lunes, julio 18, 2011

Cantando con Neneco.

A veces un sueño se materializa al punto de que apenas puede creerse que en verdad ocurrió.

Desde mi adolescencia, la fascinación por aquellos genios de Les Luthiers sembró una afición incondicional que perdura intacta en esta cuarentona madurez. El grupo argentino que llegó un par de veces a La Habana de los ochenta – según supe después, sin ganar un centavo, sólo por el gusto de conocer Cuba – marcó a toda una generación de humoristas cubanos y a mí me dejó con horas de sonido, textos y canciones aprendidas de memoria de tanto escucharlas. Podía repetir al dedillo cada aventura de Johann Sebastian Mastropiero, y reírme cada vez como si el chiste fuese nuevo.

Ya para el 2007, luego de algunos acontecimientos que me hicieron desplazar del circunspecto teatro vanguardista hacia la relajienta televisión, y haber trabajado varios años con los mejores comediantes cubanos, tuve la increíble suerte de conocer personalmente al más carismático integrante de Les Luthiers, a Daniel Rabinovich, durante un encuentro informal en la sala Llauradó, en El Vedado. Fue allí donde ocurrió aquello que todavía hoy me cuesta trabajo creer: Daniel – o Neneco, como lo llaman sus allegados – acompañado de su adorable esposa de toda la vida, se dejó bombardear por un rato de preguntas y comentarios, entre foto y foto con amigos, en el patio de la Casona de Teatro Estudio.

Buscaba yo la manera de estimular una visita de Les Luthiers al norte de México, lamentablemente no muy viable por la sencilla razón de que el grupo ya tenía concertado trabajo para los dos años siguientes, sobre todo en la acaparadora España, cuando le comentaba de la impresión que mis amigos mexicanos tenían siempre que los hacía escuchar aquella Serenata Mariachi donde el propio Rabinovich hablaba y cantaba imitándoles el acento.

De alguna manera, para ilustrar lo que decía, comencé a repetir los textos del número, con aquella precisión que tantos años de fidelidad me habían dado, y Daniel, para mi sorpresa, se unió a la recreación a capella de los “mariachis” Porfirio y Bernardo. Por unos minutos viví la experiencia de ser un Luthier, de hacerle la contraparte y cantar, a dos voces, una de mis estampas humorísticas favoritas con su protagonista original. Si estábamos o no en un teatro y delante de miles de espectadores arrobados, era lo de menos. Daniel me dejó ser un Luthier por un rato, me secundó con infantil espontaneidad, sinceramente divertido, y aquella tarde en el patio de la Casona se convirtió para mí en un recuerdo invaluable.

Por supuesto que aquello sólo fue posible por la humildad y buen talante de un tipo como Neneco, uno de esos argentinos que derrumban de un plumazo el mito de la arrogancia porteña.
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Daniel Rabinovich con el autor de este blog, año 2007.


Además de Daniel, posando junto a Virulo y Omar Franco, dos de los comediantes cubanos más emblemáticos.
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4 comentarios:

Tenchy Tolon dijo...

Otra historia para la historia...!Los lLuthiers en el Mella, y después si mal no recuerdo en el Karl Marx todo un acontecimiento!

Eufrates del Valle dijo...

Como disfrute con Les Luthiers!
Cual es Virulo de los otros 3?
Me gustaba mucho Virulo, sobre todo cuando hacia sus espectaculos con Carlos Ruiz de la Tejera. Le deseo mucha suerte, aunque no lo reconozco en la foto. El otro dia encontre una foto en mi baul de recuerdos donde estoy con Virulo y Mirta Medina, entrevistandolos por uno de esos espectaculos humoristicos en Karl Marx a mediado de los 80.

Rodrigo Kuang dijo...

Éufrates, el Virulo ya canoso y con cara de mafioso (sólo en la foto, porque en persona sigue siendo tranquilón) es el de la extrema izquierda. El otro que queda es Omar Franco, que es prieto.
Esa foto que tienes, si estás con Mirtha Medina también, debió ser de cuando "El Infierno", una de las ópera-son de Virulo, donde ella actuaba, todavía esposa de Formell, pues los Van Van hicieron parte de aquella banda sonora. Un abrazo.

Eufrates del Valle dijo...

WOW! Jamas lo hubiese reconocido!
Yo buscaba a un larguirucho flaco!
LOL!