miércoles, junio 26, 2013

La Bofe Cuba: El chicharrón es helado de guayaba.

Entrevista con los editores de La Bofe Cuba, un blog no oficialista hecho por jóvenes no oficialistas. Según ellos, a mí no me crean.



La extensa y rica trayectoria de este aguerrido grupo de cibernautas matanceros se remonta a más de dos meses y medio. Durante las arduas primeras semanas de postear en su blog La Bofe Cuba, una publicación que apareció en la red de manera alternativa desde el Instituto Superior Politécnico de la Moringa Electrógena (ISPME) en Matanzas, de inmediato recibió la atención internacional por sus ideas de apertura. Los bisoños editores de La Bofe Cuba se las expulsaron de saleríferos y pasaron semanas escribiendo sobre la libertad de internet en Cuba, sobre la necesaria libertad de información, sobre la falta que les hacía una buena memoria RAM para sus equipos IBM XT de 1986, y un disco duro con más de 10 mb de capacidad.

Pero esta actividad en línea, como era de esperarse, no pasó inadvertida para los compañeros del Ministerio del Interior, quienes con mucha cortesía y fervor revolucionario procedieron a cortarles el agua y la luz a los jóvenes bloggers, no sin antes invitarlos caballerosamente a irse para casa del carajo de un instituto que es sólo para los revolucionarios.

Ante semejante disyuntiva, los jovencitos aguerridos y contestatarios reaccionaron con la verticalidad y el decoro que se espera de verdaderos ciberactivistas por la libertad de información: se bajaron los pantalones, se inclinaron hacia adelante y permitieron que un compañero oficial del Ministerio del Interior les introdujese por el fotingo una tarjeta gráfica Súper VGA y una conexión de cable a 25 mbps.

Luego de superado este incidente, los aguerridos activistas matanceros accedieron a contestar algunas preguntas relativas a su trayectoria y reciente mal rato, afortunadamente ya superado.

- ¿Por qué el nombre de La Bofe Cuba? ¿Alguna relación con Silvio Rodríguez?

Artemiso Sánchez: No, para nada... La Bofe Cuba original fue una publicación de mediados del siglo XIX, editada por Sirvelio Montes de Aco, inicialmente dedicada a la lucha por independencia de la corona española, que luego se pasó al anexionismo y terminó como boletín oficial del capitán general Valeriano Weyler durante la Reconcentración. Nosotros quisimos rescatar el espíritu bofe de Sirvelio Montes de Aco, recontextualizándolo en nuestra realidad actual, con toda la objetividad que eso conlleva. Nosotros admiramos mucho a Silvio, pero la verdad es que no es el único bofe en la historia de nuestras gestas revolucionarias.

- Alguna razón especial debió de existir para que los compañeros del MININT tomaran cartas en el asunto.

José Miguel Sapinguez: Yo creo que todo se debió a una pequeña confusión. Los compañeros de la seguridad creyeron que estábamos haciendo contrarrevolución cuando escribíamos sobre la necesidad de que hubiese internet libre en Cuba y dejábamos que cualquiera opinara en nuestros foros, sin censura. Por eso nos bloquearon el sitio, nos sacaron del ISPME esposados, con fundas en la cabeza y nos tuvieron una semana sin beber agua, golpeándonos con panes de la cuota y amenazándonos con cortarnos los testículos y dárselos a Raúl Castro en escabeche... Pero nosotros, luego de la tercera o cuarta paliza, les hicimos entender que no se trataba de contrarrevolución, que no pedíamos internet para toda la población cubana, sino sólo para nosotros tres, y que si querían, sin lío, podíamos ir a pelear a Siria o a matar a Henrique Capriles en Venezuela.

Éufrates Valle: Eso mismo fue, una pequeña confusión. Los compañeros de la seguridad nos permitieron seguir estudiando en el ISPME y nos dejaron instrucciones precisas para poder seguir publicando nuestro blog.

- ¿Y cuáles fueron esas instrucciones? ¿Acaso bajarse los pantalones e inclinarse regularmente?

Artemiso Sánchez: Eso fue más bien parte de nuestros deberes como revolucionarios, a lo cual accedimos gustosos, al menos una vez por semana y conscientes de que a la mayoría del pueblo le toca con frecuencia diaria. Las instrucciones versaban sobre la lucha en contra de la injusta guerra mediática del imperialismo, la liberación de los cinco héroes y hablar toda la mierda posible que pudiéramos de Yoani Sánchez.

Juan Miguel Sapínguez: Para eso último tuvimos la invaluable asesoría de los maestros Lagarde y Tato Fontes (Yohandry Fontana es el nombre de guerra que se supone nadie sepa), quienes nos dieron un curso de tres meses sobre la frecuencia en que Yoani Sánchez va al baño, y sobre el champú anticaspa que usa.

- ¿Y cómo es que antes de ser llamados a capítulo estaban en contra de la censura y ahora la apoyan?

Éufrates Valle: En principio te responderé que ser revolucionario no implica ser lógico ni coherente. Cualquier revolucionario puede estar un año diciendo que el chicharrón no es carne, pero llegado el momento, si le dan una buena computadora con disco de 500 GB, una conexión estable para ver videos en páginas pornográficas, dos tubos de pasta de diente y un pulovito con el logo de los cinco héroes, también puede cambiar de opinión y decir que el chicharrón es más carne que un bisté de palomilla. Es más, el chicharrón es helado de guayaba ¿cómo te cae?...

Artemiso Sánchez: Además, cuando nos reunimos con el vicepresidente Díaz Canel, este nos explicó amablemente que no nos habían censurado. Una censura es cuando se te prohíbe escribir, y nosotros podíamos seguir haciéndolo, sólo que no habría nadie que nos leyera, porque no tendríamos conexión a internet ni la cabeza de un guanajo.

Éufrates Valle: ...Y es verdad que, ahora que ya están poniendo salitas de navegación por ahí, pedimos a Díaz Canel que pusiera un control más estricto a las páginas de internet, vaya, que cualquiera no llegue y así, por su cara linda, pueda entrar a cualquier página web. Eso no es así. Nosotros tuvimos que pasar un buen susto, cagarnos en los pantalones y jurar por nuestras madres que no éramos mercenarios del imperialismo para que nos dejaran usar otra vez internet. Así debería ser con todos los cubanos. Si quieren internet ilimitada, primero pásense una semana en Villa Marista o lámenle el culo a Iroel Sánchez, mínimo. Las cosas hay que ganárselas.

- Ustedes niegan siempre que La Bofe Cuba sea un blog oficialista... ¿qué pudieran decir al respecto?

Artemiso Sánchez: Eso es una calumnia de los enemigos de la Revolución y sus bloggeros mercenarios del imperio. El hecho de que seamos controlados por el gobierno, que tengamos que rendir cuentas de vez en cuando acerca de lo que escribimos al secretario general del PCC en Matanzas, que hayamos sido invitados a un congreso de bloggeros organizado por Machado Ventura, y que tengamos un dibujito en la portada burlándonos de Yoani, y que nos bajemos los pantalones cada vez que entra por esa puerta el compañero del MININT... Eso no quiere decir nada...

- ¿Qué piensan de las expectativas que despertaron en el extranjero con la etapa inicial de La Bofe Cuba? ¿No temen que los tachen de cobardes y oportunistas?

José Miguel Sapínguez: Los enemigos de la Revolución y de nuestro invicto comandante en jefe creyeron que nosotros éramos gusanos y apátridas como ellos sólo porque durante un breve período le reclamábamos al gobierno lo mismo que ellos reclaman desde hace muchos años. Pueden decirnos cobardes y oportunistas, o hasta lameculos y guatacas, vaya, incluso podría entenderse que nos dijeran jineteros informáticos como Ubieta o putas de Ramiro Valdés, eso no se los vamos a discutir, pero nunca, de ninguna manera, nos podrán llamar traidores a la revolución socialista. La honra ante todo.


Así nos marchamos del Instituto Superior Politécnico de la Moringa Electrógena (ISPME) en Matanzas, dejando a aquellos fervorosos jóvenes amantes de la informática en plena labor de actualización de su blog La Bofe Cuba, con un nuevo artículo sobre la inflación de la economía cubana, donde queda bien claro que el desproporcionado aumento de los precios dentro de la isla, incluyendo el altísimo precio de las nuevas salitas de navegación, es consecuencia directa del injusto bloqueo imperialista y especialmente, de Yoani Sánchez.

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NOTA DE HM: Este artículo apareció publicado en la Sedición Especial por el V Aniversario del Guamá Periódico. En el enlace puede verse y descargarse en PDF.

martes, junio 18, 2013

Los viejos hombres nuevos

El "bulliyng contrarrevolucionario".

(publicado en Revista Replicante)


El sueño del castroguevarianismo en Cuba fue, durante muchos años, la conformación y diseminación de un ideal humano que representaría al ser perfecto, al producto más exquisito de la revolución moderna. Para conseguirlo se invirtieron todos los recursos disponibles. Nada parecía más importante que la fabricación del Hombre Nuevo, un individuo ineludiblemente amasado durante sus años juveniles, y que además de convertirse en símbolo de la sociedad más justa del mundo, también ayudaría, en un futuro cercano, a liberar del yugo capitalista al resto de las sociedades. 

Y aún a pesar de que el Hombre Nuevo cubano nunca pudo reverdecer más allá del adoctrinamiento y las manías de trascendencia, el influjo de su utopía cruzó los mares y se esparció incontenible por el mundo, en especial por el mundo colindante. Es imposible concebir un movimiento, una insurrección, una manifestación de jóvenes latinoamericanos que, desde los años sesenta hasta el sol de hoy, no lleve bien guardadas en sus mochilas las consignas, los lineamientos éticos y la violencia del modelo guevariano. 

México se ha mantenido firme alimentando la trinchera de sus revolucionarios juveniles. Es probable que el panorama político, la estructura del estado mexicano no hayan cambiado en lo esencial desde aquellas duras batallas urbanas de los sesenta. Tampoco ha variado, generaciones mediante, el esquema ideológico, la retórica y las tácticas de cada movimiento antisistema. Pero el modelo original de rebeldía, el faro y guía de la gesta revolucionaria sí cambió, y cambió diametralmente desde hace décadas, sin que sus prosélitos alcanzaran siquiera a darse por enterados.

No sólo el proyecto del Che Guevara quedó trunco en los áridos campos bolivianos, con todo y su ambición de gran academia para la formación de guerrilleros, aquellos que supuestamente cortarían los tentáculos del pulpo imperialista en cada nación del continente - deviniendo en tremendo papelón histórico que por arte de magia mutó en epopeya heroica - sino que la propia armazón de la nueva sociedad cubana se fue desintegrando sin remedio, de paso tirando al ícono del hombre perfecto a un basurero de supervivencia, doble moral y sobre todo, a un consumismo patético siempre alejado del mundo real, controlado por el arribismo y la impostura. El paradigma cubano del joven revolucionario, desinteresado, internacionalista y humano desaparecía en la crisis de los balseros, a mediados de los noventa. Pero eso nunca llegó con todas sus letras a los oídos de los jóvenes progresistas del hemisferio, esos que rara vez actúan sin el apoyo de banderas y héroes familiares.

La versión progre de la debacle cubana, por ósmosis ideológica, iría de la mano del pretexto castrista: la culpa de todo la tiene el imperialismo, nuestra gran revolución habría salido adelante de no ser por el criminal bloqueo y esta valiente isla seguirá enarbolando las ideas comunistas en las mismas narices de los Estados Unidos, cueste lo que cueste. Socialismo o muerte, valga la redundancia. 

La publicidad de los medios oficialistas cubanos era todo lo que la izquierda internacional quería escuchar. Cualquier argumento que intente ensuciar el precioso libro de la revolución, será considerado reaccionario, oligárquico y satánico. Cualquier fantasía que ampare a la lucha violenta contra el estado capitalista como una lucha legítima será bienvenida y reproducida con amor, con lealtad, con devoción. 

Y la izquierda mexicana de calle, mayormente juvenil - hago la salvedad para más o menos diferenciarla de la izquierda partidista oficial, aunque a menudo sus fronteras se difuminen o se influyan mutuamente - se ha resistido por décadas a abandonar sus carteles con fotos del Che Guevara, con todo y sus ilusiones de guerra de guerrillas, en un mole muy picoso donde nunca dejan de participar imágenes bolcheviques de un idílico Jósif Stalin, refritos de anarquía española, la máscara de Guy Fawkes, o simplemente un pasamontañas que, en el caso mexicano, remite sin objeción al ícono del zapatismo. La coincidencia en materia de moda con el clásico asaltante de banco sería tema para otro estudio, dado que aún no se hace del todo posible establecer una diferenciación y/o deslinde entre las neuralgias revolucionarias de los actuales movimientos juveniles mexicanos y su responsabilidad en actos vandálicos, robos y destrucción de la propiedad ajena.

Lo que sí salta a la vista es el discurso. Los jóvenes que toman la rectoría de la UNAM enarbolan las mismas consignas de los maestros violentos de Guerrero. Dicen a una tolerante y casi maternal Carmen Aristegui en entrevista exclusiva para Noticias MVS, que los medios de comunicación los quieren linchar, que han desatado una campaña de odio y desinformación para hacerle creer a la opinión que son sólo una pandilla de vándalos. O sea, que no son revolucionarios sino delincuentes. Bullying contrarrevolucionario.

Es, en esencia, el mismo argumento que han usado los hermanos Castro por medio siglo, el mismo argumento que usa el gobierno madurista en Venezuela y el mismo argumento de los maistros de la CETEG. La prensa pagada por la oligarquía los quiere linchar, son periodistas fascistas, son agentes de la CIA. Todo es mentira, todo es una campaña de desinformación que pretende enlodar las sanas intenciones de lucha de los humildes, los desplazados y los desposeídos en contra del poder. La única diferencia es que en México el poder es el enemigo. El poder de Cuba y Venezuela - si no que me desmienta la ferviente chavista del PRD, doña Dolores Padierna - es un poder aliado, un poder bueno, independientemente de lo que opinen los cubanos, a fin de cuentas en Cuba la opinión es lujo, o las protestas de los estudiantes venezolanos que, según el programa de la izquierda ortodoxa sólo serían un puñado de hijitos de papá, unos burguesitos majaderos que no valoran lo que tienen.

Para ellos, lo de menos es si existen evidencias más que suficientes del vandalismo, del mural grafiteado de Siqueiros, de la destrucción, de los robos. Lo de menos es que sus aliados, los maestros de Guerrero, protagonizaran ante las cámaras uno de los más obvios y barbáricos ataques a la propiedad ajena que hayan tenido lugar en los últimos años, destruyendo y quemando inmuebles, lo de menos es que ellos mismos hayan salido de la rectoría con tubos y piedras, directo a dañar edificios históricos y a atacar a guardias desarmados que apenas atinaron a defenderse con sus escudos, lo de menos es que ni esos jóvenes indignados ni los docentes violentos hayan sido tocados siquiera con el pétalo de una rosa. No importa, seguirán reclamando su derecho a la libre expresión y por nada del mundo renunciarán a la utopía de la revolución y el socialismo.

Para estos chicos, de eso se trata ser revolucionario. Si hay que repetir que Peña Nieto es ilegítimo, aunque ya nada se pueda hacer al respecto, pues así habrá que seguir. Peña Nieto es un presidente espurio como antes lo fue Calderón, como no lo sería López Obrador si hubiese ganado. Como no lo es Nicolás Maduro en Venezuela aunque haya protagonizado el fraude electoral más sonado del siglo, y no a base de votos comprados como presuntamente hizo el PRI, sino con votos inexistentes, maquinitas trucadas y cínico ventajismo. Nicolás Maduro es revolucionario como nosotros. Raúl Castro es revolucionario como nosotros. El Che seguirá en nuestras boinas y camisetas. Stalin seguirá en nuestras pancartas. Si hay que seguir diciendo que las autoridades nos reprimen, aunque sigamos haciendo desmanes y nadie nos meta a la cárcel por un freudiano prurito a ser llamado represor, pues a seguirlo diciendo. Si hay que seguir saliendo a la calle con petardos y tubos, tengamos el cuidado de esconder el rostro con pasamontañas y continuemos con el argumento de que son los medios de comunicación vendidos al gobierno quienes nos "criminalizan" en una vil y tenebrosa campaña de odio.

El hombre nuevo ya envejeció. Y por lo visto no lo hizo de la manera más elegante. El hombre nuevo mexicano ahora usa las mismas estrategias del hombre viejo cubano. Copia sus diseños y su discurso. Es igual de entusiasta, torpe, irreflexivo, irresponsable y arrogante. Culpa siempre a los demás de sus metidas de pata y siempre tiene un buen pretexto al alcance de la mano para justificar el por qué las cosas nunca salen como deberían salir.

Los veo declarando ante los micrófonos de Aristegui, y casi puedo adivinar sus actitudes y decisiones si un día, ya no tan juveniles, llegasen a tomar el poder de la nación como lo hicieron sus ídolos, los Castro y Chávez. Tener siempre la razón es una carga demasiado pesada para los hombros de un revolucionario, como tentador es el derecho a exigir las cosas por la fuerza y a jamás tener que rendir cuentas por las aberraciones propias.

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miércoles, junio 05, 2013

El arañazo



No soy del todo escéptico con la instalación de esas 118 salitas de navegación en la isla. Si bien el camino hacia la universalización del internet en territorio cubano apenas va a verse impactado a corto plazo por un aporte tan tímido - tan cobardemente mesurado y, para no romper la tradición, controlado por la sempiterna vigilancia oficial -, aún discreto, sigue siendo un paso hacia el libre flujo de la información.

Por supuesto, ese probable flujo en el futuro informático de intramuros no va a ocurrir por estímulo y gestión oficial. Si ocurre, será en esa misma dinámica de mercadeo subterráneo, de empresariado artesanal, que ha salvado a tanta gente desde el comienzo de la crisis, hace ya un par de décadas.

El gobierno cubano nunca cede a los cambios por su propio gusto. Sólo cambia cuando ya no le queda más remedio. Si por ellos fuera, Cuba seguiría aislada por completo de la red de redes, bien resguardada de la información extranjera y confinada a las versiones sesgadas de su propia información. Abrir unos cuantos espacios para la conexión a internet, en puntos bien controlados y cobrando una cuarta parte del salario medio nacional por sólo una hora de navegación, es apenas una concesión inevitable, un pequeño trago amargo que debería compensar por la buena publicidad generada en el espacio exterior, por la limpieza parcial de la imagen gubernamental en los noticiarios internacionales, por la compra de un poco más de tiempo mientras piensa qué hacer con lo que se le viene encima y cómo controlarlo.

No obstante, me inclino a pensar que este pequeño arañazo en la piel del oficialismo pudiera infectarse y, en lo sucesivo, convertirse en una enfermedad para el sistema que pudiera, incluso, costarle la vida a mediano o largo plazo.

La instalación de banda ancha - luego de que, finalmente, tuvieran que admitir que el costosísimo cable lanzado desde Venezuela sí estaba en secreto funcionamiento desde hace buen rato - no sólo va a propiciar el mejoramiento de la velocidad en los nodos bajo vigilancia. También va a abastecer el mercado negro, a los servidores ilegales que, ahora sí, van a poder ofrecer cuentas de internet con capacidad para ver vídeos de youtube, radio y televisión online.

La ventaja de momento no será gran cosa, pues no muchos dentro de Cuba están en condiciones de tener una computadora, mucho menos de contratar un servicio de internet que ronda - usando las obsoletas instalaciones telefónicas - entre los 25 y los 50 dólares mensuales, por cuentas piratas que no siempre son de 24 horas. Pero tampoco es de menospreciar el hecho de que el gobierno, sin querer, ha sembrado en su finca una tubería que potencialmente pudiera representar la ruptura de un dique que lleva construyendo desde que apareció en el mundo ese pulpo maldito de inagotables interconexiones.

Tener banda ancha dentro de las fronteras cubanas, de una o de otra manera, con vigilancia o sin ella, va a constituir un fenómeno mucho más complejo que algunas salitas de navegación supervisadas. Quizás en los próximos años, o meses, se vuelva también un foco de la "lucha contra la corrupción", más que la propia lucha contra las "desviaciones ideológicas", y que nuevas persecusiones y purgas se desaten, esta vez para tratar de controlar a los muchos que ya deben estárselas arreglando para pinchar la red oficial y vender sus cuentas por debajo del tapete.

Los proveedores piratas tendrán un abastecimiento mucho más estable y potente, y con ello los precios para el cubano medio deberán ir descendiendo también. El mercado negro de las cuentas a internet crecerá sin remedio, incluso a pesar de las redadas policiales y los funcionarios defenestrados por corrupción, y llegará el momento en que un porciento alto de los ciudadanos de adentro pueda acceder regularmente a la información exterior, a las comunicaciones con amigos y familiares en el extranjero y con ello, a la formación de una opinión propia con respecto a los vaivenes de la política internacional.

Más allá de los cambios más o menos profundos que puedan darse en el esquema actual cuando desaparezcan los Castro del poder, esta rendija al mundo real que ha significado la instalación de estas 118 salitas pudiera verse como el germen de un fenómeno que acaso se torne imparable para nuestras pacatas autoridades.

De los cubanos dependerá evitar que la eventual diseminación de un internet doméstico no se haga en base al modelo chino, con un alto porcentaje de la ciudadanía conectada, pero siempre bajo estricto control gubernamental. No es difícil deducir que este sea quizás el formato que los Castro han visto como el que menores estragos le puede acarrear a sus políticas, una vez comprendida la inutilidad de seguir luchando por la cerrazón a ultranza y la censura total.

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sábado, mayo 25, 2013

Un cuento con papel higiénico.

 
 

Conocí Venezuela cuando sus tiendas se desbordaban de productos. Comenzaba el siglo y el chavismo apenas calentaba motores en un país todavía en ebullición comercial. Caminábamos Sabana Grande buscando pacotilla para llevar a Cuba, y no pocos de Teatro Buendía se las arreglaban para multiplicar en la isla el valor de un reproductor de DVD o un videojuego. Nos decían que el bolívar se había devaluado (algo que vino a explicar los cientos de miles que nos pagaban por las funciones y que, en la práctica, no eran mucho dinero), pero aún así un compañero se las arregló para que le rebajasen diez nintendos a diez dólares cada uno, que luego en Cuba revendería a cien CUC. Casi todos llevaban dos DVD's - el límite para importar por la aduana habanera en aquel tiempo - pensando en quedarse al menos con uno y revender el segundo.
 
Caracas tenía sus mercados llenos de productos, y a nadie se le habría ocurrido pensar que el papel higiénico escasearía alguna vez.
 
De hecho, la anécdota que recuerdo relativa a papel sanitario en aquella gira venezolana, fue protagonizada por uno de los nuestros, y su connotación se circunscribía a la congénita falta de cualquier cosa en nuestro país de origen.
 
La mañana en que regresaríamos a La Habana, luego de una gira muy extensa por toda Venezuela, al momento de recoger las cosas y entregar la habitación en el Hilton, tuve un inoportuno trance estomacal a último minuto (cosa que, sin ánimos de justificar, siempre fue normal en los cubanos que salíamos del país y por breves temporadas chocábamos con una alimentación rica en proteínas), y regresé al baño a evacuar la impostergable necesidad. Al terminar, descubrí que no había un sólo rollo de papel en la habitación. Un compañero de cuarto salió a buscar en las otras habitaciones que también estaban por ser entregadas. Para sorpresa nuestra, en ningún baño de los cubanos había papel higiénico. Habían desaparecido.
 
Resolví como pude con las páginas deportivas de un periódico caraqueño que había publicado una reseña sobre nuestro espectáculo, y sólo camino al aeropuerto pude ver, gracias a un bandazo del autobús en una curva, como seis o siete rollos de papel higiénico, usados, se salían del maletín medio abierto de un compañero de la delegación - quizás deba aclarar, sin más detalles, que no era un miembro del Buendía sino un acompañante con otras funciones - revelando así, de manera accidental, el misterio de los rollos desaparecidos en las habitaciones cubanas del Hilton.
 
Para los cubanos nacidos después del fidelismo nunca fue noticia la carencia de papel sanitario. Siempre nos las arreglábamos con el consabido papel periódico húmedo o estrujado durante los minutos que toma el proceso de evacuación. Por ello, aunque pareciese hilarante, o hasta ridículo, no era incomprensible que un cubano llevase a su casa, desde una nación extranjera, unos cuantos rollos de papel sanitario, limpio y aprovechable. Pocos años después vi a una excelente bailarina cubana llevar en la mano, muy orgullosamente, una tapa de inodoro por todo el aeropuerto de Ciudad México, con destino al baño de su vivienda cubiche.
 
Lo complejo de esta historia es, a mi entender, cuán raro sería hace más de diez años imaginar a una Venezuela en la que el papel sanitario se volviese un producto escaso, prácticamente de lujo. Ni siquiera imaginar a una Venezuela con los anaqueles de sus mercados vacíos, o con apagones prolongados y persistentes al estilo isleño.
 
Los albores del chavismo aún no anunciaban la debacle económica característica de los sistemas totalitarios y centralizados. Eso sólo se hizo evidente años después, cuando ya Venezuela terminó pareciéndose tanto a Cuba, a fuerza de copiar sus fallidos modelos, que enterarnos de la falta de papel sanitario ya no resulta extraño.
 
No parece lejano el día en que algún grupo importante de teatro venezolano visite La Habana, y alguien de su delegación se lleve de la habitación de un hotel, a hurtadillas, algunos rollos de papel higiénico para resolver su problema en su natal Caracas. Al menos siempre se podrá llevar unos cuantos ejemplares del periódico Granma para ese tipo de menesteres. La prensa plana oficial siempre fue nuestra mejor solución al acertijo, y con gusto podríamos ofrecérsela a nuestros hermanos venezolanos, ahora que todo parece indicar que su país va a compartir el destino de digna pobreza antiimperialista con el nuestro.
 

miércoles, marzo 21, 2012

Las razones de Jaime.

La Habana (AIN) Para sorpresa de todo nuestro pueblo, y para escarnio del imperialismo norteamericano, esta tarde, en emisión especial de la Mesa Redonda, se dio a conocer la noticia de que Jaime Ortega y Alamino, conocido como Cardenal y Arzobispo de La Habana, en realidad se desempeñaba como agente de la Seguridad del Estado, operando con el sobrenombre de “Capellán Tormenta” desde la primavera de 1967, o sea, desde hace ya 45 años.

Ortega declaró ante las cámaras de la televisión cubana que gracias a la ardua labor de la inteligencia cubana, hoy día la Iglesia nacional tiene el índice más elevado del mundo en sacerdotes altamente calificados en la Ñico López, la Escuela Superior del Partido Comunista. Comentó asimismo que sus comienzos como agente datan de los difíciles años en que, por haberse iniciado en el sacerdocio, fue confinado a la UMAP (Unidad Militar de Ayuda a la Producción, que la propaganda enemiga siempre sitúa como un campo de concentración castrista para religiosos, homosexuales y desafectos, y que aún siendo eso mismo, no deberían estarlo diciendo tanto, porque ya quienes la construyeron, se arrepintieron), de cuando lo obligaron a hacer trabajos forzados en la caña, y al no aguantar los malos tratos, decidió aceptar la propuesta del entonces teniente Reinier, quien le sugirió que, si quería salir de allí, mejor que se convirtiera en agente de la seguridad y penetrase las altas esferas de la iglesia católica, ese organismo vendido a los intereses de la aristocracia batistiana. “Acepté con orgullo revolucionario”, dijo el agente, “cuando el teniente me dijo que si no lo hacía, me mandaba para Bolivia con el Che Guevara”…

Desde entonces el agente Capellán Tormenta vivió la doble existencia de un revolucionario y un eclesiástico, escalando posiciones poco a poco hasta convertirse en un flamante cardenal al servicio de la Revolución. Entre sus méritos mayores está la deportación en masa de casi todos los presos políticos encauzados en el 2003, con lo cual le sacó de encima al gobierno un señor problema en el futuro inmediato. También colaboró desde el anonimato con la efectiva estrategia oficial de no hacerle caso a ningún disidente y mantenerlos rezando el mayor tiempo posible, aunque desalojándolos de los templos cuando la cosa se ponía fea.

Interpelado acerca de su más reciente misión, a raíz de la próxima visita del papa Benedicto XVI, respondió: “Hemos conseguido, después de años de sacrificio, que el papa venga a Cuba convencido de que aquí no hay ningún problema, que las Damas de Blanco son mercenarias, que gritan muy alto y que eso le puede hacer daño en el oído, pero sobre todo, convencido de que aquí nunca hubo persecución a los religiosos…”

Reunido con vecinos de su antiguo barrio habanero, así como con otros agentes ya revelados en anteriores emisiones del programa (que llegaron desesperados por conocer a su más reciente colega, y por comer los bocaditos que trajeron los compañeros del MININT para el motivito), y luego de un solemne acto donde unos pioneritos le cantaron “Noche de paz” y “El himno del Ejército Juvenil del Trabajo”, Ortega reconoció que dejar de vestir los hábitos, y con ellos los privilegios que ostentaba como alto ministro de la iglesia católica, no era nada comparado con el orgullo de pertenecer a un pueblo digno, un pueblo que resistirá al injusto bloqueo imperialista aunque tenga que permanecer cincuenta años más comiendo pasta de oca. Aclaró que, debido a la costumbre, usaría por algún tiempo una vieja bata de casa que perteneció a Vilma Espín, y que le regaló el presidente Raúl Castro en un gesto inolvidable.

“Raúl y yo hemos compartido mucho más de lo que ustedes pudieran imaginarse”… Y quedó así, con los ojos en blanco, acaso rememorando sus antiguas oraciones a Dios o al comandante en jefe, mientras caían los créditos del programa especial “Las razones de Cuba”, transmitido por los servicios informativos de la televisión cubana.

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martes, marzo 20, 2012

Día Mundial sin Chocar con la Fibra.

Mi aplauso para los vegetarianos, aquellos seres que se niegan a comer carne ya sea por religión, humanismo o tan sólo por conservar una buena figura. Mi respeto para todos aquellos que hoy, 20 de marzo, prescinden de la carne en su dieta y sólo consumen vegetales, haciendo honor a miles de animalitos que, gracias a ellos, retardarán unos veinte minutos el inevitable sacrificio. Por mi parte, queridos amigos… no, gracias.

Como hace un tiempo ya hablé del Día Mundial del Apagón, con aquella negativa a apagar un solo bombillo la noche de universales culpas electroenergéticas, así mi origen cubano me desanima a seguirle el paso a una campaña tan altruista, a una movida organizada por seres amorosos que, o bien quisieran ver a las reses libres como en la India – y tras ellas a los puercos, pollos, chivos, pavos, etc., todos compartiendo despreocupadamente la civilización con nosotros los humanos – o bien sienten culpabilidad de haber comido tanta fibra cárnica durante muchos años y ahora esperan retribuir a la naturaleza con este breve martes de abstinencia proteínica.

Haber residido en Cuba durante los precarios años noventa bastaría a cualquiera para, de inmediato, hacerse el desentendido ante una iniciativa tan noble. Nosotros, que comimos bistec de cáscara de plátano y picadillo de soya con una cantidad homeopática de sospechoso origen animal, quedamos automáticamente fuera de esos complejos de culpa primermundistas que llevan a otros – incluyendo a países pobres – a sentirse como caníbales sin alma ni escrúpulos delante de un buen bistec con cebollitas y tostones.

Ya dejamos de comer más carne que la que dejarán hoy de ingerir los efímeros vegetarianos en toda América del Norte y Europa. De hecho quienes siguen allá en la isla, escuchando promesas de una mejoría alimentaria que nunca llega, en su mayoría continúan a dieta parcial o completa de carne, especialmente la proveniente del ganado vacuno. Somos, en síntesis, una sociedad con ascendientes españoles y africanos, pero con una rara mutación que nos convierte en una sociedad con descendencia hindú. Hindúes involuntarios, pues no se trata de que las reses anden sueltas por la ciudad devorando los marpacíficos de nuestro jardín sin miedo al machetazo, sino de que las vacas sagradas cubanas son ya patrimonio de la imaginación, o del recuerdo que quedó de un producto enlatado en la extinta Unión Soviética.

Por ello no siento remordimiento alguno por ir a cenar hoy, Día Mundial Sin Carne, a una taquería y pedir allí una cantidad obscena de carne asada, y si me cupiera, pasaría un poco más tarde por los puestos de hotdogs de la Universidad de Sonora, que tienen unas salchichas envueltas en tocino que son como para persignarse y engullirlas como cosa santa. Ya dejé de comer suficiente carne como para compensar con creces mi mala conciencia carnívora en un día como hoy.

Para mí, mientras pueda, todos los días del resto de mi vida serán Días Mundiales Con Carne.

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domingo, marzo 18, 2012

Sheldon Cooper en el Palacio de las Convenciones.

La Habana (AIN).- El afamado científico norteamericano Sheldon Cooper, originario de Texas, ofreció una conferencia ayer en el Palacio de las Convenciones de La Habana, a propósito del IV Simposio Cubano de Física Fitosanitaria, que se celebra en dicha institución al mismo tiempo que el XIV Congreso de Aguas Albañales Latinoamericanas, el III Fórum Centrocaribeño de Piezas de Repuesto para la Fabricación de Maracas, y el VI Encuentro de Manicures y Pedicures de Asia, África y Oceanía.

Sheldon Cooper participó del panel “El bloqueo imperialista, culpable de la crisis económica en la isla”, donde dio lectura a su ensayo “La teoría de las cuerdas como idea superior a la teoría de los bucles de Leslie Winkle”, el cual fue muy aplaudido por la comunidad científica nacional e internacional presente en el foro. Posteriormente fue invitado a participar del conversatorio “Culpabilidad del bloqueo imperialista en el decrecimiento económico cubano”, y terminó la tarde en el foro interamericano “Bloqueo imperialista, el culpable de que no le vaya del todo bien a la economía cubana”.

Pudimos abordarlo brevemente a la salida del Palacio de las Convenciones, le agradecimos a nombre de la prensa cubana su apoyo a la causa por la liberación de los Cinco, a lo cual respondió, en perfecto español: “Siempre he apoyado la causa de que los números tengan toda la libertad del universo. Y no sólo los cinco, sino también los Nueves y los Sietes. Sólo tengo reservas con liberar a los Treces, porque soy un poco supersticioso”.

Le preguntamos también sobre otros temas científicos de interés, como por ejemplo, la injusta guerra mediática desatada por la CIA y las organizaciones anticubanas de La Florida, y Sheldon Cooper respondió amablemente con cuarenta y cinco minutos de un recuento histórico desde la Batalla de las Termópilas hasta las Guerras Floridas del Imperio Azteca.

Para finalizar, y ya que había venido a propósito de un evento científico de gran relevancia, le preguntamos su opinión sobre las reformas económicas que el gobierno cubano está implementando en la actualidad para actualizar el modelo socialista. El doctor Cooper expresó: “Es una estrategia perfecta, que sin dudas salvará a la revolución socialista y llevará al país a un crecimiento económico sin precedentes en la historia de la humanidad…”

Luego nos dedicó una encantadora sonrisa y expresó: “¡Bazinga!”, con lo cual seguramente dejaba plasmado, en términos académicos, su simpatía por la revolución cubana y sus logros en el terreno de la ciencia, esos que tuvieron gran difusión y múltiples debates durante el recién finalizado simposio en el Palacio de las Convenciones.

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viernes, marzo 09, 2012

Curso de Demagogia.

La demagogia, del griego demos (“pueblo”) y agein (“dirigir”), como en la palabra democracia (sólo que esta termina con kratos, que significa “poder”), ha sufrido pocos cambios desde los tiempos de Aristóteles. Dirigir, inducir, manipular, ha sido por siglos el ejercicio favorito de aquellos políticos que hablan más de lo que hacen, aquellos que reúnen alharaca, falacia, demonización y estadísticas fuera de contexto para conformar un suave colchón en el que permanecer tanto tiempo como les sea posible.

La demagogia es como el discurso de Cantinflas, sólo que no persigue hacer reír sino adormecer., entretener, dilatar, confundir. Y es que los políticos no suelen ser cómicos sino más bien cabrones, no despiertan afecto sino más bien fanatismo, o terror.

Para ellos nació la demagogia, ese instrumento de posibilidades inagotables con el que pueden pasar décadas reiterando clichés, reciclando consignas y frases hechas, y pueden permanecer así mientras Némesis, la diosa griega del castigo, no se da cuenta de que el tiempo transcurre y los políticos llevan ya demasiado tiempo viviendo del cuento, como el poeta Homero, o como la Tía Tata.

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Demagogia, por el actor Alberto Maceo.

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miércoles, marzo 07, 2012

Evolución de la guataca.

La guataca, como arte de la adulación suprema, ha calado hondo en la Nueva Trova cubana. Aunque este movimiento se definió en sus inicios como rebelde y contestón, en la actualidad las guitarras poéticas nacionales han devenido en un emplasto de ambigüedad metafórica, melosidad paradójica y, de vez en cuando, guataquería enhiesta.

En el sano ejercicio de este derecho, se reunieron ayer en la Casa del ALBA, en La Habana, un grupo de trovadores cubanos, junto a funcionarios como Ronald José Blanco, embajador de Venezuela, y el recién estrenado ministro de cultura, Rafael Bernal. A este último lo googleamos a ver que salía – digamos, cómo se ganó el puesto más importante de la cultura cubana, luego de que retirasen a Abel Prieto – pero no apareció nada, fuera de una despedida de duelo, y que llevaba ya buen rato como viceministro y cuadro del partido.

Todos ellos estaban allí para rezar por la salud de Hugo Chávez, quien no asistió, aún a pesar de que el hospital quedaba bastante cerca y que según sus más recientes declaraciones, está perfectamente sano y sin “lesiones”, luego de la última intervención quirúrgica.

Para nuestra sorpresa, la tradición de guataquería que inició Silvio Rodríguez, está teniendo nuevos brotes en la generación subsiguiente. Raúl Torres, trovador que pasó muchos años fuera de Cuba y que ha regresado para realizar una gira nacional tras otra, se unió a este sentido homenaje a Chávez, aunque, según un testigo que pidió no ser identificado, los organizadores del evento le exigieron que no cantase su emblemático tema “No está, se fue…”, por las dudas.

Pablo Milanés, quien ya abandonó el uso del folklórico apero agrícola, y quien ayudase a Raúl Torres a ser conocido en sus comienzos, convalece en Madrid, tras ser operado. No recibió saludos ni dedicatorias por parte de los participantes en el concierto.

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martes, febrero 21, 2012

Pocholo Cotilla, el agente cubano que burló a la CIA.

Entrevista con el autor de Metiendo con el rostro, volumen testimonio de su paso por la Agencia Central de Inteligencia, como infiltrado de la Seguridad cubana, y su peligrosa labor dentro de la Universidad de La Habana.


La tarde cae sobre la Fortaleza de la Cabaña, y caen también dos toneladas de copias del libro Metiendo con el rostro, en el stand de la Editora Política del PCC, en la Feria del Libro de La Habana. Pocholo Cotilla, el feliz escritor, accede a contestar a nuestras preguntas mientras espera por si alguno de los ochocientos jóvenes que han traído en guaguas desde una secundaria de Regla quisiera algún ejemplar autografiado. Como parecen más interesados en un reguetonero que hace pruebas de sonido en una tarima cercana, Pocholo se deja fotografiar y comenzamos el diálogo.


Compañero Cotilla, su libro Metiendo con el Rostro recrea pasajes escabrosos de su misión, cuando estuvo infiltrado en el enemigo. ¿Alguna vez estuvo en peligro real?


Claro que sí, muchas veces. Como el agente Angulo, para la CIA, tuve que meterme en las aulas universitarias, y seducir a algunas jovencitas para ponerlas de parte de los malos, y el peligro de eso está en que a uno se le rompe el corazón cuando te desprecian, algo que me pasaba constantemente y que sólo resistía gracias a mis convicciones revolucionarias.


Y como el agente Abelardito, para la seguridad cubana, ¿no tuvo que enfrentar el rostro del enemigo, usar las armas, en pos de la libertad de los pueblos oprimidos por el imperialismo?


Bueno, tú sabes, ya no son los tiempos de “En silencio ha tenido que ser”… Ahora el peligro no está en rescatar a un guerrillero en Tegucigalpa, o en matar al coronel García, sino que la cosa es como de escuchar y soplar, tú sabes, ya nosotros los agentes ni siquiera nos lucimos en Miami con avioncitos y eso, desde que se cepillaron a la Red Avispa – aunque todavía quedan algunos de nosotros en la radio de La Florida, o por ahí metiendo cabeza como pueden – así que el riesgo nuestro, en el campo de batalla universitario, es que algún estudiante te tire una tiza cuando estás de espalda, o que, ya asumiendo tu papel de contrarrevolucionario, te acerques a las Damas de Blanco, llegue una turba organizada por la policía y cojas tu trancazo de rebote, o tu patada en los testículos por parte de un oriental del contingente Blas Roca.


En su libro, usted revela las estrategias del imperialismo yanqui para destruir a la Revolución. ¿Cómo contactaron con usted desde Langley para tratar de convertirlo en traidor a la patria?


Me contactaron a través de un primo mío cuya suegra estaba casada con un desmochador de Cumanayagua que tenía a su padrastro en el South West de Miami, creo que a través de un sobrino de este señor fue que me hablaron, no recuerdo si fue desde Langley, o si fue de la OFICODA de Guanabacoa, el hecho fue que me llamaron por teléfono y me preguntaron si yo era el primo de Angulo. Eso tenía que ser una clave de espionaje, así que de inmediato informé al Departamento de la Seguridad del Estado, quienes me nombraron agente Abelardito, y me dieron instrucciones para que me acercase a los estudiantes de la universidad y les hablara mal del gobierno, a ver si alguno caía y así podían botarlo de sus estudios universitarios.


Por supuesto, los estudiantes revolucionarios repudiaron sus opiniones en contra de la patria…


La verdad es que sólo uno, el hijo de un viceministro, defendió al sistema. Los demás se explayaban cada vez que los sonsacaba, y me decían que se cagaban en el gobierno y que tenían tremendas ganas de comerse un bistec de res. Pero yo sé que lo hacían para disimular, para que la CIA creyera que los jóvenes no querían a su revolución. Lo sé porque esos mismos que un día despatarraban de los dirigentes y el partido, al otro día estaban en un acto político con banderitas y todo, apoyando al socialismo.


Usted apareció ante las cámaras de televisión en un programa especial, donde reveló que en verdad no era un traidor a la revolución, sino un héroe anónimo… ¿Cuál fue la reacción de sus conocidos al enterarse finalmente de la verdad?


La presidenta del CDR se emocionó mucho y me trajo un platico de arroz con leche. Se disculpó por haberme roto la puerta de la casa con un hacha la semana anterior, por haberme embarrado de chapapote los muebles de la sala y por haberme gritado “mercenario hijoeputa” delante de mi hija de seis años, la tarde aquella en que mandaron a un camión con policías de civil para cercar mi casa y golpearme con bates de béisbol. Yo me emocioné mucho también, porque sabía que aquello no había sido algo personal, sino la justa indignación del pueblo hacia un presunto gusano apátrida que había cometido el imperdonable crimen de hablar mal del gobierno. Después me han llevado a muchos actos, más o menos veinte o treinta por semana, y a muchos programas de televisión, informativos sobre todo, pero también infantiles y musicales. Hace tres días me pusieron en el escenario de un estudio del ICRT mientras tocaba la orquesta de Paulito FG, y estuve como media hora de pie al lado del timbalero. Lo importante es que el pueblo sepa que el imperialismo está tratando de desestabilizar a la Revolución.


Aquí en esta Feria del Libro es impresionante como la gente lo reconoce y le brinda su apoyo.


Así es. A cada paso alguien me reconoce, me saluda o me señalan por dónde tengo que ir. Entre tanto tumulto, parece que quieren estar seguros de por dónde voy, y me lo indican diciéndome: “Beeeeee”… Eso es muy reconfortante.



Ya casi se hacía de noche en la fortaleza de La Cabaña, y por un instante creímos escuchar alaridos de fantasmas, miles de almas en pena de aquellos enemigos de la revolución que fueron fusilados por el Che Guevara sin juicio a inicios de los años sesenta, pero sólo se trataba del concierto de reguetón que ya comenzaba. El libro Metiendo con el rostro quedaba como el más vendido de la feria, que había sido dedicada a Virgilio Piñera (un desafecto de los años setenta, un pervertido homosexual que al parecer ahora hay que tener en cuenta, supongo que para contentar a la prensa extranjera), gracias a que cada ejemplar costaba sólo tres pesos moneda nacional y estaba impreso en un papel muy bueno para usos higiénicos.


Pocholo Cotilla se despidió de este reportero, y de inmediato se subió a un jeep que lo llevaría hasta la boda del sobrino de un general, donde serviría de perchero, siempre a modo de recordatorio acerca de su valentía e integridad, y de las patrañas y calumnias del imperialismo yanqui en contra de nuestro proceso revolucionario.


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El compañero Pocholo Cotilla departiendo, en la sesión de un acto político-cultural, junto a Raúl Castro y el Ministro de Cultura.
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viernes, febrero 17, 2012

I am Sean.

Resulta curioso como el personaje Sam Dawson, de la película I am Sam (Dirigida por Jessie Nelson en 2001), parece hoy mucho más lúcido y coherente que el propio actor que lo interpretó, Sean Penn, ese que fue nominado al Oscar por su emotiva interpretación del tierno retrasado mental que luchaba por la custodia de su pequeña hija, Dakota Fanning. Sean Penn ha escogido luchar por la custodia de Hugo Chávez, y con ello demostrarle al mundo que su cerebro funciona con mayor dificultad que el de su personaje, y que no sólo estaría en apuros para vender hamburguesas, sino también para darse cuenta de que su protegido, lejos de ser un paladín de la justicia, luego del descabellado entrenamiento estalinista que ha recibido por parte del gobierno cubano en los últimos años, ha acrecentado su imagen alucinada con manías de grandeza, épicas contorsiones a partir de su encriptada enfermedad, y más recientemente, un vocabulario muy poco caballeroso (por llamarlo de alguna manera) a la hora de dirigirse a la creciente oposición.

“Mi amigo Sean Penn”, así cataloga Chávez al actor, con mucho orgullo, y cita vagamente una película suya, catalogándola como “muy divertida, muy buena esa comedia”, refiriendo que se trataba de una historia donde Penn “es guitarrista y tiene una novia muda” – sin tener la más mínima noción de que Acordes y Desacuerdos fue dirigida por Woody Allen, y que sólo por ello merecería un comentario público algo más sofisticado que “muy buena esa comedia” – mientras ataca a su contrincante de la oposición, Henrique Capriles, llamándolo “majunche” (insulto que en Venezuela significa algo así como “buena mierda”), además de que “tienes rabo de cochino, roncas como cochino, entonces eres cochino”...

Tener como amigo a un dictador platanero que – otra vez siguiendo el ejemplo cubano – no gusta de asimilar las opiniones contrarias, ya sería suficiente para este actor, virtualmente retrasado (y con ello espero no ofender a esos seres humanos, generalmente sensibles y puros, que son las personas con capacidades disminuidas), si no fuese porque ha tenido la brillante idea de pedirle a Hugo Chávez que cante (!!!) en un concierto benéfico que está organizando en los Estados Unidos para ayudar a los damnificados de Haití.

Sam Dawson, sin duda alguna, estaba mucho más sano cuando trataba de aprenderse el menú de las hamburguesas, que Sean Penn al tratar de colocar a Hugo Chávez Frías en el elenco de un espectáculo musical.

Sinceramente, y teniendo en cuenta que su amistad también es intensa con los gobernantes cubanos, espero de todo corazón que, al pasar por La Habana no se le ocurra invitar a Raúl Castro para que acompañe a Chávez, bailando o tocando las maracas, en el ya mencionado concierto por las víctimas del terremoto en Haití.
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viernes, febrero 10, 2012

Operación Frazada.

La policía política cubana acaba de estrenar una nueva táctica de lucha en contra de los sediciosos asalariados del imperialismo en Santa Clara, esos mercenarios que, aún vistiendo muy pobremente, viviendo en casas deterioradas con muebles remendados, de alguna manera misteriosa se están enriqueciendo con el financiamiento del imperialismo yanqui y la mafia de Miami,

La nueva estrategia de combate ha sido bautizada por el alto mando del Ministerio del Interior en la provincia Villa Clara como “Operación Frazada”, y funciona de manera impecable, tal y como podemos apreciar en las imágenes tomadas el pasado 1º de febrero.

Ese día unas cuantas mujeres – ya saben, unas diabólicas mercenarias a sueldo de la CIA – pertenecientes al Movimiento Femenino por los Derechos Civiles Rosa Parks, se manifestaron con pancarta y gritos por un barrio periférico de la ciudad de Santa Clara, siendo tomadas en vídeo desde una casa – obviamente habitada también por criminales a sueldo del imperio norteamericano – y como las autoridades siempre están al tanto de estas escaramuzas opositoras, ya tenían varios carros y un buen número de agentes asignados para reprimir a las violentas voces femeninas.

Muy suspicaces ellos, se dieron cuenta que había una camarita tomando vídeos desde una ventana, así que pusieron de inmediato a rodar la Operación Frazada, consistente en dos agentes de mentes brillantes que, con una manta de dormir extendida, procedieron a bloquear el ángulo de la toma, impidiendo así, al menos en sus fantasías, que el mundo viese como un grupo de policías de uniforme y civiles machacaba, tironeaba y finalmente se llevaba presas a unas cuantas mujeres.

La nueva estrategia policial ya está siendo seminariada por la Seguridad del Estado en otras provincias, incluyendo la capital, y próximamente se pondrán en práctica otras versiones con fundas de almohada, colchas de limpiar el piso y sacos de yute, para bloquear la visibilidad de las cámaras espías en las golpizas a las Damas de Blanco en Centro Habana y las pateaduras a disidentes en Palma Soriano.

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viernes, enero 27, 2012

Réquiem por el Campoamor.

Comenzaba esta década inicial del siglo y unos cuantos del grupo teatral Buendía andábamos buscando un espacio para independizarnos de la sede en Nuevo Vedado – ya para entonces acaparada por la directora general en su nuevo montaje – y tras los pasos de Antonia Fernández, quien había dirigido el exitoso Historia de un Caballo y ya planificaba darle otra vez la patada a la lata con su versión de Romeo y Julieta, llegamos al teatro Campoamor, pasando revista a algunas de las sedes que nos proponía el Consejo Nacional de Artes Escénicas. Las posibilidades que nos ofrecían ya para ese tiempo resultaban muy poco reconfortantes, y el Campoamor, devenido en una ruina casi total, apenas cumplía con su función de parqueo de bicicletas para los trabajadores y artistas del colindante Gran Teatro de la Habana, una función desmejorada para una edificación de tan exquisita arquitectura, y que ya tenía asignada desde principios de los noventa, época en la que guardaba allí mi bicicleta soviética mientras ensayaba en la sala Carpentier con mis compañeros del ISA.

Antonia, nieta de la excelsa Rita Montaner, recordaba que su abuela había debutado en ese sitio, y que allí habían acontecido algunas de esas anécdotas picantes que de ella guardaba la memoria popular. Allí en el Campoamor fue donde por primera vez subieron a escena los tambores batá, de la mano del sabio don Fernando Ortiz. Muchas figuras internacionales habían pasado por sus camerinos en todo el siglo XX. Pero comenzando el XXI no quedaba ya mucho por hacer. No sobrevivió nada del lunetario, las paredes habían perdido su forma y repello originales, el escenario era una trampa mortal y el techo dejaba ver enormes grietas por las que el intenso sol habanero metía sus brazos de luz hasta el piso mugroso y polvoriento.

Adivinamos que, a pesar de la magia que sobrevivía al mal estado del edificio, meternos allí habría sido un acto de suicidio colectivo, incluso para miembros de una compañía como el Buendía, que había nacido de la trabajosa restauración de una iglesia abandonada. Sabíamos que nada detendría ya la caída de aquel teatro, que la decrepitud de una ciudad gobernada por la indolencia se extendía como una epidemia en la gran mayoría de sus edificaciones, y que sólo éramos un grupo de teatreros sin más poder que el de adaptarnos y seguir entregando arte sin pedir mucho a cambio.

Como en cualquier parte de La Habana donde aún queden paredes y techo, sin importar lo precario de su estado, al parecer alguien vivía entre los pisos inestables del Campoamor, alguien que ayer murió aplastado por el peso de la decadencia social, alguien que, al igual que los muertos y heridos – de número aún no determinado – del otro derrumbe que hace poco más de una semana acabó con otro inmueble habanero, no será contemplado entre las víctimas de la política sino de la casualidad.

La Habana se nos viene abajo, como el Campoamor, y por desgracia, no se trata de una simple metáfora.

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miércoles, enero 25, 2012

Cuba: un estado en perpetua negación.

He extraído de un estudio sobre pacientes con enfermedad en fase terminal, este párrafo: “Frente al diagnóstico de la enfermedad y ante el pronóstico de muerte, la persona se rehúsa a creer que el asunto tenga algo que ver con ella. El paciente terminal suele asumir que en alguna parte se cometió un error, que los reportes médicos están equivocados o que las pruebas clínicas se refieren a otra persona. La fase de negación suele movilizar a los pacientes a buscar una segunda opinión, pero muy pronto esta fase se desvanece para dar paso a otra de indignación, hostilidad y rabia (…)”

A esta etapa se le denomina “fase de negación”, y resulta curioso cómo funciona igual para las personas que para los gobiernos.

El mío, el cubano, se está muriendo lentamente, y mientras se engaña elaborando estrategias para parecer más saludable de lo que en realidad está, se adentra en una fase de negación en la que los hechos no son tan importantes como el reporte médico que debe anunciar, de todas todas, que el paciente está mejor que nunca.

La majadería terminal se potencia en argumentos tan desesperados como afirmar que Wilmar Villar – preso político recientemente fallecido en una huelga de hambre – “ni era preso político ni estaba en huelga de hambre”… La negación a ultranza, inmediatamente achacada a una “campaña difamatoria de los enemigos de la revolución”, no tiene en cuenta que desde noviembre del 2011 existían reportes regulares acerca de la huelga de Villar Mendoza, también de la manera en que la interrumpió cuando le aseguraron que sería liberado, y de cómo la retomó al descubrir que había sido engañado. El paciente terminal niega todo, asegurando que el fallecido era un preso común, golpeador de mujeres, y bloqueando internamente los comunicados emitidos por su viuda – la presunta golpeada – pues nadie tiene el derecho de rebatir la palabra oficial, mucho menos algún testigo que le lleve la contraria.

Y no es extraño que el gobierno persista en que Wilman Villar era un preso común. De reconocer que se trataba de un prisionero de conciencia, y de que su muerte fue algo más que la muerte “natural” de un hombre saludable de 31 años, estaría dejando la posibilidad de que alguien estuviese dispuesto a dar la vida por una causa en su contra. Al patalear con la eterna acusación de que cada opinión contraria es una opinión vendida al oro del imperialismo, le resultaría difícil enmarcar a este hombre como un mercenario, puesto que los mercenarios persiguen el dinero y no suelen estar dispuestos a morir.

Pero la negación del enfermo terminal sigue más allá de las coyunturas o las crisis políticas, más allá de darle un doctorado Honoris Causa a un iraní que comete genocidio, que negó el holocausto, que ejecuta a homosexuales y discrimina a las mujeres. La negación llega a la infamia de borrar el legado cultural cuando sus protagonistas son personas no gratas al régimen. Mientras México hace fiesta por la nominación al Oscar de Demián Bichir y Emmanuel Lubezki, el Granma notifica el reconocimiento de la academia a Chico y Rita, sin mencionar al cubano que inspiró el filme y compuso su banda sonora, Bebo Valdés. El descomunal músico nacido en Quivicán no existe para la prensa cubana, ese incansable instrumento de negación y manipulación nacional.

Cosas como estas se dan cuando el líder de la revolución – el comandante que desde hace años luce perpetuamente en las últimas, aunque se resista a abandonar la política y el mundo de los vivos –, asegura en su más reciente reflexión, que “(…) Un periodista de Granma, Juventud Rebelde, noticiero radial, o cualquier otro órgano revolucionario, se puede equivocar en cualquier apreciación sobre cualquier tema, pero jamás fabrica una noticia o inventa una mentira”...

La negación incluye también la congelación de la memoria. Cuando el comandante afirma, en la misma reflexión, “(…) No ignoramos que ahora en España gobiernan los admiradores de Franco, quien envió a miembros de la División Azul junto a las SS y las SA nazis para matar soviéticos”, desacreditando a los que ahora repulsan la muerte del preso político desde la península y la Unión Europea, esconde socarrón el hecho de que él mismo fue admirador de Francisco Franco, y que en noviembre de 1975 decretó tres días de duelo oficial en Cuba por la muerte del dictador español.

No ver la realidad es ya una práctica de supervivencia psicológica para ese cadáver en ciernes que es el estado cubano. Sólo nos queda rezar para que no se produzca jamás la fase que, en los moribundos, sigue a la negación: la fase de “Rabia”, esa que según los estudiosos, ocurre cuando el paciente entiende que su situación es realmente seria, y se torna un individuo iracundo, resentido hacia los seres saludables que lo rodean.

Quedarían las etapas de “Depresión”, “Negociación” y finalmente “Aceptación”, pero todos sabemos de sobra que, con este paciente en particular, las negociaciones y aceptaciones no son algo probable.

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miércoles, enero 18, 2012

Nadie se acuerda de la Ley CALDOSA.

El mundo entero anda revuelto con la posibilidad de aprobación de la Ley SOPA (Stop Online Piracy Act), y aunque el propio gobierno norteamericano se ha pronunciado en contra de ella, los antecedentes no resultan muy esperanzadores: España ha aprobado la Ley Sinde (un producto de limitación similar para las páginas con links de descarga gratuitos), que a partir de marzo entrará a fastidiar a millones de internautas no sólo en la península sino en cualquier parte del mundo donde la gente busque acceder a sus enlaces.

Por alguna razón, desconozco que haya movimientos globales para que Cuba elimine la vieja Ley CALDOSA, existente desde la aparición misma de Internet, y que, tal y como indican sus siglas en dialecto cubiche, ha sido una “Censura Amplia Limitando Duro Otros Sitios de Afuera”… Como cada ley cubana actual, su aplicación desde las altas esferas no ha tenido nada que ver con decisiones populares, y aunque difiere de la Ley SOPA en que no impide la descarga de archivos – la velocidad de navegación es tan mala que hace prácticamente imposible bajar un simple videíto de YouTube – sí es estricta en cuanto a la visualización de páginas consideradas “enemigas”, aunque por regla general se ahorra hasta la necesidad de bloquear contenidos “peligrosos”, usando el simple recurso de la no proliferación de Internet dentro de la isla. Así de sencillo: en la actualidad no llega ni al 3% la cantidad de cubanos que puede conectarse a Internet, muy pocos desde sus casas y casi todos de manera esporádica.

Nuestra Ley CALDOSA ha generado una burbuja nacional en la que los derechos de autor no son tan importantes como los derechos del poder. Haber creado una Intranet exclusiva para los ordenadores cubanos, con algunos soportes de correo electrónico (cubarte, infomed…) con ancho de banda paupérrimo y permanentemente monitoreados, así como las criollas EcuRed (versión ideologizada de Wikipedia) y Redsocial (un plagio mongo de Facebook inaccesible desde el exterior), garantiza la censura total a cada movimiento en redes informáticas, sin necesidad de establecer reglas especiales para el control de los derechos de autor. De cualquier manera Cuba, con la justificación del embargo, participa de la piratería de forma institucionalizada.

Ahora que el mundo protesta en contra de la limitación aviesa del libre tránsito por Internet, proyecto lanzado por el republicano cara de insatisfecho sexual Lamar S. Smith, no está de más recordar nuestro propio contexto, el cubano, y como hemos vivido desde siempre en el desagrado de tener que tomar SOPA en lugar de algo más consistente.

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