos se preguntan por qué en Cuba no hay estatuas de Fidel Castro - el más fiel seguidor contemporáneo del legado estalinista - alguna estatua que sea factible de derribar a mandarriazos en un futuro no tan lejano. La respuesta es muy simple: la ley lo prohíbe. Lo curioso es que se trata de una ordenanza impuesta por el propio Fidel cuando, a raíz de su entrada en La Habana, en 1959, el escultor Enzo Gallo Chiapardi pusiera un busto del comandante en 31 y 41, Marianao. Fidel Castro montó en cólera y mandó a retirarlo, no sin antes dejar en el papel que, en lo adelante, en Cuba estaría vedado hacer estatuas de personas aún vivas.

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Esa circunstancia, aparentemente encaminada a eliminar el culto a la personalidad, no impidió que, en otros soportes menos sólidos, apareciese la imagen del máximo líder una y otra vez, en todas partes y sin que ello pareciese estorbar en lo más mínimo su pudor. Tampoco la ley impidió que Anatoli Anikeivich lo “inmortalizara” en un imponente busto que aún hoy se exhibe en el Museo Nacional de Arte de Bielorrusia, o que esa misma obra fuese replicada por artistas venezolanos, hace apenas unos meses, para poner de adorno frente a la Asamblea Nacional de Caracas, previa retirada, por expropiación, de un McDonald’s y un Wendy’s, negocios imperialistas que aparentemente rompían con el entorno patriótico.

Quizás los cubanos no dispongamos de alguna buena estatua de Fidel para derribar, pero todo parece indicar que los venezolanos sí podrán darse ese gusto alguna vez. En cualquier caso, nos quedan muchos cientos de miles de vallas con la imagen del comandante, por toda la isla, en ciudades, poblados y carreteras, que de proponernos exterminarlas a todas, será una empresa que tardará varios años en concluirse.


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Busto de Fidel Castro en Bielorrusia.

Busto en Caracas, con la consabida indignación de muchos
caraqueños.


También en Venezuela, pero en el estado de Mérida, muy cerca de la

Federación de Centros Universitarios, así amaneció, sin cabeza, el busto

de Ernesto Che Guevara.

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