La vi en el vídeo oficial que resumía aquella manifestación pacífica de las Damas de Blanco el día de los Derechos Humanos, y la "vertical contramanifestación del pueblo revolucionario”. Me pregunté dónde había visto antes esa carita, dónde había escuchado esa misma voz de hiena herida vociferando consignas castristas, y la intuición me llevó a revisar en youtube aquel otro vídeo, con la misma “masa popular enardecida”, del 20 de noviembre y… bingo, allí, en 23 y G, encarando a Reinaldo Escobar, estaba la muchacha, emocionadísima gritando “pin pon fuera, abajo la gusanera”, con el mismo puño en alto con que ahora enfrentaba a las esposas de los presos políticos diciendo ante un grueso micrófono: “…Tres mujeres equivocadas, pagadas por el enemigo que han venido a querer sabotear a esta revolución ¡y no se los podemos permitir!…”
De alguna manera esta personita chillona estuvo “espontáneamente” para ripostar a los opositores, en ambas jornadas, y parecería que las dos imágenes pertenecen al mismo día - la austeridad raulista sin dudas la tiene vistiendo la misma blusa a diario -, de no ser por el collarcito diferente, y porque las locaciones tampoco son las mismas.
La joven que destaca entre la multitud del pueblo, deja claro que no hubo, ni antes ni después, casuales transeúntes que respondieron a la “provocación de los mercenarios vendidos al imperialismo”, sino enviados especiales, partidarios o deudores del sistema que prefieren defender a los dictadores antes que reconocer la decadencia de un país en quiebra y la precariedad de un pueblo real que no sólo padece brutales necesidades cotidianas, sino que tiene terminantemente prohibido expresarlo. Su vocación de protagonismo, esa que marca a los aprendices de gendarmes, ávidos de escalar puestos y ganarse alguna que otra prebenda del estado, la delató sin querer. Es muy probable que, con algo más de tiempo para dedicar a la búsqueda, aparezcan muchas más caritas, coincidentes entre un mitin y el otro.
El malestar de la incultura.
No sé si las Damas de Blanco sean las modernas Marianas, como a muchos gusta catalogarlas. No sé si sea pertinente compararlas con las Madres de Plaza de Mayo, pues los contextos difieren y nada se gana con sublimizar algo tan sencillo como unas señoras que reclaman la libertad de sus maridos en la vía pública. La epicidad que adquieren está dada por la manera en que el estado reprime cualquier evento que le lleve la contraria, así sea sólo caminar por la calle con flores y repartir a la gente la Declaración de los Derechos Humanos. Lo que sí no tiene discusión es que nadie, ni personas, ni gobiernos, ni poblaciones, tienen el derecho de repudiar la expresión pacífica de otro ser humano.
Imaginemos por un momento que, como dice la versión oficial y parecen mostrar las imágenes de la contramanifestación, este pueblo, en efecto, sea un pueblo auténtico y no una turba enviada por oscuros mandos a repudiar, con sospechosa anticipación, cada una de las más recientes muestras de libre pensamiento en la isla. Si este fuera en verdad el pueblo de La Habana – como ese tipo que asesta un pesado golpe en la espalda del diplomático Chris Stimpson, sin el menor pudor y delante de una cámara –, estaríamos contándole al mundo como nuestra decencia como nación ha sido sustituida por la brutalidad, el insulto y la violencia.
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Las Damas de Blanco son acusadas de recibir dinero del imperialismo. Ante la prensa admiten haber recibido, de manera comprobable, mil ochocientos dólares provenientes de la Fundación Rescate Jurídico, para 18 mujeres. Aún cuando el dinero parece haber sido inicialmente enviado por Santiago Álvarez, protector de esa bestia que es Posada Carriles y terrorista confeso en sí mismo, la suma no se corresponde con lo que habría de ser el sueldo de “mercenarios pagados por el oro del imperio”, pues tocando a 133 dólares por cabeza (depreciados en mucho menos por el cambio caprichoso a peso convertible) no se financia ninguna revuelta antigubernamental.
Pongamos que este medio centenar de mujeres maduras son, en efecto, terroristas, monstruos dispuestos a socavar los cimientos de un estado… ¿Reprimir entonces sus caminatas con turbas groseras, listas para linchar a alguien en cualquier momento, a desahogar los odios con quien se atraviese en el camino, es una muestra de justicia o por el contrario, una revelación de cobardía? ¿A dónde se fue la tan enarbolada educación del pueblo cubano, caso de que en verdad, esa jauría sedienta de patadas sea el pueblo cubano?
Las Damas de Blanco son acusadas de recibir dinero del imperialismo. Ante la prensa admiten haber recibido, de manera comprobable, mil ochocientos dólares provenientes de la Fundación Rescate Jurídico, para 18 mujeres. Aún cuando el dinero parece haber sido inicialmente enviado por Santiago Álvarez, protector de esa bestia que es Posada Carriles y terrorista confeso en sí mismo, la suma no se corresponde con lo que habría de ser el sueldo de “mercenarios pagados por el oro del imperio”, pues tocando a 133 dólares por cabeza (depreciados en mucho menos por el cambio caprichoso a peso convertible) no se financia ninguna revuelta antigubernamental.
Pongamos que este medio centenar de mujeres maduras son, en efecto, terroristas, monstruos dispuestos a socavar los cimientos de un estado… ¿Reprimir entonces sus caminatas con turbas groseras, listas para linchar a alguien en cualquier momento, a desahogar los odios con quien se atraviese en el camino, es una muestra de justicia o por el contrario, una revelación de cobardía? ¿A dónde se fue la tan enarbolada educación del pueblo cubano, caso de que en verdad, esa jauría sedienta de patadas sea el pueblo cubano?
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Prefiero pensar que mi pueblo, mi verdadero pueblo – ese que sobrepasa en unos cuantos millones a los cientos de vociferantes del PCC, la UJC y las brigadas de respuesta rápida – aún existe, inerte y aletargado por tantos años de totalitarismo. Prefiero pensar que mi pueblo no optaría jamás por agredir o insultar a un pequeño grupo de mujeres con flores en las manos.
Prefiero pensar que mi pueblo, mi verdadero pueblo – ese que sobrepasa en unos cuantos millones a los cientos de vociferantes del PCC, la UJC y las brigadas de respuesta rápida – aún existe, inerte y aletargado por tantos años de totalitarismo. Prefiero pensar que mi pueblo no optaría jamás por agredir o insultar a un pequeño grupo de mujeres con flores en las manos.
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Las Damas de Blanco, repudiadas por los simpatizantes del gobierno, y finalmente acorraladas contra la pared de la casa de una de ellas.
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3 comentarios:
Dicen que esas blusitas de tiranticos las venden a 8 cuc en la calle, que para esta "muchacha" debe haber sido una fortuna.
Son parte de la pacotilla que llevan los cubanos que tienen residencia en cualquier pais de latinoamérica para que les vendan en Cuba y costearse el pasaje.
Creo que los "brigadistas" deberían hacer una "ponina" y comprarle otra blusita a la "combatiente"
nos vamos acercando a el objetivo, fotografiar y hacer una ficha para la hora de la Memoria Historica.
Estas personas pueden ser sujetas a juicios por acoso y actos de agresión, contra personas inocentes. El día ya viene llegando. Un saludo, A la bella tierra de Hermosillo. angel
ANGEL ESTA SIN DUDAS UNA DE LAS MEJORES IDEAS DE LA WEB ALREDEDOR DE CUBA (sopena de no reconocer a nadie)PERO CIERTAMENTE ESTOS ULTIMOS REZAGADOS DEL CASTRISMO, SIN DUDAS, VAN A PAGAR POR COSAS QUE INCLUSO, HICIERON GENTE, QUE AHORA ESTA EN EL EXILIO.
PERO SE NO CUMPLE EL PROVERBIO DE EL QUE RIE ULTIMO RIE MEJOR, EN ESTE CASO ELQUE RIA ULTIMO SE JODIO HABERLO ECHO ANTES
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