América Tevé optó por acoger en sus estudios a los artistas cubanos (radicados en la isla) que por estos días cercanos a la Navidad van a ofrecer conciertos en la conflictiva ciudad de Miami. A las palabras de Omar Romay, presidente de la cadena, cuando afirmó "No nos corresponde excluir a partir de criterios políticos e ideológicos, sino promover la pluralidad de opciones y darle a la gente la opción de elegir'', se le oponen otras voces como la de Ninoska Pérez, que en su acostumbrado discurso radical, aseguró: “Me da asco que vengan aquí a cantar (...)”
La televisora acogió a la Charanga habanera, y al día siguiente al dúo Buena Fe, y más allá de la polémica de si el rating está por encima de los prejuicios políticos, lo cierto es que, al menos en el caso de los trovadores, el riesgo de provocar roces desagradables se ha ido volviendo un filón analítico y saludable para la madurez de ambas partes. Con la Charanga... todo se ha ido en debatir sobre el tema “Gozando en La Habana”, un material estéril siempre que la orquesta, sin dejar de ser una de las más trascendentes dentro de la música popular cubana contemporánea, jamás ha tenido como fuerte la profundidad poética ni los conceptos sociopolíticos. Con la Charanga... no hay que ponerse a buscar las cuatro patas al gato en sus letras ni en sus mensajes, sólo entender a la timba cubana desde su sensualidad primigenia, dejándose llevar por los ritmos pegajosos y los vigorosos arreglos orquestales.
Con Buena Fe es otra cosa. Y la primera entrevista concedida por los guantanameros, al programa A mano limpia, fue un buen ejemplo de que todavía muchas personas dedicadas a la difusión de la realidad cubana en los Estados Unidos no conocen a fondo la cultura contemporánea de la isla. Oscar Haza los cuqueó todo el tiempo, intentando desenmascarar a los supuestos enviados de Raúl Castro, o al menos sacarles alguna opinión comprometedora, poniendo en evidencia que jamás había escuchado una sola canción de ellos. De haber escuchado alguna vez los fuertes textos del disco Catalejo, no habría insistido tanto en aquello de que “si vienen de Guantánamo, deben tocar son, que a mí me gusta mucho el son”, o preguntar si no tienen en su repertorio canciones de Celia Cruz o Willy Chirino, con el despiste de no saber que los muchachos sólo tocan temas propios.
Ellos, sin embargo, lucieron serenos ante preguntas tan inocuas como “¿Qué hay con esos aretes?”, hecha a Joel, o un increíble “¿Usted qué instrumento toca? a Israel, y torearon muy bien las avalanchas capciosas sobre la libertad de expresión y el ciudadano norteamericano que recién apresaron en La Habana por regalar celulares. Casi tuve un déjà vu, recordando aquellas malas entrevistas que en los ochenta se le hacían a la actriz brasileña Regina Duarte, recién llegada a Cuba, cuando Haza les decía: “¿Ah, están acabados de llegar? ¿Qué piensan de Miami con lo que se dice en Cuba y lo que ustedes están viendo aquí?... Respuesta del sosegado Israel: “Si me preguntas mañana, a lo mejor te comento”.
En el programa Pellízcame que estoy soñando, si bien en ciertos momentos la seriedad se dispersaba con las pesadeces del comediante sangrón que por esta época tiene Carlos Otero de contraparte, al menos estaban garantizadas las referencias al dúo, siempre que Carlos, relativamente recién llegado a La Florida, sí está al día en el éxito y alcance de sus compatriotas músicos.
Con todo, el recibimiento de un Miami en evolución está bastante claro, pues de inicio ya no pinta como que vaya a haber revuelos como los de Van van o Rosita Fornés, y el público enardecido en el show de Carlos, tanto con la Charanga habanera como con Buena Fe, así parece confirmarlo. No me extrañaría que la tropa de Saavedra se apareciese con una aplanadora delante del teatro Manuel Artime para triturar discos quemados de Buena Fe, pero tampoco me queda duda de lo placentero que resultará para la mayoría de los cubanoamericanos el poder corear temas tan sensibles como Fuera, Cada país, o el romántico Tras tus pies.
.
La televisora acogió a la Charanga habanera, y al día siguiente al dúo Buena Fe, y más allá de la polémica de si el rating está por encima de los prejuicios políticos, lo cierto es que, al menos en el caso de los trovadores, el riesgo de provocar roces desagradables se ha ido volviendo un filón analítico y saludable para la madurez de ambas partes. Con la Charanga... todo se ha ido en debatir sobre el tema “Gozando en La Habana”, un material estéril siempre que la orquesta, sin dejar de ser una de las más trascendentes dentro de la música popular cubana contemporánea, jamás ha tenido como fuerte la profundidad poética ni los conceptos sociopolíticos. Con la Charanga... no hay que ponerse a buscar las cuatro patas al gato en sus letras ni en sus mensajes, sólo entender a la timba cubana desde su sensualidad primigenia, dejándose llevar por los ritmos pegajosos y los vigorosos arreglos orquestales.
Con Buena Fe es otra cosa. Y la primera entrevista concedida por los guantanameros, al programa A mano limpia, fue un buen ejemplo de que todavía muchas personas dedicadas a la difusión de la realidad cubana en los Estados Unidos no conocen a fondo la cultura contemporánea de la isla. Oscar Haza los cuqueó todo el tiempo, intentando desenmascarar a los supuestos enviados de Raúl Castro, o al menos sacarles alguna opinión comprometedora, poniendo en evidencia que jamás había escuchado una sola canción de ellos. De haber escuchado alguna vez los fuertes textos del disco Catalejo, no habría insistido tanto en aquello de que “si vienen de Guantánamo, deben tocar son, que a mí me gusta mucho el son”, o preguntar si no tienen en su repertorio canciones de Celia Cruz o Willy Chirino, con el despiste de no saber que los muchachos sólo tocan temas propios.
Ellos, sin embargo, lucieron serenos ante preguntas tan inocuas como “¿Qué hay con esos aretes?”, hecha a Joel, o un increíble “¿Usted qué instrumento toca? a Israel, y torearon muy bien las avalanchas capciosas sobre la libertad de expresión y el ciudadano norteamericano que recién apresaron en La Habana por regalar celulares. Casi tuve un déjà vu, recordando aquellas malas entrevistas que en los ochenta se le hacían a la actriz brasileña Regina Duarte, recién llegada a Cuba, cuando Haza les decía: “¿Ah, están acabados de llegar? ¿Qué piensan de Miami con lo que se dice en Cuba y lo que ustedes están viendo aquí?... Respuesta del sosegado Israel: “Si me preguntas mañana, a lo mejor te comento”.
En el programa Pellízcame que estoy soñando, si bien en ciertos momentos la seriedad se dispersaba con las pesadeces del comediante sangrón que por esta época tiene Carlos Otero de contraparte, al menos estaban garantizadas las referencias al dúo, siempre que Carlos, relativamente recién llegado a La Florida, sí está al día en el éxito y alcance de sus compatriotas músicos.
Con todo, el recibimiento de un Miami en evolución está bastante claro, pues de inicio ya no pinta como que vaya a haber revuelos como los de Van van o Rosita Fornés, y el público enardecido en el show de Carlos, tanto con la Charanga habanera como con Buena Fe, así parece confirmarlo. No me extrañaría que la tropa de Saavedra se apareciese con una aplanadora delante del teatro Manuel Artime para triturar discos quemados de Buena Fe, pero tampoco me queda duda de lo placentero que resultará para la mayoría de los cubanoamericanos el poder corear temas tan sensibles como Fuera, Cada país, o el romántico Tras tus pies.
.
En espera de que el llamado intercambio cultural llegue a ser un día un verdadero intercambio, con los artistas de la diáspora presentándose en La Piragua – si es que algún día la dictadura consiente en flexibilizar sus fronteras –, al menos esto parece ser un buen comienzo. Enhorabuena, mi gente.
_
Joel e Israel en Pellízcame que estoy soñando, el programa
de Carlos Otero.
_
3 comentarios:
viva la charanga y viva buena fe. yo si los voy a ir a ver a los dos, guajacones pa la orilla.
Yo no soy de Miami, pero no me sorprende el estira y encoge de esa gente con todo lo que venga de la isla.
A veces es como si pareciera que, fuera de Cuba, los únicos cubanos que hay son los de Miami, y no es así, ya que estamos en todas partes del mundo y somos muchos más que los que caben en La Florida, y para mí que los de otras partes no estamos en eso del roce y el celito con los artistas de adentro.
Yo bailo con la Charanga cuando puedo, aquí donde estoy, en Colombia, y me encanta Buena Fe. Nunca he visto a los cubanos que viven acá armando chanchullo por una gira de músicos cubanos.
Basta ya de ver a Miami como el centro del mundo.
Ricky, tampoco yo vivo en Miami, aunque conozco la ciudad y las tendencias que, al parecer, el tiempo comienza a desdibujar. Ni siquiera vi los programas esos en vivo sino por youtube, así que estamos en las mismas. Estoy de acuerdo en que Miami no es el centro del universo cubano en el exilio, aunque se haya vuelto un clásico en las polémicas por su bien ganada tradición de diáspora. Más que nada, el análisis me lo movió mi aprecio personal por Israel y Joel, y la infeliz entrevista de Oscar Haza en su programa. No obstante, me dio gusto ver como cayeron simpáticos en el mismo sitio en que no funcionó bien Paulito FG, y donde hasta los descomunales Van Van la pasaron en medio de broncas. Parece que los tiempos cambian y sólo nos queda esperar a ver si en la isla también se aflojan un poco los entrecejos. Feliz Navidad a todos, y al charanguero Kiko Calesero también.
Publicar un comentario