Tom Cruise en Minority Report apresaba criminales antes de que cometiesen el delito, gracias a la poderosa tecnología de su equipo especial del futuro. Para los cubanos esto no es gran cosa, pues tenemos, sin necesidad de esperar cien años o recurrir a la ciencia-ficción, una herramienta muy similar: el recurso de la “peligrosidad predelictiva”.
Nuestros leguleyos han inventado un método para meter a cualquiera en la cárcel sin siquiera presentar cargos. Una herramienta jurídica que simplemente pasa por encima de las reglas internacionales de justicia para sentenciar a quien deseen, sin necesidad de meterse en esos engorrosos trámites de pruebas, declaraciones, testigos… ¿quién necesita de semejantes nimiedades?
Mi sobrino Jorgitín pasó por esa cuchilla. El muchacho, algo mala cabeza, desorientado por una educación familiar errática, había dejado los estudios y se dedicaba a trapichear con piezas de bicicleta y a criar palomas. No asaltó a nadie ni jamás forzó la puerta de una bodega, pero aún así fue llevado un día por la policía y encerrado con otros cientos de muchachos, sólo por la declaración oportuna del presidente de su comité.
El juicio, en un recinto de la calle 114, en Marianao, fue a puertas cerradas, con un solo abogado defensor para todos, un joven militar que, visiblemente ofuscado, se encogía de hombros cada vez que algún familiar le preguntaba si el juez escuchó tal o más cual argumento. Una madre traía el papel con firma y cuños corroborando que el hijo suyo sí trabajaba, que su denuncia fue sólo un ensañamiento del presidente del CDR, porque el niño ponía música alto y eso al viejo le molestaba. Demasiado tarde, ya todos habían sido condenados a dos años de cárcel, dos largos años que habrían de transcurrir “educativamente” en un pabellón especial del Combinado del Este.
Ese mismo recurso le vino como anillo al dedo a los persecutores políticos de Juan Carlos González Marcos, más conocido por Pánfilo, y a quien el mundo entero pudo conocer gracias un vídeo de youtube donde intervenía, borracho perdido, para decir “aquí lo que hace falta es jama (comida)”… No asaltó a nadie, no forzó la puerta de una bodega, sólo dijo que tenía hambre y eso fue suficiente para que el mecanismo artesanal de Minority Report lo procesara por peligrosidad predelictiva, por posibles delitos en el futuro que seguramente habría de cometer un hombre que llevaba diez años sin trabajar para el gobierno, desde que abandonó, o fue cesanteado de la Flota Cubana de Pesca.
Ni siquiera se mencionó en su “juicio” el tema del famoso vídeo, o de otros dos vídeos más que complementaron al primero (en el tercero incluso llegaba a profetizar, con la lógica aplastante de aquel Jesús de Camagüey en la obra de Piñera, que en cualquier momento iba a terminar metido en Villa Marista), aunque el Tribunal de Plaza se mantuvo fuertemente custodiado por efectivos policiales y paramilitares, no como un simple “posible delincuente” entre tantos otros, sino como una figura simbólica que hay que mantener fuera de la vista de CNN.
Nuestros leguleyos han inventado un método para meter a cualquiera en la cárcel sin siquiera presentar cargos. Una herramienta jurídica que simplemente pasa por encima de las reglas internacionales de justicia para sentenciar a quien deseen, sin necesidad de meterse en esos engorrosos trámites de pruebas, declaraciones, testigos… ¿quién necesita de semejantes nimiedades?
Mi sobrino Jorgitín pasó por esa cuchilla. El muchacho, algo mala cabeza, desorientado por una educación familiar errática, había dejado los estudios y se dedicaba a trapichear con piezas de bicicleta y a criar palomas. No asaltó a nadie ni jamás forzó la puerta de una bodega, pero aún así fue llevado un día por la policía y encerrado con otros cientos de muchachos, sólo por la declaración oportuna del presidente de su comité.
El juicio, en un recinto de la calle 114, en Marianao, fue a puertas cerradas, con un solo abogado defensor para todos, un joven militar que, visiblemente ofuscado, se encogía de hombros cada vez que algún familiar le preguntaba si el juez escuchó tal o más cual argumento. Una madre traía el papel con firma y cuños corroborando que el hijo suyo sí trabajaba, que su denuncia fue sólo un ensañamiento del presidente del CDR, porque el niño ponía música alto y eso al viejo le molestaba. Demasiado tarde, ya todos habían sido condenados a dos años de cárcel, dos largos años que habrían de transcurrir “educativamente” en un pabellón especial del Combinado del Este.
Ese mismo recurso le vino como anillo al dedo a los persecutores políticos de Juan Carlos González Marcos, más conocido por Pánfilo, y a quien el mundo entero pudo conocer gracias un vídeo de youtube donde intervenía, borracho perdido, para decir “aquí lo que hace falta es jama (comida)”… No asaltó a nadie, no forzó la puerta de una bodega, sólo dijo que tenía hambre y eso fue suficiente para que el mecanismo artesanal de Minority Report lo procesara por peligrosidad predelictiva, por posibles delitos en el futuro que seguramente habría de cometer un hombre que llevaba diez años sin trabajar para el gobierno, desde que abandonó, o fue cesanteado de la Flota Cubana de Pesca.
Ni siquiera se mencionó en su “juicio” el tema del famoso vídeo, o de otros dos vídeos más que complementaron al primero (en el tercero incluso llegaba a profetizar, con la lógica aplastante de aquel Jesús de Camagüey en la obra de Piñera, que en cualquier momento iba a terminar metido en Villa Marista), aunque el Tribunal de Plaza se mantuvo fuertemente custodiado por efectivos policiales y paramilitares, no como un simple “posible delincuente” entre tantos otros, sino como una figura simbólica que hay que mantener fuera de la vista de CNN.
Pánfilo no corrió con la suerte del músico Gorki Águila en su más reciente arresto. Gorki, gracias a la presión internacional, y aún prendido por el mismo “delito”, fue liberado con una multa y un tirón de orejas. Pánfilo acaba de ser condenado a dos años de cárcel, sin posibilidad de apelación, enfermo de alcoholismo y oculto a la prensa internacional hasta ver si al mundo se le pasa la fijación con ese negrito que, aquel día fatal, se atravesó delante de una cámara pidiendo comida.
.
Eso sí, Minority Report también nos enseñó como el truco de adelantarse al futuro y condenar personas aún inocentes, en un momento determinado puede volverse también en contra de los propios gendarmes. Ojo, compañeros, aprendan del susto que se llevó Tom Cruise.
_
_
Seguimiento del caso Pánfilo en Habana Memorias:
- ¡JAMA! (abril 29-2009).
- Pánfilo y el Reality bufo (mayo 12-2009).
_
2 comentarios:
Triste asunto el de Panfilo, si afuera no hay Jama, adentro esta peor.
Y sin curda , no sé que va a pasar con nustro hombre de Youtube.
Así es la tirania, ejemplarisante, vamos a ver si alguien mas grita jama. se convertira en palabra contrarrevolucionaria.un saludo hermano.
Ese fue un regalito especial que le hizo el ministro del interior al comandante en jefe por su cumpleaños. Esta noche le llevan a Pánfilo al Punto Cero amarrado con una cadena, para que el fifo le diga ¿tú no querías jama? ¡toma agua que lo que tú tienes es sed!, y todos en la fiesta van a ser muy felices.
Publicar un comentario