La de años que estuvo fuera de la vista pública la popular película Guardafronteras, de Octavio Cortázar (con guión suyo y del poeta y novelista Wichy Nogueras), y sólo porque el actor Salvador Blanco, con un personaje secundario - pero muy popular en aquella época gracias al programa Para Bailar, de la televisión -, abandonó el país y se fue a vivir a los Estados Unidos.
En los noventa llegamos a un punto en el que parecía que ya no se podía retransmitir casi ninguna película o teleserie, porque en todas había uno o varios actores que ya no vivían en el país. Cuando el más grande de todos, Reynaldo Miravalles, también emigró al norte, los programadores tuvieron que escoger entre sacarse de encima el prejuicio político de no dar más crédito a los emigrantes y enterrar de una vez y para siempre la historia del cine cubano. Miravalles, en casi cincuenta años, había estado presente en la mayor parte de las películas cubanas más emblemáticas. No era ya cosa de broma engavetar una obra tan descomunal, sólo para mantener lejos de la mirada popular a aquellos actores y actrices que podrían contaminar a las masas con el terrible virus de la deserción.
Por eso ya no me extraña que la televisión cubana reponga próximamente la novela Sol de Batey, y la serie El Balcón de los Helechos. La figura protagónica en ambas, con un par de décadas de por medio, es esa otra estrella de la actuación cubana, la habanera Susana Pérez, quien hace un par de años decidió quedarse a vivir en La Florida. Ya no es posible prescindir de su legado, como tampoco del de Miravalles, sólo por el capricho de una postura política en el poder que no suele reconocer la validez en la vida y obra de un emigrado. Por ello los programadores tienen que hacer de tripas corazón y dejar aparecer a los desertores en la aséptica pantalla nacional, al menos en lo referente a lo dramático, porque todavía muchos grandes músicos cubanos siguen desaparecidos de los medios masivos de comunicación de la isla, como si jamás hubiesen existido.
Todavía la memoria de la cultura cubana en el fidelismo borra a Celia Cruz y a Paquito D'Rivera con la misma tozudez conque voltea a un lado para no reconocer la grandeza del Duque Hernández o de Guillermo Cabrera Infante. Y es que Miravalles, Susana, Casín, y un largo etcétera, suelen reaparecer como personajes de ficción, y eso los “purifica”, en parte, ante los ojos de la dictadura. Aquellos que se representan a sí mismos en un escenario - no importa si se trata de la más grande sonera cubana, la megaestrella de mayor alcance en la historia nacional, querida y transmitida en cada rincón del planeta excepto en el suyo propio - serán desterrados de su patria por una temporada aún más larga e impredecible que la de sus colegas, los actores.
El día en que la televisión cubana transmita el último homenaje a Celia Cruz en vida - con todo y la conducción de Gloria Estefan - de la misma manera en que deja ver a Susana Pérez en El Balcón de los Helechos, o a Miravalles en El hombre de Maisinicú, ese día podremos decir que, al fin, algo está por cambiar en nuestra amada y siempre politizada isla de Cuba.
En los noventa llegamos a un punto en el que parecía que ya no se podía retransmitir casi ninguna película o teleserie, porque en todas había uno o varios actores que ya no vivían en el país. Cuando el más grande de todos, Reynaldo Miravalles, también emigró al norte, los programadores tuvieron que escoger entre sacarse de encima el prejuicio político de no dar más crédito a los emigrantes y enterrar de una vez y para siempre la historia del cine cubano. Miravalles, en casi cincuenta años, había estado presente en la mayor parte de las películas cubanas más emblemáticas. No era ya cosa de broma engavetar una obra tan descomunal, sólo para mantener lejos de la mirada popular a aquellos actores y actrices que podrían contaminar a las masas con el terrible virus de la deserción.
Por eso ya no me extraña que la televisión cubana reponga próximamente la novela Sol de Batey, y la serie El Balcón de los Helechos. La figura protagónica en ambas, con un par de décadas de por medio, es esa otra estrella de la actuación cubana, la habanera Susana Pérez, quien hace un par de años decidió quedarse a vivir en La Florida. Ya no es posible prescindir de su legado, como tampoco del de Miravalles, sólo por el capricho de una postura política en el poder que no suele reconocer la validez en la vida y obra de un emigrado. Por ello los programadores tienen que hacer de tripas corazón y dejar aparecer a los desertores en la aséptica pantalla nacional, al menos en lo referente a lo dramático, porque todavía muchos grandes músicos cubanos siguen desaparecidos de los medios masivos de comunicación de la isla, como si jamás hubiesen existido.
Todavía la memoria de la cultura cubana en el fidelismo borra a Celia Cruz y a Paquito D'Rivera con la misma tozudez conque voltea a un lado para no reconocer la grandeza del Duque Hernández o de Guillermo Cabrera Infante. Y es que Miravalles, Susana, Casín, y un largo etcétera, suelen reaparecer como personajes de ficción, y eso los “purifica”, en parte, ante los ojos de la dictadura. Aquellos que se representan a sí mismos en un escenario - no importa si se trata de la más grande sonera cubana, la megaestrella de mayor alcance en la historia nacional, querida y transmitida en cada rincón del planeta excepto en el suyo propio - serán desterrados de su patria por una temporada aún más larga e impredecible que la de sus colegas, los actores.
El día en que la televisión cubana transmita el último homenaje a Celia Cruz en vida - con todo y la conducción de Gloria Estefan - de la misma manera en que deja ver a Susana Pérez en El Balcón de los Helechos, o a Miravalles en El hombre de Maisinicú, ese día podremos decir que, al fin, algo está por cambiar en nuestra amada y siempre politizada isla de Cuba.
_
4 comentarios:
Excelente comentario. No había pensado en eso, es cierto que a los actores se les deja ver y a los otros artistas no. Tampoco dejan a Albita, a Amaury Gutiérrez ni a muchos otros que se fueron de allá, pero otros que siguen en Cuba como Pedro Luis Ferrer y Frank Delgado tampoco salen en televisión. Es pura censura ideológica. Abajo los Csatros.
A Jorge Alí tampoco lo han podido borrar, que fue mucho lo que hizo en Cuba antes de pirarse, pero es verdad que a Celia Cruz no la ponen ni en radio.
Susana Pérez y Reinaldo Miravalles seguirán siendo los mejores, estén donde estén, igual que Sandoval.
¡Feliz año nuevo, aché pa ellos y pa todos los cubanos!!!
Esperamos que este 2010 sea definitivamente el año de la transición. ¡Tiene que pasar algo este añ0!seguiremos esperanzados mientras vivamos en cualquier lugar del mundo. Un abrazo, wichy, y para ti paz, luz y progreso, y amor y logros profesionales. Eres muy valiente y eso la vida te lo recompensará. Gracias por estos textos nada oportunistas pero sí oportunos.
Ya ni el ministro de cultura o quien tenga que ver con estas cosas sabe quien esta ni quien se fue,los cubanos no olvidamos al melesio capote de miravalles o la charito de susana pérez,el buen arte no se puede obviar asi como asi,esa es la historia de nuestra cuba desmenbrada y hermosa
Publicar un comentario