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Aparentemente quienes colgaron el improvisado cartel en una fachada madrileña siguen aferrados al mito de que cualquier cosa que promueva el gobierno cubano tiene un fundamento “revolucionario”. Los cinco espías, sorprendidos en actividades encubiertas que no eran del conocimiento de las autoridades norteamericanas (y legalmente procesados por ello), no tienen más nexos con las causas revolucionarias de este planeta como no sea la pertenencia a lo que otrora fuese un ícono de las rebeliones sociales. No importa que la Revolución cubana desde hace mucho no revolucione nada (o que se haya convertido en lo opuesto, una dictadura totalitaria y enfermizamente conservadora), para quienes colgaron el cartel, la campaña por la liberación de los cinco espías es algo “revolucionario”, y por tanto vale la pena involucrarla en la rebambaramba española.
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Los reclamos del indignado vulgo español, si bien muchos relacionan con tendencias de extrema izquierda anti capitalista, con manifiestos algo inclinados a la eliminación del pluripartidismo y jovencitos vistiendo camisetas con la imagen del Che, no deja de tener un impulso original de justicia. La realidad española se ha complicado para mal y sus habitantes tienen todo el derecho de plantarse y protestar. Pero muchos de estos activistas siguen sin entender que haciendo eco al gobierno cubano, y a trucos publicitarios como este de la Campaña Unitaria por la Libertad de los Cinco, apenas están contribuyendo con un sistema que elimina a sus propios ciudadanos la posibilidad de protestar, de la misma manera en que ellos, con todo y su democracia defectuosa, pueden hacerlo.
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Sigue siendo un despropósito recurrente para muchos izquierdosos del mundo, el creer, sin el más mínimo matiz, que todo lo que viene de Estados Unidos es perverso y que todo lo que sale del Castrismo es positivo. Es la eterna dicotomía del Imperialismo vs proletariado, que en muchas mentes, especialmente la de comunistas acomodados, no ha cambiado nada desde la guerra fría. Para ellos Obama es lo mismo que Harry Truman y el Castro actual es el mismo que entró a La Habana en enero del 59. Así que poner un cartel de apoyo a los cinco espías, al calor de la ira popular en Madrid, con todo y el logotipo diseñado en el Consejo de Estado cubano, es parte de un evangelio castrista que no hay que cuestionar bajo ningún concepto.
Un cartel, de los aparecidos al fragor de la revuelta madrileña, que bien mirado podría estarse refiriendo también al fallido sistema cubano, el campeón de las reformas que no reforman nada. Ellos, obviamente, no lo verán así.
2 comentarios:
muy bueno como siempre.
Ellos lo tomaron de la forma esperada..... lo opuesto.Un beso
Maite
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