Todavía habrá quien se congratule por el crecimiento de 1.4 por ciento que tuvo la economía cubana en el casi finiquitado 2009. Aún cuando el aumento previsto por las autoridades era de un 6 por ciento, con todo y las justificaciones de la crisis mundial, los ciclones y ahora también la “guerra mediática” de los “enemigos de la Revolución”, siempre me resulta curiosa la manera en que, aún teniendo el nivel de ingresos per cápita igual o peor que Haití o Burundi, ahorrándose con ello una brutal salida de gastos – infinitamente más alta que las supuestas gratuidades de la salud o la educación –, aún así el Producto Interno Bruto se mantiene en niveles de aumento poco menos que discretos. No ya el planeado y malogrado 6 por ciento, sino que al menos un 60, un 600 por ciento debería tener de crecimiento económico un país cuyo salario promedio mensual es de 15 dólares.
Ayer domingo el gobierno presentó ante el parlamento un completo balance del año, y reconociendo la notoria crisis de liquidez, nuestro ministro de economía recitó una vez más la perogrullada de que no conviene incurrir en gastos superiores a los ingresos. Genial. Las inversiones en el 2009 decrecieron en un 16 por ciento, cerca de 30 bajaron las exportaciones de bienes y servicios y casi 40 las importaciones, pero el transporte creció (?) un 4.6 por ciento, los servicios en un 4 por ciento y la industria se dilató en un cataléptico 2 por ciento. Para cualquiera con segundo grado de matemáticas, queda claro que los números de la decadencia le ganan, por mucho, a los de la prosperidad.
Esto es, una Cuba endeudada hasta el cuello, con cifras espeluznantes públicamente declaradas, y un gobierno vitalicio que se encomienda a la Virgen y sigue diciendo que la culpa es del imperialismo, de la crisis mundial y de los bloggeros mercenarios enemigos de la Revolución.
Un ladrón de guantes que impide el desarrollo económico.
Hace algunos años, en La Habana, leía un artículo del Granma que, para variar, ensalzaba con bellos epítetos a una empresa estatal cubana, una que producía carpintería de aluminio para corporaciones, y lo hacía con uso racional de la materia prima, un mínimo de importaciones y enormes ganancias para el país, miles de dólares que ingresaban semanalmente al presupuesto del estado gracias a aquellos abnegados trabajadores y sus dirigentes. Todo un modelo de industria socialista.
La única mancha que, según el periodista, ensuciaba el brillo de aquel éxito, se daba por el delito aislado de algunos obreros. “No todo es perfecto”, decía más o menos, “aún subsisten aspectos negativos que hay que criticar”, y pasaba a relatar valientemente como, días atrás, uno de los obreros del taller había sido sorprendido mientras vendía por la calle un par de guantes de los asignados a él para su trabajo.
El periodista de Granma no comprendía por qué un operario que gana unos siete dólares en cada quincena, trabajando en una empresa que genera decenas de miles de dólares cada semana, se veía obligado a vender un par de guantes para palear en algo su economía familiar, para resolver su día con aquel hurto tan discordante con la ideología socialista. El obrero fue duramente sancionado, por supuesto.
De esto precisamente se trató el informe al parlamento acerca del estado actual de nuestra economía, y de los planes que nuestro presidente, Raúl Castro, ilustró con un bonito: “…es preciso caminar hacia el futuro, con paso firme y seguro, porque sencillamente no tenemos derecho a equivocarnos''. De eso se trata, general, de seguirse equivocando como hasta ahora, sin que nadie tenga el derecho a reclamar, se trata de aumentar la producción en el futuro con empresas exitosas, cuyos trabajadores no tengan más opción que vender por la calle un miserable par de guantes para poder sobrevivir.
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Ayer domingo el gobierno presentó ante el parlamento un completo balance del año, y reconociendo la notoria crisis de liquidez, nuestro ministro de economía recitó una vez más la perogrullada de que no conviene incurrir en gastos superiores a los ingresos. Genial. Las inversiones en el 2009 decrecieron en un 16 por ciento, cerca de 30 bajaron las exportaciones de bienes y servicios y casi 40 las importaciones, pero el transporte creció (?) un 4.6 por ciento, los servicios en un 4 por ciento y la industria se dilató en un cataléptico 2 por ciento. Para cualquiera con segundo grado de matemáticas, queda claro que los números de la decadencia le ganan, por mucho, a los de la prosperidad.
Esto es, una Cuba endeudada hasta el cuello, con cifras espeluznantes públicamente declaradas, y un gobierno vitalicio que se encomienda a la Virgen y sigue diciendo que la culpa es del imperialismo, de la crisis mundial y de los bloggeros mercenarios enemigos de la Revolución.
Un ladrón de guantes que impide el desarrollo económico.
Hace algunos años, en La Habana, leía un artículo del Granma que, para variar, ensalzaba con bellos epítetos a una empresa estatal cubana, una que producía carpintería de aluminio para corporaciones, y lo hacía con uso racional de la materia prima, un mínimo de importaciones y enormes ganancias para el país, miles de dólares que ingresaban semanalmente al presupuesto del estado gracias a aquellos abnegados trabajadores y sus dirigentes. Todo un modelo de industria socialista.
La única mancha que, según el periodista, ensuciaba el brillo de aquel éxito, se daba por el delito aislado de algunos obreros. “No todo es perfecto”, decía más o menos, “aún subsisten aspectos negativos que hay que criticar”, y pasaba a relatar valientemente como, días atrás, uno de los obreros del taller había sido sorprendido mientras vendía por la calle un par de guantes de los asignados a él para su trabajo.
El periodista de Granma no comprendía por qué un operario que gana unos siete dólares en cada quincena, trabajando en una empresa que genera decenas de miles de dólares cada semana, se veía obligado a vender un par de guantes para palear en algo su economía familiar, para resolver su día con aquel hurto tan discordante con la ideología socialista. El obrero fue duramente sancionado, por supuesto.
De esto precisamente se trató el informe al parlamento acerca del estado actual de nuestra economía, y de los planes que nuestro presidente, Raúl Castro, ilustró con un bonito: “…es preciso caminar hacia el futuro, con paso firme y seguro, porque sencillamente no tenemos derecho a equivocarnos''. De eso se trata, general, de seguirse equivocando como hasta ahora, sin que nadie tenga el derecho a reclamar, se trata de aumentar la producción en el futuro con empresas exitosas, cuyos trabajadores no tengan más opción que vender por la calle un miserable par de guantes para poder sobrevivir.
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Por supuesto que al final la culpa siempre será del imperialismo, de la crisis mundial, de los huracanes y de nosotros, los mercenarios a sueldo de la CIA, que distorsionamos la realidad en esta injusta guerra mediática en contra de la revolución cubana.
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1 comentario:
Que barbaro, que buen analisis y que bien lo de los guantes, esa es una realidad, y me encanto en montage con la virgen de Regla. Ellos ya no saben a quien le van a rezar desde que Stalin se les cayo del altar. Feliz navidad, cubanos.
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