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Pero las reglas del poder han vuelto a colocar al ISA, a sus estudiantes, otra vez con la cabeza gacha y tragando consignas sin más esperanza que esperar a graduarse en paz y sin buscarse problemas.
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Henry Constantin ha sido expulsado del Instituto Superior de Arte de La Habana, sacado del internado a la fuerza y montado en un ómnibus directo a Camagüey. Primero le comunicaron que sus notas eran nulas y que debía abandonar el centro, a sólo una semana de terminarse el curso. Con la negativa de marcharse por sus pies, vino la fuerza. Su delito no era otro que ser bloggero independiente, llevar la bitácora Reportes de Viaje, o lo que es lo mismo, pensar por cabeza propia y hacerlo públicamente.
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Lo más triste del caso es que ciertos jovenzuelos fieles a la dictadura, dirigentes de la FEU, que dicen representar a los estudiantes en aquella organización que se fundó en 1922 para proteger a sus miembros, fueron los protagonistas de la expulsión. De madrugada, por sorpresa, evitando incidentes con testigos incómodos, los chivaticos Danae, Rudy y Andy (futuros artistas que desde ya serán famosos y reconocidos por la sumisión y la guataquería) se prestaron, junto a otros guardianes “revolucionarios”, para servir a los políticos represores, para que los cuadros superiores pudieran sacarse de encima a un contestón de larga trayectoria. Henry Constantín ya había sido expulsado de dos universidades por el mismo delito de ejercer la libre opinión, y el Instituto Superior de Arte Exclusivo para Fidelistas de La Habana no podía quedarse atrás.
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El optimismo que sentí en el 2009, el orgullo de haber pertenecido a aquel instituto, hoy se vuelve decepción y pena por los chamacos nuevos de Cubanacán, por mis colegas que aún imparten clases allí, todos silenciados por una ideología enferma, una ideología que recurre a las destituciones, a las expulsiones, a las palizas, al asesinato, cuando ya las consignas y las frases trilladas pierden su poder de convencimiento.
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