viernes, mayo 06, 2011

El ocaso del humor revolucionario.

El chiste revolucionario tuvo también sus tiempos de esplendor. Descontando al Loquito de Nuez y El Bobo de Abela, ya sublimizados en exceso y debidamente encorsetados en la “crítica al pasado”, nadie puede decir que la Supertiñosa de Virgilio fuese un desacierto en la historia del comic y el humor cubano. Virgilio Martínez podía conciliar el contexto épico de una revolución utópica con buenos chistes, casi siempre en plan satírico.
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Pero con la lenta decadencia del proceso castrista, también se fue apagando la riqueza de aquel humor gráfico de contenido político. Mientras se solidificaba el culto a la personalidad de los líderes, también se iban achicando las áreas de sátira social, y en tanto quedaba prohibido siquiera usar la imagen del comandante para caricaturas – aún cuando estas exaltasen su grandeza, como en el caso de la famosa caricatura de Ajubel, mediados los ochenta, cuya publicación en el Dedeté fue arduamente debatida – se concertaba como objeto principal de burla, al imperialismo yanqui y sus aliados, con alguna que otra pincelada a la burocracia anónima de producción nacional.
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El semanario Dedeté de entonces apenas sobrevivió como escuálido suplemento del Juventud Rebelde, y con el recrudecimiento de la crisis que trajo consigo un mayor énfasis en la censura de los grandes medios de comunicación, también se fue deteriorando la gracia del humor político, hasta niveles que hoy ya parecen insuperables.
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Un simple recorrido por las páginas oficiales cubanas, como el Granma digital, puede darnos una idea de la escasa imaginación, la poca gracia, y sobre todo, la obvia inducción ideológica que sufren estos caricaturistas que aún hoy siguen apoyando al régimen.
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Luego de cincuenta y pico de años aún no aprendieron los malhumorados dirigentes que si algo detesta el cubano es eso, que le sustituyan un buen chiste con un pujo malo, ignorando la regla sagrada de que el cubano aguanta cualquier cosa menos la pesadez.
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Y es que la sátira en sí misma depende de esa correlación inevitable entre Oprimido y Poder. Por ello, luego de medio siglo es normal que haya mermado la riqueza de burlas hacia el imperialismo – entendiendo, en la correlación, a los Estados Unidos como el Poder, y a la pequeña isla de Cuba como el Oprimido – y que la producción de caricaturas oficiales cubanas tienda a la aberración (como ejemplo la caricatura del doblemente fallecido Tomy, que ridiculiza a Fariñas, un solitario activista, huelguista de hambre en aquel momento) de invertir los polos del choteo, y que el Poder entonces se burle del Oprimido.
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Jodedores al rescate.
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Para restablecer este equilibrio tan necesario al espíritu nacional, aparece ya en pleno siglo XXI un grupo de humoristas gráficos cubanos que poco a poco ha ido recuperando el verdadero sentido de la sátira política, es decir, la ecuación del choteo que parte del Oprimido y tiene como foco principal al Poder. Al no existir condiciones en la isla para publicar libremente con semejante modo de expresión, estos relevos de El Sable y el Dedeté se han refugiado en las publicaciones digitales cubanas en el exterior. Omar Santana, Garrincha, Alén Lauzán, y Pong, entre otros, han venido a rellenar un espacio en la cultura gráfica cubana gracias a las nuevas tecnologías informáticas, y consiguiendo que aún sea posible que el Oprimido se mofe del Poder, tal y como Dios manda.

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La Supertiñosa, de Virgilio, un chucho bien hecho a Superman en épocas de fe.



Chiste político reciente del Granma. No sólo apoya una causa dudosa, sino que pasa de pujón.



La orientación oficial convierte a este chiste, aparentemente de crítica social, en un reaccionario insulto a la masa trabajadora que está siendo removida de sus puestos. La burla al "vago" busca desviar la atención del verdadero problema.





Está permitida la sátira al pequeño comerciante especulador, siempre que no se toque a las causas directas, ni a los responsables precisos de que los precios estén por las nubes.
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1 comentario:

Tenchy Tolón dijo...

Excelente Post, caray ya me había olvidado del DeDeTe, era un buen semanario...